para salvar a madres
y neonatos se basan en falsos supuestos
By Rebecca Oas, Ph.D
6 de mayo 2016
(C-Fam)
Tras décadas de inversiones en el control de la
natalidad como rumbo para el desarrollo económico, el Banco Mundial sigue
encontrando más fácil incrementar el uso de anticonceptivos en un modelo
informático que en la vida real. La mujer hoy rechaza la planificación familiar
«moderna» que impulsa el Banco con un alto grado de conocimiento sobre sus usos
y efectos secundarios. No obstante, como lo demuestra un nuevo estudio,
continúa basando miles de millones de dólares de inversión en medidas
deficientes como «embarazos no deseados» y «necesidad insatisfecha» de
anticonceptivos, lo cual implica que se destinará más dinero a la
anticoncepción y menos a la asistencia que salva vidas, como la de la salud
materno infantil.
En el volumen Salud reproductiva, materna, neonatal e
infantil de la publicación del Banco
Mundial titulada Prioridades para el control de enfermedades, los autores
estiman el número de vidas que podrían salvarse ayudando a las embarazadas, a
los recién nacidos y a los niños pequeños. En un cálculo aparte, consideran
solo los efectos de aumentar el uso de anticonceptivos y reducir los
nacimientos a nivel mundial en casi 28 millones, con todos los consiguientes
riesgos para la salud de la madre y el niño.
Pero sus cálculos dependen mucho del dudoso indicador
de la «necesidad insatisfecha» de planificación familiar y supone que sería posible
«satisfacer» el 90 % de esta «necesidad» simplemente brindando acceso a
productos y servicios de anticoncepción.
No obstante, menos de un décimo de las mujeres con «necesidad insatisfecha»
mencionan la falta de acceso como el motivo por el cual no están usando métodos
de planificación familiar. Aunque el acceso a los anticonceptivos, así como el
conocimiento sobre ellos, se ha incrementado en todo el mundo, las razones de
fondo más frecuentes para la «necesidad insatisfecha» incluyen inquietudes sobre
efectos secundarios y oposición personal, a menudo por motivos religiosos.
Un capítulo que trata el análisis de costos y
beneficios afirma: «los programas de planificación familiar generan ganancias
particularmente altas, en especial en países que actualmente tienen tasas de
fecundidad elevadas». Estos beneficios previstos se calculan sobre la base de
estimaciones demográficas: menos embarazos
implican menos muertes de mujeres y bebés, suponiendo que los índices de
mortalidad materna y neonatal sigan siendo los mismos.
Cuando la división de ayuda exterior de los Estados
Unidos hizo una proyección similar, se refirió a los niños cuyas muertes
durante la infancia se prevendrían
evitándose en primer lugar su concepción, como «vidas de niños salvadas
del impacto demográfico». Aunque la publicación del Banco Mundial hizo alusión
a ellas como «muertes evitadas», no llegó a llamarlas «vidas salvadas».
El Banco Mundial también confiere alta prioridad a la
prevención de los «embarazos no deseados», pero admite que no existe consenso
en cuanto a cómo deben de ser medidos, para empezar. Además, los métodos que se
utilizan más frecuentemente son menoscabados en gran medida por la tendencia de
los padres a «racionalizar» a posteriori debido a la «comprensible renuencia de
las madres a declarar a sus hijos como no deseados o inoportunos».
El Banco Mundial también halló «información
insuficiente… para indicar si los embarazos no deseados llevados a término
están desfavorecidos en cuanto a la salud y a la educación, comparados con los nacimientos
previstos». Además, al presentar los beneficios sanitarios de la prevención de
los embarazos «no planificados», la publicación no aduce que el hecho de ser
«no planeado» hiciera que un embarazo o nacimiento fuera más riesgoso que uno
que está previsto.
El uso constante de estos indicadores por parte del
Banco Mundial servirá de justificación para un financiamiento que atiende los
intereses de agrupaciones de planificación familiar. Entre los que quedan
fuera, se encuentran las mujeres sin intención de usar anticonceptivos, las
madres que aceptan a sus hijos imprevistos y los bebés hipotéticos cuyas vidas
fueron «salvadas» siendo evitadas.
Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano