acerca del aborto
Agustina Sucri
La Prensa, 15.07.2018
¿Cuál es la mejor forma de reducir a cero el riesgo y
las complicaciones de realizar un aborto en una mujer sana? "No
haciéndolo", afirma de manera categórica el doctor Ernesto Beruti, jefe
del servicio de Obstetricia del Hospital Universitario Austral.
Según detalla este médico con 35 años de trayectoria,
cuando las mujeres preguntan en qué consiste el aborto, "la postura
abortista les habla de que no se preocupen, que es una cosa sencilla y que nada
les va a pasar, que no es un bebé lo que tienen adentro sino un cúmulo de
células y que, por supuesto, no les va a dejar ninguna secuela ni que tendrán
problema alguno en hacer el aborto. Pero esto realmente no es así".
En la actualidad hay dos formas de realizar un aborto
provocado: el método farmacológico y el método quirúrgico. "Ambos pueden
tener complicaciones y en algunos casos tan graves que pueden poner en riesgo
la vida de la mujer", aclara.
Para el aborto con medios farmacológicos se utiliza un
medicamento llamado 'Misoprostol', que se puede ingerir o colocar por vía
vaginal. "Al cabo de unas horas comienza a hacer su efecto, que se
manifiesta a través de contracciones uterinas que tienen por finalidad eliminar
el embrión humano vivo en caso del aborto provocado o bien eliminar el embrión
humano muerto si el embarazo se detuvo espontáneamente", describe Beruti.
El método farmacológico se utiliza en embarazos de
menos de 10 a 12 semanas de gestación y "puede originar complicaciones en
aquellos casos en que el embrión no se ha expulsado totalmente y queda en parte
retenido en el útero", subraya.
"Para solucionar este problema, deberá realizarse
una intervención quirúrgica que consiste en un raspado de la cavidad uterina
bajo anestesia general endovenosa. El problema, y aquí está lo grave, es que
muchas mujeres que utilizan este método no controlan mediante una ecografía si
el procedimiento ha sido `exitoso', entonces creen que el útero está vacío y
siguen con su vida normal pero, al cabo de unos días o semanas, comienzan con
síntomas de infección generalizada debido a que el embrión no ha sido expulsado
en su totalidad", añade el obstetra.
Esta complicación puede generar dos situaciones graves
-remarca-: la primera es que a causa de la infección la mujer pierda su útero y
sea necesario extirparlo a través de una histerectomía, situación que le
producirá la pérdida de la posibilidad de tener hijos en el futuro y, la
segunda, es que el cuadro infeccioso sea tan grave que ni siquiera la
extirpación del útero pueda salvar la vida de la madre.
"Estas complicaciones son poco frecuentes pero
ocurren y lo más importante es que pueden darse ya sea en abortos legales o
ilegales", destaca Beruti.
Una tercera complicación que ocurre más tempranamente
que la anterior y es más frecuente, son las hemorragias. "El Misoprostol,
además de contracciones uterinas, origina una pérdida de sangre como si fuera
una menstruación abundante, pero en un 15 a 20% de los casos esta pérdida sanguínea
es mayor y en casos graves se produce una hemorragia importante que -si no es
tratada en forma urgente- puede poner en riesgo la vida de la madre",
alerta.
En tanto, el método quirúrgico para llevar adelante un
aborto provocado se utiliza en gestaciones más avanzadas, de más de 12 semanas,
y "consiste en intervenciones que se hacen directamente sobre el útero con
la única finalidad de eliminar un ser humano en desarrollo, igual a nosotros,
de la misma especie, solo que mucho más pequeño", apunta Beruti.
El procedimiento quirúrgico para el aborto conlleva
las mismas complicaciones que el método farmacológico "pero además se
suman los problemas que puedan surgir por actuar directamente sobre la cavidad
uterina, siendo el más frecuente la perforación del útero y la infección
posterior", advierte el profesional.
DOS VÍCTIMAS
Hasta aquí, los riesgos y secuelas físicas. Luego hay
otro aspecto que tampoco debe ser soslayado y que tiene que ver con las huellas
que deja el aborto a nivel psicológico. "El aborto tiene dos víctimas: el
bebé, que pierde así el derecho humano más importante que tenemos todos a la
vida, y la madre que se saca mucho más fácil un bebé de su vientre que de su
mente y de su corazón. A veces pasan años y estas mujeres siguen con el dolor
de haber impedido que su hijo naciera", expresa Beruti.
En su extensa carrera de obstetra, este especialista
se encontró más de una vez frente a una mujer que realmente no deseaba su
embarazo. "A todas ellas siempre les digo lo mismo: no se tienen que sentir
mal por no desear el embarazo. Es una conducta humana normal, cuando un
embarazo cae en algún momento totalmente inesperado, no planeado. Pero eso no
significa que después no puedan querer a ese hijo si siguen adelante con el
embarazo", relata Beruti para luego asegurar:
"No hubo ni una sola
paciente de las que siguieron adelante con el embarazo y tuvieron a su bebé,
que se haya arrepentido. Al contrario, cuando volvían a mi consultorio cuatro o
cinco años después reflexionaban 'mirá si me hubiera hecho un aborto lo que me
perdía...'".
"En cambio, muchas de las que sí se practicaron
un aborto sufrieron un trauma psicológico importante y hubieran deseado no
hacerlo", añade el obstetra, quien aclara que "jamás hay que juzgar a
ninguna mujer que se haya hecho un aborto".
El avance de los métodos de diagnóstico fetal hace
posible que en la actualidad se puedan identificar malformaciones o defectos
cromosómicos a muy temprana edad gestacional. Esto también ha llevado a que
muchas mujeres opten por abortar a ese bebé que presenta un pronóstico adverso.
Consultado sobre cómo deberían encararse estos casos, Beruti señala:
"Cuando se trata de malformaciones graves, a estas madres les decimos que
tienen a su bebé enfermo. Y si su hijo ya nacido estuviera enfermo, lo
acompañarían tenga lo que tenga. Acá tratamos de que hagan lo mismo, que
acompañen a su bebé hasta cuando sea posible. Puede ser que muera dentro de la
panza o que nazca y muera al poco tiempo".
"He tenido casos así y es notable la paz con la
que estas mujeres afrontaron el problema y cómo han hecho después un duelo
mucho más sano, con la convicción de que hicieron lo correcto. Porque han
entendido que su hijo estaba enfermo y que lo tenían que cuidar",
prosigue.
Respecto de los diagnósticos vinculados con anomalías
cromosómicas, como el síndrome de Down, el obstetra hace hincapié en que en la
actualidad los niños con este tipo de trastorno genético, cuando están bien
estimulados, pueden alcanzar una excelente calidad de vida y, sin dudas, hacer
felices a sus familias, ser excelentes deportistas o lograr cualquier cosa que
se propongan.
CERTEZA EMPÍRICA
Entre los distintos argumentos que se buscan instalar
con el objetivo de negar que el aborto sea equiparable a la 'repudiada' pena de
muerte, se encuentra el relativo al momento en que se inicia la vida. Sin
embargo, Beruti considera una novedad este intento de poner en duda que el
comienzo se dé en el instante de la concepción, independientemente de cualquier
ideología, creencia o religión.
"Cuando alrededor de 1983 comencé mi carrera como
residente en la Maternidad Sardá, donde se hacían entre 6.000 y 7.000 partos
por año, atendíamos también entre 700 y 900 abortos espontáneos por año. Este
tipo de aborto que se produce de manera natural en un 12 a 15% de mujeres sanas
durante el primer trimestre de embarazo, por causas generalmente genéticas, nos
ponía muchas veces frente a embriones de 10 a 12 semanas de gestación. Y en
aquella época ninguno de los médicos que estábamos ahí dudábamos de que eso
fuera un embrión humano porque era un ser humano en miniatura. Se veían dos
puntitos negros que eran los ojos, la cabecita, los brazos, el tronco, se
podían contar los cinco dedos de las manos y de los pies. Nadie dudaba de que
era un embrión de la especie humana", enfatiza.
"En aquel entonces no se hablaba del aborto desde
el punto de vista de una ideología, una creencia o la religión. Era una
absoluta certeza que se trataba de vida humana, que se había perdido
espontáneamente", insiste.
Beruti sostiene que hay tantos médicos que se niegan y
se negarán a hacer abortos -en caso de aprobarse la ley- "porque este tema
no nos lo ha contado nadie. Lo hemos vivido. Por eso sería tan importante que
aquella gente con esa postura tan a favor del aborto viera lo que es un embrión
humano, viera lo que es hacerse un aborto y aseguro que la mayoría cambiaría de
opinión, porque no se trata de una postura ideológica".
En ese sentido, hace hincapié en que si bien la mujer
tiene todo el derecho a decidir sobre su cuerpo, no puede decidir sobre el
cuerpo de otra persona. "El bebé en gestación es una persona, distinta al
padre y a la madre, única, y con una carga genética distinta", subraya el
especialista, quien pone de manifiesto que el conocimiento científico permite
afirmar con certeza que la vida humana comienza en el momento de la concepción.
"Hay que preguntarles a los médicos obstetras,
que son los que están en contacto con el embrión humano desde siempre, no a un
clínico, a un cardiólogo, a un psiquiatra o un neurólogo, que quizás nunca
vieron un embrión humano", opina Beruti.
INTERESES VARIOS
Acerca de los intereses detrás de esta descarnada
batalla por legalizar el aborto, el jefe de Obstetricia del Hospital
Universitario Austral expresa: "Creo que hay varios factores: uno de ellos
es la bandera ideológica, que fue siempre el principal argumento. Pero como se
insiste tanto con esto, no sé si realmente al gobierno también le convendrá.
Hay intereses económicos, sobre todo hay organizaciones internacionales muy
fuertes que están manteniendo la política abortista en este país tales como la
Federación Internacional de Paternidad Planificada (IPPF, por sus siglas en
inglés), que ha aportado fondos a Casa Fusa, que funciona en Capital Federal, y
que sostiene y ha aportado fondos para otro montón de organizaciones
abortistas".
"Hay a nivel de los países desarrollados una
fuerte intención de que se legalice el aborto en todo el mundo con el objetivo
de controlar la explosión demográfica", agrega el médico, quien mantuvo
recientemente una reunión con el ministro de Salud de la Nación Adolfo
Rubinstein para manifestarle la necesidad de que se respete la objeción de
conciencia institucional en caso de aprobarse la polémica ley.