El tema es la calidad de vida
Alejandro Spika (Asesor en temas de seguridad)
Sigo con atención las controvertidas opiniones suscitadas por la propuesta del legislador Roberto Birri sobre la eliminación de la figura del “merodeo”.
Howard Safir, jefe de policía de Nueva York, cuando implementó junto con el alcalde Rudolph Giuliani la famosa estrategia de “Tolerancia cero” (1996-2000), expresó: “Algunos defensores de los derechos civiles protestaron en contra de nuestras medidas por infringir los derechos civiles, pero el derecho civil número uno es el derecho a estar libre de la delincuencia”.
Dentro de un plan que llamaron “Programa de aval de transgresión”, incorporaron el “merodeo”, englobado en lo que titularon “calidad de vida”.
Si bien “Tolerancia cero” tenía como objetivo principal quebrar el tráfico de drogas dentro de la ciudad, del concepto se pueden extraer algunas ideas aplicables a nuestro país.
Por ejemplo, crear por ley centros de detención municipales. En el caso de Nueva York, allí iban detenidas las personas que no pudieran justificar su presencia en determinados lugares (merodeo, entre otras infracciones), con lo que se evitaba llevarlas a la Justicia y recargar a ésta inútilmente (algo fundamental en la Argentina).
El criterio se sostenía en la evidencia de que el delincuente tiene una personalidad intrínsecamente transgresiva (cruzar semáforos en rojo, circular a alta velocidad, etcétera).
Esa debilidad fue aprovechada para detener y sancionar a delincuentes ya conocidos (enviándoles, además, el mensaje “estamos sobre tus espaldas”) y a otros no conocidos pero igualmente peligrosos para la calidad de vida.
Es decir, la figura del “merodeo” fue útil para el objetivo de administrar la seguridad de una ciudad que hasta entonces era una de las más peligrosas del mundo.
Nuestro problema. Deseo aclarar de manera expresa que el principal problema de la inseguridad en la Argentina es la desnutrición infantil, tema muy poco mencionado. Basta leer lo que han dicho destacados profesionales del tema.
Abel Albino, médico que lucha en forma denodada contra este flagelo, señaló: “La principal riqueza de un país es su capital humano; si en los primeros 18 meses de vida el niño no recibe la adecuada ingesta de nutrientes, se transformará en un débil mental y, en consecuencia, el país arriesga su futuro”.
Alejandro O’Donell, quien fuera presidente del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni), decía: “...gente con poca fuerza de trabajo, que no gana un peso, que tiene poca cultura, criará tal vez hijos casi en las mismas condiciones. Es la reiteración de un ciclo de marginación y de miseria”.
Sin dudas, la marginación infantil debería ser incorporada como política de Estado para combatir la violencia.
En la actualidad, hay ya varias generaciones de desnutridos sin capacidad de discernir entre lo que está bien y mal, sumergidos en ambientes donde la promiscuidad (violencia familiar, violaciones, hambre, falta de servicios mínimos, alcohol, drogas, etcétera) sólo puede generar más violencia.
La Voz del Interior, 10-11-11
Alejandro Spika (Asesor en temas de seguridad)
Sigo con atención las controvertidas opiniones suscitadas por la propuesta del legislador Roberto Birri sobre la eliminación de la figura del “merodeo”.
Howard Safir, jefe de policía de Nueva York, cuando implementó junto con el alcalde Rudolph Giuliani la famosa estrategia de “Tolerancia cero” (1996-2000), expresó: “Algunos defensores de los derechos civiles protestaron en contra de nuestras medidas por infringir los derechos civiles, pero el derecho civil número uno es el derecho a estar libre de la delincuencia”.
Dentro de un plan que llamaron “Programa de aval de transgresión”, incorporaron el “merodeo”, englobado en lo que titularon “calidad de vida”.
Si bien “Tolerancia cero” tenía como objetivo principal quebrar el tráfico de drogas dentro de la ciudad, del concepto se pueden extraer algunas ideas aplicables a nuestro país.
Por ejemplo, crear por ley centros de detención municipales. En el caso de Nueva York, allí iban detenidas las personas que no pudieran justificar su presencia en determinados lugares (merodeo, entre otras infracciones), con lo que se evitaba llevarlas a la Justicia y recargar a ésta inútilmente (algo fundamental en la Argentina).
El criterio se sostenía en la evidencia de que el delincuente tiene una personalidad intrínsecamente transgresiva (cruzar semáforos en rojo, circular a alta velocidad, etcétera).
Esa debilidad fue aprovechada para detener y sancionar a delincuentes ya conocidos (enviándoles, además, el mensaje “estamos sobre tus espaldas”) y a otros no conocidos pero igualmente peligrosos para la calidad de vida.
Es decir, la figura del “merodeo” fue útil para el objetivo de administrar la seguridad de una ciudad que hasta entonces era una de las más peligrosas del mundo.
Nuestro problema. Deseo aclarar de manera expresa que el principal problema de la inseguridad en la Argentina es la desnutrición infantil, tema muy poco mencionado. Basta leer lo que han dicho destacados profesionales del tema.
Abel Albino, médico que lucha en forma denodada contra este flagelo, señaló: “La principal riqueza de un país es su capital humano; si en los primeros 18 meses de vida el niño no recibe la adecuada ingesta de nutrientes, se transformará en un débil mental y, en consecuencia, el país arriesga su futuro”.
Alejandro O’Donell, quien fuera presidente del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (Cesni), decía: “...gente con poca fuerza de trabajo, que no gana un peso, que tiene poca cultura, criará tal vez hijos casi en las mismas condiciones. Es la reiteración de un ciclo de marginación y de miseria”.
Sin dudas, la marginación infantil debería ser incorporada como política de Estado para combatir la violencia.
En la actualidad, hay ya varias generaciones de desnutridos sin capacidad de discernir entre lo que está bien y mal, sumergidos en ambientes donde la promiscuidad (violencia familiar, violaciones, hambre, falta de servicios mínimos, alcohol, drogas, etcétera) sólo puede generar más violencia.
La Voz del Interior, 10-11-11