Susan
Yoshihara, Ph.D.
4 de Agosto
2016 (C-Fam)
Lianna Rebolledo tenía doce años cuando dos hombres la
secuestraron mientras caminaba hacia el centro comercial. Nueve meses después
dio luz a una niña. Actualmente viaja por refugios en toda América Latina y
llena de esperanza a mujeres embarazadas por violación por medio de su
historia.
Hablé con Lianna en Los Ángeles para conocer su
perspectiva sobre la creciente presión de la ONU en declarar el aborto como un
derecho debajo de la ley humanitaria en respuesta a la violación.
LR: Los doctores me dijeron que abortara a mi bebé.
Les pregunté si eso anularía el dolor de la violación. Me dijeron que no. No vi
ninguna razón para castigar a mi bebé por las acciones que aquellos hombres
cometieron.
SY: ¿Qué pasó con los hombres? ¿Fueron castigados?
LR: No. Nunca pasó nada con ellos. Fue extremadamente
violento. Las cicatrices de mi cara ya no son tan visibles como antes pero
todavía no puedo ver bien con mi ojo derecho.
SY: Hay una moción en la ONU para hacer del aborto un
derecho según la ley humanitaria como una ayuda a las sobrevivientes de una
violación. ¿Qué les dirías a los delegados de la ONU con respecto a ésto
LR: El aborto sería como una doble violación. Aquello
habría sido un dolor que no necesitaba. No hubiera sanado castigando al bebé.
Necesitamos tenerle miedo a los violadores, no a nuestros propios hijos. ¿Por
qué habría que darle la pena de muerte al niño cuando queremos rescindir esta
medida a los delincuentes?
SY: ¿Qué edad tienen las sobrevivientes que has visto
en Latinoamérica y dónde las ves?
LR: Tienen entre nueve y dieciocho años, las veo en
albergues. Ellas viven aparte de su familia. Algunas están embarazadas y otras
ya tuvieron a sus bebés. He estado en México, Chile, Perú, Ecuador, Paraguay,
Argentina y los Estados Unidos. También hablo con miembros de sus respectivos
congresos y Asambleas Nacionales. Hay una enorme presión para cambiar las leyes
de Latinoamérica en materia de la legalización del aborto después de una
violación.
SY: ¿Qué les dices a las jóvenes?
LR: Les quiero compartir esperanza. Lo que hayas
vivido no te define. Todavía tienes valor y dignidad. Tu vida no acaba porque
vas a tener un bebé.
Le pregunto a sus políticos, “¿Cuánto cuesta una
vida?”, y les digo, “Cuando quitas una vida, cambias el mundo. Cuando salvas
una vida, cambias el mundo entero”. Les digo “Tú estás aquí porque tu madre
dijo que sí a la vida. Tú no tienes el derecho de decidir quién vive o muere”.
Crecí en un hogar violento en la Ciudad de México.
Después del incidente me fui a Los Ángeles. Tenía trece años pero tenía que
criar a mi hija recién nacida. Fui emancipada a los 16 y de ahí nos fuimos a
vivir a un departamento. Fue difícil pero siempre trabajé. Me gradué como
periodista en UCLA y conseguí un buen trabajo. Mi hija también se graduó de la
universidad. Les digo a las otras mujeres que ellas pueden hacer lo que yo
hice.
SY: ¿Qué le dices a tu hija sobre la violación?
LR: La forma en la que mi hija me salvó fue a través
de su amor. Decidir tenerla fue una acción que salvó dos vidas, la mía y la de
ella. Ella fue la que me mantuvo en el camino. Ahora veo que mi experiencia fue
destinada para compartir un mensaje de esperanza a quienes han sufrido lo mismo
que yo.