DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

LA CARTA DE LA TIERRA CONTIENE ELEMENTOS RADICALMENTE INCOMPATIBLES CON LA FE CATÓLICA



Gabriel Ariza
Infovaticana.com, 2 julio, 2015


El Obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, alerta de que ciertas referencias de Laudato Sii puedan ser utilizadas para defender una supuesta “canonización” de “La Carta de la Tierra” por el Papa.

En la Encíclica del papa Francisco “Laudato Si’ sobre el cuidado de la casa común” (LS) el Santo Padre cita un texto de un documento llamado “La Carta de la Tierra” (CdT) y habla sobre el llamado “desarrollo sostenible”. Ahora el Obispo de Alcalá de Henares, Mons. Juan Antonio Reig Pla, ha publicado una Carta Pastoral titulada: “No hay ecología sin una adecuada antropología” (LS, 79).

Mons. Reig explica en su Carta Pastoral que algunos elementos de la llamada “Carta de la Tierra”, entre ellos el texto citado por el Papa, pueden ser aceptados por los católicos; sin embargo, advierte también que el hecho de que el Papa cite unas pocas frases no quiere decir, en absoluto, que esté “canonizando” dicho documento; más aún, Mons. Reig afirma: “La Carta de la Tierra contiene en la literalidad de su redacción elementos radicalmente incompatibles con la Fe Católica”, como por ejemplo la definición panteísta, tipo New Age, que dicho documento hace de la paz: «la paz es la integridad creada por relaciones correctas con uno mismo, otras personas, otras culturas, otras formas de vida, la Tierra y con el todo más grande, del cual somos parte» (CdT, 16-f). 
Además, como explica Mons. Reig, La Carta de la Tierra asume y promueve explícitamente la ideología de género (CdT, 11 y 12) y la llamada salud reproductiva (CdT, n. 7-e).

Precisamente el papa Francisco advierte en su Encíclica: “No es sana una actitud que pretenda «cancelar la diferencia sexual»” (LS, 155); y sobre el aborto: “tampoco es compatible la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto” (LS, 120).

Sobre el concepto de “desarrollo sostenible” Mons. Reig explica que éste se plasmó oficialmente en un documento, allá en los años ochenta del siglo XX, en el seno de la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo; se le definió como aquel crecimiento económico que satisface las necesidades del presente sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para satisfacer a sus necesidades propias. Esta es la razón por la que la encíclica del papa Francisco hace suyo dicho concepto tal y como viene haciendo el Magisterio de la Iglesia desde hace años, pues, en su literalidad bien entendida, la definición no plantea ningún problema. 
Sin embargo, pronto se comprobó que muchas instituciones escondían detrás de las nobles palabras “desarrollo sostenible” aspectos radicalmente inmorales como la anticoncepción, la esterilización o el aborto. Saber esto, según explica Mons. Reig, es importante, pues, hoy por hoy, – en prácticamente todos los casos – los organismos internacionales, gubernamentales y muchas ONG atribuyen un contenido al concepto “desarrollo sostenible” que no coincide con el de la Iglesia Católica. Esta es la razón por la que la Santa Sede por boca de su Delegado en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo de El Cairo en la que se trató el tema del “desarrollo sostenible”, aclaró:

“Nada de lo que la Santa Sede ha hecho para llegar a este consenso ha de entenderse o interpretarse como una aprobación de conceptos que no puede apoyar por razones morales. En especial, no ha de entenderse que la Santa Sede acepta el aborto o que ha cambiado, de algún modo, su posición moral sobre el aborto, los anticonceptivos y la esterilización, o sobre el uso de preservativos en los programas de prevención contra el VIH o el SIDA”.


Últimamente, la Santa Sede, en los organismos internacionales, prefiere utilizar la expresión “desarrollo humano sostenible” para resaltar de un modo más incisivo su propuesta específica sobre la materia. El papa Francisco matiza todavía más la expresión en la encíclica hablando de “desarrollo humano, sostenible e integral” (LS, 18).