sobre corrección política asombra a jóvenes guerreros de la justicia social
By Rebecca Oas, Ph.D
18 de marzo 2016, (C-Fam)
Anoche, durante la sesión de la Comisión de la ONU sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer, los críticos sociales Michael Walsh y Stella Morabito desafiaron a una sala repleta de ideólogos de género a reflexionar sobre los peligros totalitarios de lo políticamente correcto, reto que fue recibido con firme resistencia incluso por parte de un joven de barba y aros colgantes que se autodenominó como «no binario en género».
Morabito advirtió que el auge de lo políticamente correcto y la aplicación cada vez mayor de la ideología de género por ley y presión social pone en peligro la libertad y conduce al totalitarismo. «Una de las principales características de lo políticamente correcto es que aísla a las personas unas de otras», sostuvo, y argumentó que la represión del habla y la censura de la libre expresión amenazan las relaciones personales que constituyen el fundamento de la felicidad humana.
«La ideología de género, a pesar de que se basa en la libertad y la autenticidad, viene con un conjunto muy rígido de reglas para el discurso público», dijo Morabito, lo cual conduce a leyes que «imponen silencio sobre lo que significa ser humano».
«Estamos lidiando con una forma de individualismo que es tan extrema que simplemente no es sostenible».
El crítico de música Michael Walsh, autor del libro “The Devil’s Pleasure Palace” (El palacio del placer del demonio), de reciente publicación, explicó cómo el arte, así como la conversación, es víctima de lo políticamente correcto.
«No hay más humor cuando no puedes reírte de nadie, y las comedias de Hollywood padecen de eso en gran medida». Mencionó el ejemplo reciente y muy difundido del atleta olímpico Bruce Jenner que declaró su transexualidad y recordó cómo un hombre con un vestido de gala actuó para la risa en el film de Mel Brooks titulado Los Productores. «¿Es ese Bruce Jenner o es esa la comedia de Mel Brooks? Bueno, hoy: ¿podría Mel Brooks hacer esa película?».
Aunque ambos panelistas coincidieron en que no se contribuye más al discurso público ofendiendo intencionalmente a otros, como dijo Morabito: «la libertad de expresión se trata de proteger de la expresión ofensiva, cuando vas directamente a ella».
Walsh partió de sus experiencias al visitar la Unión Soviética antes de su caída. «La dificultad que tiene todo sistema totalitario fascista es que la brecha entre la realidad y lo que te están diciendo se vuelve tan enorme que a la larga se desploma sobre sí misma».
Aunque tuvo lugar durante el último bloque de tiempo de la tarde del día, el lugar de reunión estaba atestado, y el debate que siguió a las presentaciones de los panelistas fue apasionado y debió ser suspendido por restricciones de tiempo.
Un estudiante llamó a Walsh «racista, homófobo y transfóbico». El joven de aros colgantes insistió en el derecho de la sociedad a imponer nuevas visiones de la realidad, incluyendo nuevas ideas sobre el género. Por momentos el debate se tornó acalorado.
Una estudiante de apellido López acusó a los panelistas de tener privilegio por ser blancos y dijo que ella, como latina, estaba en desventaja en la sociedad. Morabito le contó que su abuela había visto a su abuelo crucificado durante el genocidio armenio. Walsh contó que su abuela había llegado a los Estados Unidos como inmigrante, sin hablar una palabra de inglés.
Por último, las palabras de ambos autores constituyeron una advertencia: entre la creciente noción individualista de derechos humanos y la presión cada vez mayor por redefinir la humanidad en términos de ideología de género, la libertad de expresión y la capacidad de las personas de relacionarse entre ellas están en riesgo.
En particular, Morabito advirtió sobre el modo en el que lo políticamente correcto pone en peligro a las instituciones que sirven de «amortiguador» entre las personas y el estado, incluyendo las familias y las iglesias: «Con la corrección política perdemos sociedad civil».
Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano