Aica, 22 Jun
2015
En el marco de su visita apostólica a Turín, el papa
Francisco se reunió, en la tarde del domingo 21 de junio, con la familia
salesiana, que celebran este año los 200 años del nacimiento de su fundador,
san Juan Bosco. La basílica de María Auxiliadora fue el lugar en el que los
hijos de Don Bosco y las Hijas de María Auxiliadora escucharon al Papa, quien,
al entrar en el templo, oró frente a la tumba del santo durante unos minutos.
Tras una presentación del actual Rector Mayor de los
Salesianos, padre Ángel Fernández Artime SDB, el Papa decidió dejar a un lado
el discurso que tenía previsto e improvisó sus palabras en las que precisamente
habló de su cercanía con esta congregación religiosa.
El Santo Padre recordó las características de la
congregación y de algunas anécdotas que él mismo vivió junto a ellos. Parte de
su discurso lo dedicó a hablar de la situación de los jóvenes que no tienen
posibilidad de trabajar ni de estudiar. Por eso solicitó una educación “en la
medida de la crisis”, ofreciéndoles “alguna cosa que sea fuente de trabajo, de
trabajos pequeños, de ayudar, una educación de emergencia”.
“Pensé mucho qué decirles a ustedes, lo escribí, pero
es demasiado formal”, comenzó diciendo. “Se lo entrego al Rector Mayor para que
se lo haga conocer”, dijo entre aplausos.
“A este Rector Mayor le conocí en un confesionario,
pero yo no fui a confesarme donde él ni él donde yo, sino que era una
peregrinación a la Virgen de Luján, de los jóvenes. Él apenas había llegado a
la Argentina, era el mes de octubre”, comentó.
El Papa explicó que a esta peregrinación llega un
millón de jóvenes en 48 horas, y en esa ocasión le presentaron al nuevo
“inspector de los salesianos”. “Yo dije: ‘Ah, ¿este es el gallego que nos viene
a mandar?’”.
Francisco les indicó que “quisiera hablarles de mi
experiencia con los salesianos”.
“Mi familia estuvo siempre muy unida a los salesianos.
Mi padre apenas llegó a la Argentina fue con los salesianos” y “conoció a
muchos de ellos”. “Rápidamente se aficionó a un equipo de fútbol (el San
Lorenzo) que había fundado un sacerdote salesiano en 1908 con los chicos de la
calle, que tiene los colores de la Virgen, rojo y azul”. “No sé qué opinan,
pero para mí es el mejor equipo de la Argentina, fue muchas veces campeón”,
dijo.
El Papa señaló que “allí conoció a mi madre, que vivía
a pocos metros y se casaron”, y contó después que los casó un sacerdote
misionero salesiano de la Patagonia amigo de la familia, pero que nació en
Italia.
“Yo iba a confesarme con él cuando era chico, me
bautizó y después guió mi vocación y en el momento de pasar del seminario a la
Compañía de Jesús fue él quien me guió”, por eso “tengo tanto reconocimiento
hacia la familia salesiana por lo que hizo en mi vida”.
Francisco contó que después de tener el quinto hijo,
su madre se quedó paralítica, lo que provocó que enviasen a los tres hermanos
mayores a colegios salesianos durante un año. “Yo allí aprendí a amar a la
Virgen, los salesianos me formaron en la belleza, en el trabajo, y esto creo
que es un carisma suyo, me formaron en la afectividad y esto era una
característica de Don Bosco”, aseguró.
“Con el amor formaba la afectividad, hacía natural la
afectividad de los chicos, que le llevábamos flores a la Virgen”. “Creo que Don
Bosco fue capaz de educar la afectividad a los chicos porque tuvo una madre que
educó la propia afectividad. Una madre buena, cariñosa, fuerte”, por eso “no se
puede entender a Don Bosco sin su madre Mamá Margarita”.
Por otro lado, el Papa recordó que a finales del siglo
XIX, “esta región de Italia estaba llena de masones, ‘come-curas’,
anticlericales y demoníacos. Turín era uno de los focos demoníacos. Pero,
¡Cuántos santos aparecieron!, ¡Hagan la cuenta!”, exclamó.
El Señor dio una misión a estas familias que nacieron
en este tiempo. Hoy muchas cosas se mejoraron, ahora hay computadoras… pero la
situación de la juventud es más o menos la misma” y “Don Bosco trabajó con los
jóvenes que estaban sin trabajo, sin estudios, en la calle. Rescató su
ministerio”.
“Hoy con una situación donde el 40 por ciento de los
jóvenes de Italia a partir de los 25 años en adelante no tienen trabajo, ni
estudian, ustedes salesianos tienen el mismo desafío que tuvo Don Bosco. Tomar
a estos jóvenes”.
Pero, ¿qué hacía el santo? El mismo Francisco dio la
respuesta: “El deporte, porque lleva a ser social, a una competitividad sana, a
la belleza de trabajar todos juntos, y después la educación. Don Bosco hizo
pequeñas escuelas para educarles, donde aprendían un arte o un oficio”.
Sobre este asunto, dijo que quizás “en seis meses” se
les puede “enseñar un poco a ser electricistas, o plomeros porque siempre hay
una canilla que se rompe”. Subrayó sobre todo la necesidad de una educación “en
la medida de la crisis” y solicitó a darles “alguna cosa que sea fuente de
trabajo, de trabajos pequeños, de ayudar, una educación de emergencia”.
“Creo que hoy los chicos de la calle necesitan una
educación de emergencia: poco tiempo pero con un oficio práctico y después ya
se verá”.
Además de educarlos, “hay que llevarlos a la alegría,
la alegría salesiana, que es otra cosa que yo aprendí y de lo que no me olvido
jamás”. “Todo lo que nos dio el Señor es precioso, aunque exista la cruz”, pero
“con el estómago vacío no se puede alabar a Dios”.
Los tres amores blancos de Don Bosco
El Santo Padre señaló que Don Bosco “no tuvo
vergüenza” de recordar lo que él llamó “los tres amores blancos: la Virgen, la
Eucaristía y el Papa”. “Él no se avergonzaba de la Virgen porque nunca se
avergonzó de su madre”.
“También hoy muchas veces encontramos a gente que no
es que se avergüence de la Virgen, pero no hablan de ella con el amor con el
que hablaba don Bosco. Fue su primer amor y se fiaba de Dios rezando a la
Virgen”.
Sobre la Eucaristía, afirmó que “gracias a Dios, la
liturgia en la familia salesiana se hace bien y se explica bien, se hace entrar
a los jóvenes en el misterio eucarístico”. Además, están las “adoraciones
eucarísticas que yo veo que hacen los salesianos, y es bueno”.
El tercer amor, el Papa, porque “Don Bosco amaba la
Iglesia, amaba a la Virgen y a su madre, y a ustedes, mujeres consagradas”. “El
misterio de la mujer en la Iglesia, el amor al Papa no es solo el amor a una
persona, sino el amor a Pedro como cabeza de la Iglesia, como representante del
esposo de la Iglesia”.
“Piensen en la relación entre la Iglesia-madre, la
Virgen-madre, Margarita-madre”, dijo de nuevo en referencia a la madre del
fundador de los salesianos. “Ustedes forman chicas para ser madres, que hagan
crecer a las chicas en el amor a la Virgen y a la Iglesia”.
El Papa señaló que a veces algunos le preguntan por
qué no nombra a una mujer jefa de un dicasterio de la curia romana: “Yo les
digo: pero ¿usted cree que eso es una decisión fuerte? Eso es un funcionalismo.
La mujer en la Iglesia tiene el mismo trabajo que tenía la Virgen con los
apóstoles en la mañana de Pentecostés. Los apóstoles sin María no hacían nada.
Jesús lo quiso así”.
Antes de terminar, aseguró que “la Iglesia, la
pobrecita, debe convertirse todos los días, desde el Papa en adelante, pero es
la Santa Madre Iglesia”.
“Por toda esta experiencia con los salesianos le doy
gracias a Dios” dijo, y aseguró que “me ha ayudado a ir adelante en la alegría,
en la oración y creo que esto no es algo que se haya venido abajo con el
tiempo”, sino que “el carisma es de una actualidad grandísima”.
“Les doy las gracias de todo lo que hacen en la
Iglesia y por la Iglesia, les agradezco por la misionariedad. Hay muchos
salesianos escondidos en África” y recordó también a los salesianos mártires de
la Patagonia, en la Argentina.
“A los salesianos que no tienen la concreción de las
cosas le falta algo”, porque “salesiano es ser ‘concreto’. Ve el problema,
piensa cómo hacer y toma una decisión”, aseguró.+