Carlos Álvarez Cozzi
El portal de
C-FAM, que recoge la magnífica tarea de observador que Austin Ruse hace de las
Naciones Unidas para los temas de vida y familia nos informa que “A mediados de
este año, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) publicó un Informe (http://sexualrightsinitiative.com/2014/upr/lessons-from-upr/)
en colaboración con la Iniciativa por los
Derechos Sexuales (SRI, por sus siglas en inglés), que recoge las
recomendaciones que cada país hizo durante el primer ciclo del EPU, que fue de
2008 a 2011. De todos los temas que se incluyeron bajo el título «salud y
derechos sexuales y reproductivos», 37 eran relativos al aborto (aunque ninguno
abordaba los abortos forzados o de selección en función del sexo) y 232
trataban la discriminación por orientación sexual, otro tema que va más allá
del alcance de los tratados internacionales de derechos humanos.
No todas las recomendaciones fueron
bien recibidas. De las treinta recomendaciones de eliminar restricciones al
aborto, solo cuatro fueron aceptadas, tres recibieron respuestas ambiguas y 23
fueron rechazadas en su totalidad.”
Para los que nos acusan a los provida
de que tenemos la idea fija con las Naciones Unidas, en particular con el Fondo
de Población, acá tenemos otra prueba de que este organismo está imbuido
lamentablemente de la cultura de la muerte, llamada también de la cultura del
descarte, como gusta decir Papa Francisco.
Llaman eufemísticamente recomendaciones
sobre “salud sexual y reproductiva”, a lo que contiene la promoción del aborto
bajo todas sus formas. Afortunadamente que muchos Estados, rechazaron nada
menos que 23 de las 30 recomendaciones formuladas por este organismo para
facilitar los abortos.
Los Estados están tomando cada vez más
conciencia de lo nefasto que es este organismo de Naciones Unidas. Pareciera
que el mismo sigue siendo permeable al imperialismo del norte que quiere un
invierno demográfico para los países del sur como si la pobreza se eliminara
matando sencillamente a los pobres. Lo más triste es que continúan presionando
a los países sobre todo latinoamericanos y africanos a que sigan sus recetas ya
que de lo contrario otros organismos internacionales, en este caso de crédito, no conceden préstamos internacionales a
aquellos gobiernos que no aceptan las recomendaciones de la cultura del
descarte.