La Voz del Interior, 25 de abril de 2018
Por Nélida Maders
Por la interrupción del embarazo, claman las personas
en ruidosas marchas. Lo que se pide no es otra cosa que interrumpir una vida
humana en desarrollo hasta el momento de nacer, con los mismos derechos
inviolables a vivir como los tiene la mujer que la está gestando. Pese al hecho
de ser una vida incompleta, el aborto es un acto cruel e inhumano sobre quien
no puede gritar, escapar ni denunciar... Hemos escuchado muchas
“justificaciones”: una violación o una mujer demente, entre otras muchas
“razones” para abortar. Ni ellas ni el hijo tienen la culpa.
Ayudémoslo todos como sociedad a vivir de la mejor
manera. Que nadie se arrogue el derecho a decidir cuándo un ser único e
irrepetible debe morir.
En el útero se está formando no una vida vegetal o
animal, sino un ser humano.
Con la condena a muerte del niño por nacer, tendremos
una sociedad que sigue envejeciendo, sin comprender que cada nacimiento es una
esperanza y un proyecto para que el mundo siga defendiendo lo más sagrado, que
es la vida.