POR EMILIO APUD
INGENIERO- EX
SECRETARIO DE ENERGÍA Y MINERÍA
Si aceptamos que la
producción de petróleo y gas por métodos no convencionales significa una
inmensa riqueza potencial para nuestro país, dados los recursos
hidrocarburíferos detectados en las formaciones de shale o rocas generadoras o
madres, es indispensable ya mismo explicarle a la opinión pública que su
explotación no significa amenaza ambiental alguna si se hacen bien las cosas.
De esa manera se
podrán mitigar los embates irresponsables de aquellos que usan el tema
ambiental para oponerse a desarrollos sustentable.
Es necesario evitar
que denuncias infundadas, que encuentran campo propicio en la ignorancia y el
miedo, sigan obstruyendo proyectos que, manejados adecuadamente, son ambiental
y socialmente sustentables y que además implican un manejo racional de los
recursos agua, suelo y aire con el concepto de preservación. Es lo que se hace
en los países más desarrollados de la tierra que explotan sus recursos
naturales.
Por omisión del
Estado y de las empresas, se ha dejado campo fértil a los alarmistas que sin
fundamentos científicos se oponen a proyectos de desarrollo, invocando
problemas ambientales.
Ergo, hoy no tenemos industrias de pasta celulósica
sustentable como la de UPM, ex Botnia, le cortamos el puente a Uruguay durante
4 años y seguimos reclamándole, en vez de disculparnos ante la evidencia de que
esa planta no contamina.
También ya comenzaron con los ataques a la extracción
de Litio, mineral estratégico por ser el componente principal de las baterías
que reemplazarán combustibles fósiles, rechazan la minería del uranio, la de
explotación a cielo abierto, la energía nuclear con fines pacíficos y así,
muchos casos más donde la denuncia ligera pero con alta carga de emotividad
prende fácilmente en una población desinformada, impidiendo poner en valor
inmensas riquezas en forma sustentable que cambiarían nuestra calidad de vida y
actual nivel de desarrollo que no guarda relación con los inmensos recursos que
tenemos.
Y ahora le toca al
fraqueo, spanglish de fracking cuya traducción sería fractura. Ya he visto
hasta en provincias, que no cuentan con recursos de shale gas o shale oil,
pasacalles con “No al Fraqueo”, saga de otros como “no a las pasteras”, “no a
la minería”, no, no, no ….
Pero ¿se dará cuenta
nuestra dirigencia política y nuestros gobernantes del costo de cada uno de
esos no, en términos de pérdida de oportunidades?
Muchas organizaciones
ambientalistas y políticas atizan el fuego del miedo, a veces por
desconocimiento y otras por intereses. Pero lo que resulta inaudito es que los
principales afectados por estas campañas reactivas, que son los estados federal
y provinciales, actúen a la defensiva -tal vez porque a algunos su pasado los
condena- cuando deberían estar informando a la población qué significan el
shale oil y gas en Vaca Muerta y los beneficios que significan para la
provincia, el país y los pueblos vecinos a los yacimientos.
Con datos precisos y
basados en experiencias en otros países, mucho más cuidadosos del ambiente que
en el nuestro, donde se explota este tipo de hidrocarburos mediante el fracking
desde hace décadas respetando la ley a rajatabla, hay que explicar que existen
la tecnología y los procedimientos para hacer sustentable la actividad,
básicamente en cuanto al manejo racional del recurso agua, puesto que desde el
punto de vista ambiental esta es una actividad menos contaminante que la
convencional. Pero, y aquí viene lo más difícil, hay que lograr que la gente
vuelva a confiar en el Estado cuyo rol principal en esta materia será velar por
el cumplimiento irrestricto de toda la normativa ambiental y de preservación de
recursos que establezcan las leyes.
De lo contrario,
perderemos una oportunidad de transformar en riqueza para todos los argentinos
la inmensa potencialidad de los recursos de petróleo y gas no convencionales
que nos llovió del cielo.
Clarín, 24-10-13