DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

CAPITAL Y TRABAJO EN LA ERA DEL ROBOT



Jorge Castro Analista Internacional

Clarín, IECO, 7-12-14

La relación capital-trabajo en EE.UU. se presenta en estos términos: la participación de las remuneraciones laborales (fondo salarial) en el PBI fue 1,5% en 2013, mientras que la ganancia del capital trepó a 26,2%, en tendencia ascendente.

Lo que está en juego es la siguiente regla: a medida que aumenta la inversión de capital, se ahorra en la retribución de la fuerza de trabajo; y al intensificarse la composición del capital, disminuye la tasa de retorno en el mediano/largo plazo.

La ley de la acumulación capitalista es alza de la inversión de capital/ahorro de la fuerza de trabajo (“Capital Investment/Labor Saving”, K. Marx, “El Capital”, Tomo I); y al aumentar la composición orgánica del capital (aumento del capital fijo/constante sobre el capital variable/fondo salarial), la reducción de la tasa de retorno lleva al estancamiento del sistema.

En los últimos 10 años esta tendencia ha experimentado un cambio cualitativo; y el capital no sólo se intensifica ahora, sino que atraviesa sucesivas y cada vez más profundas transformaciones tecnológicas, que provocan drásticos aumentos de productividad, sobre todo a partir del surgimiento de la nueva revolución industrial (2005 /2006).

No se trata sólo de un fenómeno norteamericano, sino mundial, y abarca tanto a los países capital-intensivos (EE.UU, Alemania) como a los que disponen de abundante fuerza laboral (China, India, México).

El rasgo común que ofrece esta extraordinaria ganancia de capital es la caída correlativa del costo de los bienes de inversión, como consecuencia de las sucesivas revoluciones tecnológicas. Esta tendencia fue advertida por Gordon Moore en 1971 (Ley de Moore), que señaló que la revolución tecnológica duplica cada 18 meses la capacidad de procesamiento de la información mientras disminuye sus costos a la mitad.

El corolario es que a medida que disminuye el valor de los equipos de capital (bienes de inversión), se acentúa la tendencia a sustituir puestos de trabajo por instrumentos de producción, sobre todo automáticos (robots), lo que empuja el fondo salarial hacia un destino de irrelevancia.

De ahí la desigualdad creciente del capitalismo avanzado, sobre todo en los países que experimentan con mayor intensidad la revolución tecnológica, en primer lugar EE.UU., la frontera del sistema.

Esta tendencia tecnológica adquirió características demográficas debido a un acontecimiento geopolítico mayor. Al unificarse el sistema tras la caída de la Unión Soviética (1991), se duplicó la fuerza de trabajo del mercado mundial (pasó de 1.500 millones de trabajadores a 3.500 millones en 3 años).

El resultado fue que se modificó en sus raíces la relación capital-trabajo, y en tanto el primero se duplicó, el segundo se redujo a la mitad; y lo mismo ocurrió con sus respectivas tasas de retorno. El fondo salarial era 45% del PBI en China en 1988 y disminuiría a 32% en 2015, con niveles de desigualdad semejantes a los norteamericanos.

Esta tendencia central de la época adquirió un carácter disruptivo en los últimos 10 años, al transformarse el cambio tecnológico en una nueva revolución industrial, con estándares cualitativamente superiores de productividad.

La consecuencia fue que la participación de la fuerza de trabajo en el PBI que se había mantenido estable en EE.UU. durante 50 años (1947-2000) en un nivel promedio de 64,3%, cayó casi 10 puntos en la última década (57,8% en 2010); y el ingreso per cápita del 80% de la pirámide ocupacional sufrió una disminución neta de sus ingresos, en tanto que el 20% de arriba acumuló más de 100% del aumento efectivo.


En esta época la categoría de lo paulatino tiende a desaparecer, y su lugar lo ocupa –instantaneidad mediante– lo disruptivo, lo cualitativo, lo fundamentalmente novedoso. La historia es una serie sucesiva de gigantescas sorpresas.