Suiza dijo no, por ahora
María Victoria Repetto
LA NACION, 26
DE JUNIO DE 2016
Tener el sueldo garantizado, se trabaje o no, parece
inimaginable. Sin embargo, ya son varias las ideas y propuestas en este sentido
que se vienen presentado en los últimos tiempos. La última fue en Suiza, donde
una iniciativa popular iniciada en 2012 se votó en referéndum el 5 de junio
último. La iniciativa "Por un ingreso básico sin condiciones" se
propone garantizar la subsistencia de todas las personas por igual sin que para
ello deban trabajar. En dos palabras: sin condiciones.
La idea no es nueva. Ya Tomás Moro hizo referencia a
un ingreso de este tipo en su libro Utopía. Y este año hasta ha sido debatida
en el Foro Económico Mundial en Davos. Lo interesante de la propuesta es que ha
movilizado a un debate de todos los sectores.
Lo que parecería ser un planteo característico de la
vieja izquierda está siendo apoyado por empresarios, científicos sociales y
académicos en un país típicamente de centro y liberal. Las razones más
escuchadas nombran los altos costos y la burocracia en los los seguros sociales
están fallando en adaptarse a estos tiempos para satisfacer demandas reales y
concretas. "Nuestro sistema social tiene 150 años, está basado en
respuesta a la industrialización 1.0", dice Daniel Häni, uno de los
empresarios que defiende la iniciativa, citado por el Financial Times.
El futuro del empleo
Entre los argumentos de los impulsores de la propuesta
está un viejo sueño de la humanidad que se está cumpliendo gradualmente: los
robots serán progresivamente quienes realicen el trabajo. La revolución digital
determinará que la sociedad se pueda concentrar en actividades más
gratificantes y trascendentes. Sin embargo, y por ello precisamente, mucha
gente tiene miedo por su futuro. Según varios estudios, muchas fuentes de
trabajo desaparecerán.
Robert Reich, quien fue secretario de Trabajo de la
administración de Bill Clinton y actualmente enseña en la Universidad de
Berkeley, dice que la revolución digital está incrementando la inequidad y la
inseguridad económica. Esta inseguridad podría llevar a una crisis de la
demanda. Martin Ford, autor de un libro sobre el auge de los robots y sus
consecuencias en un futuro de desempleo, que en mayo asistió al Simposio de la
Universidad de St. Gallen, en Suiza, reflexionó en el mismo sentido.
"Debemos crear políticas para que tanto el que pueda encontrar trabajo con
un ingreso suficiente como el que no, puedan sobrevivir en nuestra sociedad, y
que todos podamos mantener el poder de consumo, uno de los ejes impulsores de
la economía. Sin consumo se corre el riesgo de estancamiento."
Financiamiento
En la propuesta suiza, parte del salario pagado al
trabajador sería sustituido por el ingreso básico y sólo el resto seguiría a
cargo del empleador. Pero además, el ingreso básico reemplazaría varios seguros
sociales y subvenciones como el seguro de desempleo y las jubilaciones bajo el
sistema de reparto. Sólo personas que hoy viven bajo el nivel mínimo de
subsistencia tendrían más dinero con el ingreso básico.
Si bien la iniciativa no determina un monto específico
para el ingreso básico, recomienda 2500 francos suizos -cuyo valor es similar
al del dólar- por adulto y 625 para los menores, una suma bastante elevada
comparada con los salarios en otros países de Europa.
Lo más curioso de la iniciativa es que, a pesar de proponer
un cambio radical en la manera de concebir el trabajo y el ingreso, en términos
económicos se presenta como viable. Según cálculos en base a los niveles de
empleo de 2012, los costos del ingreso básico serían de 208 mil millones
anuales. Si a ello se le deducen los costos que hoy se pagan por seguros,
jubilaciones y subsidios faltarían 25 mil millones, es decir un 12% del monto
total.
Según la iniciativa, este resto también es parte del
dinero circulante el día de hoy, a través de transferencias privadas de los
asalariados que solventan a sus hijos, a sus cónyuges amas de casa y demás
familiares. En otras palabras, no se necesitaría ni más ni menos dinero en el
sistema. Hay diversas ideas de cómo financiar este faltante, un impuesto a las
transacciones financieras -que en Suiza no existe- es sólo un ejemplo.
Tanto el Poder Ejecutivo como el Legislativo
propusieron votar contra la iniciativa. Argumentaron que debilitaría la
economía porque para muchos sería poco rentable trabajar, se perderían importantes
fuerzas laborales y se arriesgaría que muchas ramas de producción se fueran del
país. Habría menos recaudación impositiva y recortes en educación,
infraestructura, agricultura, defensa y medio ambiente. Por otro lado sería un
aliciente para muchos trabajadores de otros países con menores ingresos para
emigrar hacia Suiza.
El resultado del referéndum
La pregunta clave que se planteó el electorado es:
¿qué haría usted si le pagaran 2500 francos sin condiciones? ¿Trabajaría igual
que antes? Las respuestas y las percepciones varían. En una encuesta encargada
por los propulsores de la iniciativa al instituto DemoSCOPE, sólo el 2% de los
encuestados dijo que dejaría de trabajar. Un 54% expresó que continuaría
estudiando y especializándose, un 53% que pasaría más tiempo con su familia, un
22% se haría emprendedor autónomo. Todas actividades consideradas positivas.
Finalmente, el 5 de junio el 76,9% de los votantes
dijo que no a la iniciativa. El cambio parece ser demasiado drástico para estos
tiempos. Sin embargo, en ciudades como Basilea, Zurich o Ginebra el voto
positivo superó el 30%. Otros países como Finlandia también lo está planteando.
Según la encuesta de DemoSCOPE, el 59% de los menores de 35 años, es decir la
Generación Y, piensa que vivirá la implementación de un ingreso básico.ß