Suicidio
asistido y ahora zoofilia legal
Por Carlos Alvarez Cozzi
Las agencias de noticias nos informan
que en Canadá se podrá tener sexo
con animales siempre que no haya penetración. Así lo ha determinado el Tribunal
Supremo del país este viernes al legalizar los actos sexuales entre animales y
personas.
Las autoridades han explicado que las
leyes canadienses no definen claramente el término zoofilia y que únicamente
está prohibido que un humano penetre a un animal o viceversa. El tribunal falló por una
mayoría de 7-1 que será necesaria la penetración para que pueda considerarse
zoofilia.
Según ha informado el periódico
británico The Independent, esta normativa ha surgido tras el caso de un hombre
condenado por 13 delitos de agresión sexual a sus hijastras. El acusado grababa
en vídeo a su perro lamiendo los genitales de sus víctimas que había untado
previamente en mantequilla.
Los documentos judiciales revelan que
el acusado, condenado a 16 años de prisión, intentó que el can realizara el
coito con su hijastra, que finalmente fracasó.
Varios representantes de partidos
animalistas se han manifestado para pedir un cambio de leyes que consideran
obsoletas y que no protegen a los animales del país.
”A partir de hoy, la ley canadiense da luz verde a los
abusadores para usar a los animales para su propia satisfacción sexual”,
ha denunciado el director ejecutivo de Justicia Animal, Camille Labchuk. “Esto
es totalmente inaceptable, en contra de las expectativas sociales, y no se
puede permitir que continúe”, ha añadido.
La noticia, en
verdad, ya no nos extraña.
Canadá y otros países, en forma lamentable, vienen rápidamente deslizándose en
la pendiente relativista, con el suicidio asistido libre a la cabeza, desde
hace un buen tiempo. Es que cuando se pierden las referencias acerca de la
naturaleza y dignidad humanas parece que todo vale.
La vida humana parece que
en Canadá no tiene la relevancia para ser protegida, cualquiera, aunque incluso
no esté enfermo, puede pedir que lo maten y el Estado tiene la obligación de
“asistirlo”, aunque lo que esté necesitando es precisamente que lo curen,
porque en realidad sí que está enfermo, de la siquis y en su afectividad. El
relativismo moral se concreta en relativismo jurídico, sin solución de
continuidad.
Y cuando ese
mismo relativismo se aplica a la afectividad y sexualidad humanas, también
parece que en Canadá debe valer todo. Si un humano quiere satisfacer sus fantasías sexuales,
la luz verde le marca adelante!!! Todo o casi todo vale!!! La limitación puesta
por el tribunal canadiense resulta risible. Que cambia que haya o no
penetración, nos preguntamos.
Si la depravación es ya la que está consumada? No se trata que solamente los defensores de
los animales se quejen ante este fallo, se trata de ir más allá y preguntarse
que le está pasando a la sociedad posmoderna. Y la respuesta es siempre la
misma: que está enferma de hedonismo, de individualismo, es la “sociedad
desvinculada” de la que nos habla Josep Miró.
Sólo la vuelta a
las virtudes, a los valores, puede salvar a la humanidad de esta deriva
autodestructiva que a esta altura parece no tener fin.