Population Research Institute, 13-11-14
por Steven W. Mosher
En los últimos 4
años, el Senado de EEUU se convirtió en la barrera infranqueable para cualquier
legislación pro vida. Harry Reid cumplió el indecoroso encargo de la Administración de
Obama de bloquear más de 300 (¡!!!!) proyectos de ley aprobados por la Cámara de Representantes.
Muchos de estos contaron con el apoyo bipartidista y habrían ganado fácilmente
la aprobación del Senado. Sin embargo, el líder de la mayoría demócrata, en una
estratagema política cínica, violó impune y reiteradamente una tradición
centenaria en el debate parlamentario de EEUU. Simplemente ninguno de ellos
entró a debate en el Senado y Reid nunca se dignó a dar explicación alguna.
Aparentemente Reid
buscaba proteger a los senadores más vulnerables del partido demócrata que
hubieran tenido que votar por enmiendas pro vida en contra de su partido para
buscar su re- elección en estados más conservadores. Por ejemplo, ¿cómo le
explicaría el senador Pryor a la buena gente de Arkansas el hecho que las leyes
puedan permitir matar niñas por nacer por el simple hecho que sus padres
deseaban tener un niño?
Con los recientes
resultados de las elecciones parlamentarias en EEUU que han otorgado mayoría a
los republicanos, ya no habrá Harry Reid que pueda detener algunos proyectos de
ley a favor de la vida. Entre los más importantes tenemos:
Ley de Protección a la Capacidad de Dolor del
Niño por Nacer: prohibiría casi todos los abortos después de la semana 20 del
embarazo, momento en que la ciencia verifica que el niño no nacido puede sentir
dolor. Salvaría al menos 18.000 vidas al año. Sería un paso importante hacia la
prohibición de todos los abortos.
Ley del no
Financiamiento del Contribuyente al Aborto: prohibiría que el gobierno federal
financie los abortos, trasladando la obligatoriedad y universalidad de los
impuestos a la promoción de una elección personal. Si usan fondos de los
contribuyentes, se les está obligando a todos a subvencionar este tipo de
violencia. El proyecto también obligaría a que el programa público de salud de
Obama, conocido como el Obamacare, informe a sus usuarios del cobro por abortos
que hasta ahora mantienen oculto.
Ley de Objeción de
Conciencia en la Atención
de Salud: protege los derechos de la Primera Enmienda
de la Constitución
de EEUU y los exime del decreto de la Administración Obama
que los obliga a pagar por abortivos y aborto. También ofrece protección a la objeción
de conciencia de individuos y entidades de atención de la salud que se niegan a
ofrecer, pagar, o remitir a los pacientes a los proveedores de aborto debido a
sus creencias y principios.
Ley de Presupuesto
Fiscal 2015: El texto aprobado en la
Cámara de Representantes cortaría los fondos al Fondo de
Naciones Unidas para Actividades en Población (UNFPA), que apoya fuertemente el
programa coercitivo de control natal de China y restituiría La Política de Ciudad de
México que niega fondos públicos para organizaciones no gubernamentales que realicen
o promuevan el aborto como método de planificación familiar. Esto significaría
un recorte de 461 millones de dólares al año.
Estoy totalmente
convencido que todos los proyectos de ley pro-vida mencionados anteriormente
serán votados y aprobados por el Senado de EEUU. De hecho, existe un ánimo muy
fuerte para volver a las tradiciones del Senado en cada uno de los más de 300
proyectos de ley bloqueados desfachatadamente por Harry Reid.
Frente a este tsunami
de la legislación pro-vida, el Presidente Obama se verá tentado a usar su
derecho a veto asumiendo el costo político del innoble papel hasta ahora
ejercido por Reid. Será una lucha dura para ambos lados. Por un lado, Obama
además estará obligado a aprobar algunas leyes para financiar sus programas estatales
aun cuando tengan modificaciones que protejan la vida. Por el otro, los
legisladores pro vida de ambas cámaras tendrán el reto de trabajar unidos para
poner al aborto legal en la ruta de la extinción.
Pero en todo caso, la
meta de Obama ahora es más modesta. Su tarea será retrasar el regreso de EEUU a
la cordura que es garantizar el derecho a la vida de todos los estadounidenses.