By Rebecca Oas, Ph.D
24 de junio 2016 (C-Fam)
Una destacada revista médica publicó su primera serie
sobre salud transexual y deja al descubierto lo que parecen ser importantes
contradicciones.
Por una parte, sostiene que no hay nada malo desde el
punto de vista médico con la transexualidad. Por otra, argumenta que es una
condición que requiere atención médica, estableciendo la transexualidad como la
primera condición no médica que requiere intervención médica.
Es probable que la Organización Mundial de la Salud
(OMS) reconsidere su manual de diagnóstico en 2018, y que traslade las cuestiones
relativas a la identidad de género del capítulo sobre «trastornos mentales y de
conducta» a uno nuevo sobre «condiciones relacionadas con la salud sexual»,
empleando el término «incongruencia de género».
Esta revisión sería el último paso en una serie de
cambios respecto de cómo el área de la salud mental considera la identidad de
género. En 2013, la última edición del manual diagnóstico de la Asociación
Estadounidense de Psiquiatría (DSM-5) reclasificó el «trastorno de identidad de
género» llamándolo «disforia de género». Esto fue considerado como una
normalización de la identidad transexual que cambia el énfasis en la identidad
de género por la angustia que se asocia a vivir en un cuerpo que no concuerda
con el género autopercibido.
Pero, según los autores de uno de los artículos
publicados en The Lancet, la «disforia de género» aún así confiere una estigma,
ya que «el diagnóstico sigue siendo el de un trastorno mental».
En una entrevista brindada a Mother Jones, Sam Winter,
principal autor del artículo y profesor de sexología, señaló que los
diagnósticos permiten a las personas transexuales acceder a fármacos y a otras
terapias. El artículo planeta, aunque no responde, el interrogante de por qué,
si ser transexual no es un trastorno, requiere tanta terapia.
La serie de The Lancet habla de «asistencia sanitaria
de confirmación de género», que también podría definirse como intervenciones
médicas cuya intención es ocultar el sexo natural del paciente, y que abarcan
la terapia hormonal, inhibidores de la pubertad para adolescentes y cirugías
para extirpar pechos, en el caso de mujeres, y penes, en hombres. Los autores
insisten en que tales intervenciones deben ser incluidas dentro de los sistemas
de salud públicos, financiados por los tributantes.
Ellos basan estas afirmaciones, en parte, en
documentos de derechos humanos y en órganos de expertos internacionales que
condenan los estereotipos. Cuando consignan los servicios de «confirmación de
género», no obstante, los autores de The Lancet aseguran que los transexuales
deberían adherir a dichos estereotipos: «La importancia del estilo de
vestimenta, del comportamiento y de la presentación no puede ser exagerada…
[e]l aporte de un asesor de imagen puede ser beneficioso para las personas que
atraviesan una transición».
Una editorial escrita en coautoría por el editor de
The Lancet, Richard Horton, afirma: «Debemos respetar, apoyar y proteger la
elección individual». No obstante, los autores de esta serie asumen
sistemáticamente una fuerte postura en contra del uso voluntario de terapias de
reorientación o reparativas: «Los gobiernos deben hacer todo lo posible por
erradicar las terapias de sexo reparativas para niños, adolescentes o adultos
en su jurisdicción». La justificación que ofrecen es autorreferencial: «La
opinión profesional predominante considera que estas terapias son antiéticas».
El aspecto más polémico de los cambios propuestos por
la OMS para su manual tiene que ver con la creación de una clasificación
independiente para la «incongruencia de género» en los niños prepúberes. Un
diagnóstico de esta clase podría allanar el terreno para una «solución»
permanente, para lo que normalmente es un problema temporal. Paul McHugh,
psiquiatra de la Universidad Johns Hopkins, escribe que un 80 % de los niños
con problemas de identidad de género los superan.
Los autores de la serie, incluyendo a Winter,
«recomiendan cautela sobre la propuesta [de la OMS] de un diagnóstico para
niños por debajo de la pubertad» y «se une a otros al instar a la OMS que
reconsidere su propuesta».
Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano