Aica, 19 Jun 2015
Al presentar la encíclica Laudato si’ del papa Francisco, el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, advirtió que "la Tierra se está convirtiendo en un gran basural. Urge, entonces, escuchar con atención este apremiante llamado de la Iglesia al cuidado de la casa común, y tomar las decisiones que sean necesarias para evitar su destrucción. Ojalá la encíclica sea bien recibida, más allá de la curiosidad mediática".
El prelado platense, que estuvo acompañado por el obispo auxiliar monseñor Alberto Bochatey OSA, afirmó "que detrás de todo esto hay intereses financieros y políticos muy poderosos; y que olvidan especialmente a los más pobres. El carácter ampliamente ecuménico del documento -subrayó-, es una invitación del Papa a los creyentes y no creyentes; especialmente a ciertos grupos ecologistas, que no están motivados por la fe".
Monseñor Aguer destacó que "la propia palabra ecología hace referencia a oikos (en griego, casa). La encíclica, entonces, se inscribe en la Doctrina Social de la Iglesia; sistematizada a partir de la encíclica Rerum novarum, de León XIII (1891). Por otra parte, en este siglo, ya San Juan Pablo II y Benedicto XVI, abordaron los problemas del medio ambiente y la ecología humana".
Asimismo, subrayó que "el documento hace una referencia frecuente a los pobres que son, evidentemente, los más perjudicados. Esto lo podemos ver, de modo especial, en las periferias de nuestras grandes ciudades, donde muchos hermanos nuestros viven en medio de la basura. La Iglesia aporta, pues, una teología de la Creación entendida como un don de Dios, y una tarea para el hombre".
En tanto, monseñor Bochatey puso de relieve "el amplio aporte de distintos miembros de la Iglesia para esta encíclica. La primera redacción estuvo a cargo del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, que preside el cardenal Peter Turkson; y del que monseñor Aguer es miembro. Le siguieron consultas a la Congregación para la Doctrina de la Fe, a trece conferencias episcopales, y otros organismos. Finalmente, el Papa, durante una semana, suspendió todas sus audiencias y se abocó de lleno a su redacción final".
El prelado hizo referencia al capítulo dos de la encíclica, "sin duda el más bíblico y teológico. El Papa, al hablar del dominio sobre la Tierra, explica que dicha palabra viene de dómine (señor, en latín). Se trata de rescatar el señorío universal de Jesucristo. Hay que profundizar en la raíz humana de la crisis ecológica, en el exceso de antropocentrismo (el hombre como centro), y una postura autorreferencial, centrada sobre uno mismo y el poder. Por eso, el Papa alienta una discusión científica y social, responsable y amplia".
Alertó sobre ciertas lecturas ideológicas o reduccionistas que pueden hacerse sobre la encíclica. "Muchos medios, especialmente en Europa, la presentaron como verde, y bien se sabe que ello puede hacer referencia a determinados partidos políticos o grupos. Más allá de cualquier postura excluyente, es un llamado urgente al diálogo, a la lucha contra la corrupción y a evitar las cláusulas secretas de ciertos contratos entre los grandes poderes económicos y los gobiernos".
Finalmente, monseñor Bochatey convocó a "recibir, con amplitud, el llamado del Papa a la educación y a la espiritualidad ecológica. Solo la ecología integral puede preservar a la humanidad de su autodestrucción".+