Por Carlos
ALVAREZ COZZI
Era un hecho
esperado porque el mismo ex canciller uruguayo lo había anunciado. Ni bien
asumíó su nuevo cargo de secretario general de OEA ya se puso a trabajar para
impulsar la agenda de género en toda América. Es el “colonialismo cultural” del
que nos advierte constantemente el Santo Padre Francisco.
Recordemos que
Almagro fue canciller del gobierno de Mujica en Uruguay, que legalizó el crimen
del aborto, aprobó el mal llamado “matrimonio” homosexual y legalizó el consumo
recreativo de marihuana. Y también recordemos que fue designado secretario
general de OEA con el expreso apoyo del abortista presidente de Estados Unidos,
Barack Obama, que ha desarrollado en su país una política agresiva en contra
del derecho a la vida.
Así lo
consignan las agencias de noticias (https://www.aciprensa.com/noticias/exigen-a-lider-de-la-oea-que-deje-de-impulsar-agenda-anti-vida-y-familia-39568/).
Con una
visión muy peculiar Almagro pretende defender una supuesta agenda de derechos.
Claro, se olvida del derecho del nonato a nacer, se olvida del derecho a cuidar
de la salud, se olvida del derecho a no confundir la institución del matrimonio
entre mujer y varón con otros vínculos que por su naturaleza, jamás podrían
denominarse matrimonio.
La paradoja
es que el ex canciller uruguayo, perteneciente a una izquierda que siempre
atacó a los Estados Unidos como país imperialista, ahora esté en un cargo
internacional relevante gracias justamente al apoyo del coloso del norte.
El actual
embajador de Cuba en Uruguay en un evento público calificó sorpresivamente a Almagro
como a alguien que sería funcional a los Estados Unidos. Y vemos que ha
empezado decididamente a ello el nuevo secretario general, con este discurso
colonialista, de cultura del descarte que desde la OEA pretende imponer contra
viento y marea. Se encontrará seguramente con la resistencia de gobiernos que
ya han rechazado dicha agenda como lo son Paraguay, Ecuador y Perú.
Socios en un
mismo proyecto el imperialismo capitalista y los supuestos “progresistas”. Lo
que confirma una vez más que los supuestos extremos se tocan y colaboran entre
sí. En el medio quedarán las víctimas si el mismo avanza: los bebés asesinados
impunemente, los dependientes de la drogadicción y el furibundo ataque a la
familia. Pero eso, a ellos no les importa.