La Nación, editorial, 30-8-15
A partir de la consulta a expertos locales sobre tres
indicadores, el Centro para la Prosperidad Global del Instituto Hudson con sede
en Washington (www.hudson.org./cgp)
difundió recientemente su primer Índice de Libertad Filantrópica que mide y
compara la realidad de 64 países. El objetivo es tomar conciencia del aporte
del sector privado a la prosperidad y el desarrollo, pues, además de los
factores socioculturales, es el entorno legal y regulatorio el que marca el
nivel de contribuciones en tiempo o dinero que se registran en una sociedad.
Con Holanda encabezando el ranking, Estados Unidos
ocupa el segundo lugar y Alemania, el tercero, mientras que Arabia Saudita
figura en el último puesto. La Argentina ocupa la 34» posición. El informe
destaca su enorme potencial y el nivel de burocratización y politización hoy
vigentes, mencionando asimismo los controles restrictivos al capital y al
mercado de cambios, así como las demoras en el pago de las deducciones
impositivas correspondientes a donaciones en dinero que se detectaron en
nuestro país.
Desde 2005, el Índice Mundial de Generosidad refleja
anualmente la realidad filantrópica de 135 países. La medición que conduce
Gallup permite segmentar a un universo de más de 2300 millones de personas que
realizan por lo menos una acción altruista al mes, según sus características,
como ayudar a personas desconocidas, contribuir económicamente con alguna causa
o trabajar en acciones de voluntariado. Los resultados de 2014 permiten inferir
que los desastres naturales incentivan la generosidad y que no son
necesariamente sólo las naciones más desarrolladas las más solidarias. Aunque
tampoco lo son las más pobres. Por ejemplo, Estados Unidos encabeza el ranking
de ayuda a extraños, mientras que Myanmar es primero en cantidad de dinero.
Sólo cinco países de los 20 que encabezan el ranking corresponden a las
economías más desarrolladas del mundo.
Entre las recomendaciones del estudio de Gallup a los
gobiernos, se destaca la importancia de promover a las instituciones sin fines
de lucro con regímenes justos, abiertos y transparentes, y de facilitar los
procedimientos que alienten las donaciones a fin de incrementar la solidaridad.
Una mirada renovada del descarnado mundo económico
plantea cada día nuevos desafíos. No hay duda de que el aporte del ámbito del
trabajo es importante a la hora de contribuir al mejoramiento de la sociedad.
Hay quienes abrigan la esperanza de que su tarea cotidiana sirva para construir
una sociedad mejor, pues las personas necesitan del dinero, pero también
requieren estar motivadas y contentas, sintiendo que dan así también sentido a
su vida. En los últimos tiempos, han surgido movimientos como el
"altruismo efectivo", las inversiones con impacto social, la banca
ética o las llamadas "empresas B" (del inglés, Benefit Corporation)
que combinan el negocio rentable con aportes sociales o ambientales que
garantizan dignidad humana en la sociedad y mejoran el humor de los empleados.
Podemos registrar en nuestro organismo los beneficios
de practicar actos altruistas, incluso cuando simplemente los observamos en
otros. Un estudio en Harvard expuso a los alumnos a un video en el que se veía
a la Madre Teresa trabajando junto con huérfanos en Calcuta y a otros a un
video distinto. Quienes vieron el de la Madre Teresa presentaron luego mayores
índices de inmunoglobulina A, un anticuerpo de nuestro sistema inmunológico.
Desde la psicología y las neurociencias se destaca que
muchas veces la generosidad se asocia a la sensación de bienestar que
experimentamos los seres humanos al dar, más que con el deseo de ayudar. Varias
investigaciones confirman que quienes donan dinero, tiempo o esfuerzos son
generalmente más felices que quienes no lo hacen. Esto es así porque se ha
demostrado que los centros nerviosos de recompensa que se activan en nuestro
cerebro son casualmente los mismos que se ponen en funcionamiento cuando
disfrutamos de una rica comida.
Preocupados por llegar a fin de mes, podemos perder
esta visión. Es muy importante que tomemos conciencia de que el uso que hacemos
de nuestros recursos no sólo puede contribuir a cambiar al mundo, sino que
también puede enriquecernos espiritualmente a cada uno.
Los gobiernos deben promover y facilitar desde las
normativas el altruismo, colectivo o individual, organizado o espontáneo, en
tanto no sólo favorece el desarrollo económico, sino que también construye
mejores sociedades, pues hace de sus habitantes mejores personas. La Fundación
Manos Abiertas sintetizó muy acertadamente en un eslogan este concepto:
"FeliSÍDar, ayudar hace feliz". Generosidad y felicidad van siempre
de la mano..