El verdadero origen
de la deriva relativista en las ideologías, en el Derecho y en la
Jurisprudencia
Por Carlos Alvarez
Cozzi
“La serpiente dijo a la mujer:
No es cierto que morirán, Dios sabe muy bien que cuando coman de ese árbol , se les abrirán los ojos y llegarán a ser como dioses, conocedores del bien y del mal.
Entonces la mujer vio que el fruto era apetitoso, que atraía a la vista y que era muy bueno para alcanzar la sabiduría.
Tomó el fruto y comió, y luego se lo ofreció a su hombre que andaba con ella, quien también lo comió.”
No es cierto que morirán, Dios sabe muy bien que cuando coman de ese árbol , se les abrirán los ojos y llegarán a ser como dioses, conocedores del bien y del mal.
Entonces la mujer vio que el fruto era apetitoso, que atraía a la vista y que era muy bueno para alcanzar la sabiduría.
Tomó el fruto y comió, y luego se lo ofreció a su hombre que andaba con ella, quien también lo comió.”
Génesis,
3: 5,6
La historia continúa repitiéndose en nuestros días y hasta el
final de los tiempos.
El pecado de soberbia del hombre, tentado por el Maligno, le hace
pensar que puede ser como Dios, es decir, ser creador y no creatura.
A que viene esto? Pues sencillamente a estos tiempos de
posmodernidad y desvinculación.
El ser humano piensa que no existe la diferencia objetiva entre el
bien y el mal. Que él puede determinar y no Dios, que es lo bueno y qué es lo
malo: es el relativismo que impregna la moral, las ideologías y la propia
legislación de los Estados asi como hasta la jurisprudencia de los mismos, así
como varios tratados internacionales y fallos de cortes internacionales.
Ideología de género que pregona que no se nace hombre o mujer sino
que se llega a ser tales. Que niega la biología que surge de la Creación. Que
afirma que debe abolirse el término sexo y ser suistituído por el concepto de “género”.
Y de alli, todas las consecuencias conocidas: la unión entre
personas del mismo sexo a la que se le pretende denominar matrimonio cuando
sólo es un remedo del mismo.
El cambio de sexo, que tampoco existe, porque los cromosomas con
que nacemos son inmutables.
La adopción de menores por parejas compuestas por personas del
mismo sexo, sin importar el interés superior de los niños.
La fecundación in vitro aunque sea un procedimiento abortivo que
mata embrones sobrantes o los congela.
El cambio de sexo registral de mayores de edad para poner fin al
mito indemostrado que existen hombres encerrados en cuerpo de mujeres y
viceversa y no enfermedades a ser tratadas para que haya una unidad en las
personas, aceptando y asumiendo su cuerpo y el sexo con el que nacieron.
La transexualidad regulada por algunas legislaciones, que incluye
el derecho de los menores de edad a hormonarse con las del sexo opuesto, el
cambio de sexo y de identidad ante los organismos públicos, sin autorización de
los padres.
El supuesto “derecho” al aborto de mujeres mayores de edad pero
también de menores, también sin conocimiento ni consentimiento de sus
representantes legales.
El panorama es oscuro. La deriva relativista parece ir ganando
terrerno en todo el orbe.
Pocos se animan a ser “políticamente incorrectos” y denunciar
estos fenómenos que no harán mas felices a los hombres y mujeres de nuestros
tiempos sino todo lo contrario.
Los atará sus propias pasiones y los irá destruyendo poco a poco.
Porque todo lo antinatural termina pasando su factura irreversible y
fatalmente.
Por eso es tiempo de tomar conciencia. Formarla con la Bioética y
conocer el Bioderecho personalista, que regula jurídicamente lo que es natural
y que toma al hombre y a la mujer como fines y nunca como medios. Y menos de
experimentación social, como lamentablemente sucede.
Esta tarea tiene variados enemigos: muchas ONGs que mueven mucho
dinero con este tema, algunos gobiernos de países y varios organismos
internacionales, que presionan a los Estados a legalizar el aborto y el
“matrimonio” homosexual, por citar sólo dos ejemplos, como condición para
otorgarles préstamos o ayudas internacionales. Verdaderas extorsiones morales.
Así hace poco, la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió
una opinión consultiva, transgrediendo lo regulado por la Convención Americana
de Derechos Humanos, a pedido de Costa Rica, en la que concluyó que todos los
ordenamientos jurídicos del continente deben regular el “matrimonio” homosexual
como forma de no discriminar a los integrantes de ese colectivo, sin importar
lo que exprese el art. 17 del Pacto de San José de Costa Rica, el que deberían
de aplicar en su literalidad.
Por ello afirmamos que se va hacia un “evolucionismo o constructivismo jurídico” por parte de cortes
internacionales, que desconocen abiertamente lo regulado por los tratados y la
legislación de los Estados.
“Los tribunales internacionales de Justicia deben aplicar los tratados y no
“crear” Derecho por la vía de una interpretación evolutiva o constructivista,
-expresión del relativismo jurídico-, como lo están haciendo en desmedro de la
convencionalidad y de los Estados de Derecho democráticos que forman parte
tanto de la OEA como de la Unión Europea.”