El informe del sindicato de policías de Holanda que
generó el debate sobre el "narcoestado"
Por Fernando Soriano
Infobae, 23 de abril de 2018
La ministra de Seguridad nacional, Patricia Bullrich,
declaró en un programa de televisión local que Holanda es un
"narcoestado" por culpa de la "despenalización", que, según
ella, "baja la percepción de riesgo". Las declaraciones generaron
controversia en la opinión pública local y la funcionaria tuvo que pedir
disculpas este mismo lunes ante el Embajador Martin de la Beij.
La afirmación de Bullrich procede de un informe que, a
principios de marzo de 2018, elaboró y publicó la Policía de Holanda, desde
donde apuntó a los criminales del negocio ilegal de las drogas, aspecto que no
está directamente relacionado con la política de tolerancia al consumo, la
tenencia y el comercio minorista que elaboró el Reino de los Países Bajos a
comienzos de los '70.
"Holanda presenta muchos de los rasgos de un
'narcoestado". Los pequeños delincuentes de la droga se transforman en
ricos empresarios de la hotelería, el mercado inmobiliario y recreativo. El
tráfico de estupefacientes prolifera, y con los efectivos actuales solo puede
detenerse a uno de cada nueve grupos de criminales del sector", informó el
mes pasado el Sindicato Nacional de Policía de ese país en un documento que
elevó al Congreso, centrado en la falta de agentes para combatir el comercio de
sustancias prohibidas.
El informe, basado en entrevistas con 400 policías del
área de investigación, advertía que los agentes afrontan "demasiados
problemas" para hacer su trabajo, a pesar de que hace dos años alarmaron
sobre el auge de una economía ilegal.
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"No disponemos de los recursos ni la capacidad
para detener a los peces gordos. Y aunque tenemos la responsabilidad moral de
perseguirlos, los detectives se sienten abandonados a su suerte. Al final, el
pagano es el ciudadano", dijo Jan Struijs, presidente del Sindicato, quien
agregó: "En los últimos 30 años, además, los pequeños traficantes holandeses
se han convertido en grandes inversores en inmuebles. En definitiva, estos son
los rasgos de un narcoestado".
Dentro de Holanda, el informe policial fue tildado de
controvertido. Para una parte de la sociedad, la Policía sólo intentó llamar la
atención, generar estupor y conseguir más fondos. Para otros, algo de verdad
existe, ya que, tal como reportan medios europeos, hay una creciente sensación
de inseguridad en ese país.
La Universidad de Groningen dio cuenta en un estudio
propio que uno de los factores que incide en la violencia creciente es la
particular política del país respecto de la marihuana, ya que el consumo, la
tenencia en pocas cantidades (hasta 30 gramos) y la venta minorista están
permitidas, pero no su producción y comercialización.
Esto derivó en la creación de un mercado paralelo de
abastecimiento; lo que en Holanda llaman el efecto "back door", o
"puerta trasera": la forma en que llega el cannabis a los
coffee-shops. Por lo tanto, el problema narco no es la despenalización del consumo
sino lo que genera la prohibición.
En Instituto Trimbos, principal centro de
investigación holandés en la materia, establece que el país es exportador (y
consumidor) de éxtasis e importador de cocaína. Un informe de 2016 de la
Europol, la policía de la Unión Europea, y del Observatorio Europeo de las
Drogas y las Toxicomanías consideró que Holanda era el principal núcleo del
tráfico de estupefacientes en ese continente; al punto que estimaron que la
mayoría del éxtasis que se consume en Europa y Estados Unidos se produce en
laboratorios clandestinos en el sur del país.
Uno de los focos de la cuestión es el puerto de
Rotterdam. Señalado como la puerta de entrada de las drogas a Europa,
especialmente heroína (desde Asia) y cocaína (desde América), tiene 90.000
empleados y mueve 400 millones de toneladas de mercadería por año. Allí, en
2015, un aduanero fue detenido tras haber dejado pasar 3.400 kilos de cocaína.
Al año siguiente, otro empleado del puerto fue detenido por blanquear dinero.
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Es que, tras el informe de la Policía holandesa, el
ministro de Justicia de ese país, Ferd Grapperhaus, rechazó la acusación de
"narcoestado". "Junto con nuestros aliados, trabajamos
arduamente para combatir el tráfico internacional de drogas. Por lo tanto, el
término 'narcoestado' no es una calificación que yo usaría", dijo, aunque
admitió que el Gobierno consideraba necesario invertir en la fuerza policial.
Según los expertos, un narcoestado es un país en el
cual las organizaciones criminales influyen en las decisiones de gobierno, como
ocurre -u ocurrió- en países como Colombia (donde los carteles financian
campañas electorales), Perú (en la relación del ex presidente Alberto Fujimori)
o en México.
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