Religión en Libertad, 11 de julio de 2018
La Asociación Católica de Propagandistas, propietaria
de las universidades y colegios San Pablo-CEU, entre otras obras corporativas,
y con un carisma claro de evangelización, por parte de los seglares, de los ámbitos
públicos, tiene que elegir un nuevo presidente el próximo 21 de julio. Hay dos
candidatos que se disputan la presidencia: Alfonso Bullón de Mendoza, que ganó
la primera vuelta de la elecciones celebradas con 111 votos; y Juan Luis
Jarillo, con 102 apoyos a su favor.
Religión en Libertad quiere ofrecer el programa y las
líneas de acción de los dos candidatos que se disputan la presidencia de la
ACdP. Hoy publicamos un extenso diálogo con Alfonso Bullón de Mendoza, ganador
en la primera vuelta de las elecciones celebradas el pasado 23 de junio y, en
los próximos días, publicaremos una entrevista con Juan Luis Jarillo, actual
Secretario General de la Fundación San Pablo CEU.
Alfonso Bullón de Mendoza es catedrático de Historia
Contemporánea de la Universidad CEU San Pablo, y ha sido rector de las
Universidades Cardenal Herrera de Valencia y San Pablo de Madrid, y
posteriormente puso en marcha el Instituto CEU de Estudios Históricos. También
fue el primer director del prestigioso Congreso Católicos y Vida Pública.
- El Papa Francisco dice que necesitamos una “Iglesia
en salida”. ¿Cómo debería plasmarse ese concepto en la ACdP?
- Creo que es una idea fundamental en la que el santo
Padre no ha dejado de insistir en estos últimos años. Y si he entendido bien lo
que el Papa quiere decir con esta expresión, lo que está haciendo es un
llamamiento para que los católicos dejemos de mirarnos a nosotros mismos para
empezar a mirar más a aquellos que están en una situación de necesidad, del
tipo que fuere. O como diría también el Papa, estemos menos en la
autorreferencialidad y más en la acción evangelizadora.
Una exhortación que para el caso de la ACdP resulta
decisiva, pues nuestra Asociación nació a principios del siglo XX justamente
para esto, para llevar el mensaje social de la Iglesia al conjunto de la
sociedad. Jóvenes congregantes de los Luises, inspirados y animados por el
padre Ayala, decidieron salir de sus pequeños círculos y reuniones para llegar
a todos los ámbitos de la vida social española. Jóvenes que, literalmente,
dejaron sus casas y sus “zonas de confort”, arriesgando muchas cosas, incluso
sus vidas, para hacer llegar la propuesta cristiana a todos los sectores de la
sociedad, a los más próximos pero también a los más hostiles.
Por eso, para la ACdP ser “Iglesia en salida” no es
una cuestión más, es una cuestión decisiva, porque, o es eso, o sencillamente
no es nada. Y, sí, la ACdP debe renovarse para volver a ser Iglesia en salida.
- La ACdP
siempre ha tenido un carisma de evangelizar la cultura y los medios de
comunicación. En su momento impulsó El Debate, el YA y la BAC, entre otras
iniciativas. Ahora, ¿qué debería hacer la ACdP para ayudar a evangelizar a
través de los mass-media?
- La importancia de la presencia en el mundo cultural
es difícilmente exagerable, como ya planteó Gramsci. Creo que la ACdP debe
recuperar su papel en el mundo de los medios aprovechando las facilidades que
para ello dan las nuevas tecnologías y el hecho de contar con tres facultades
de Ciencias de la Comunicación. Hay que estar presentes en youtube, twitter,
facebook, etc., dar más amplitud a iniciativas ya tiene en marcha, como El
debate de hoy, un digital dirigido por Justino Sinova, desarrollar nuestra
presencia en el mundo de la radio y la televisión por internet, plantearse la
posibilidad de coproducir series de televisión, moverse en el mundo de los
comics y las publicaciones infantiles…
- La presencia de los católicos en la vida pública es
otro de los carismas de la institución fundada por el Padre Ángel Ayala SJ. Sin
embargo, los católicos están ausentes o arrinconados en la política en España.
¿Qué puede aportar la ACdP para revertir esta situación?
- El drama de nuestra época no ha sido tanto que no
haya habido católicos en política, que los ha habido y aún los hay, como la
ausencia de una forma católica de estar en política. El mensaje de la Doctrina
Social de la Iglesia consiste precisamente en la convicción de que la vida
social y política se ve enriquecida y se vuelve más humana cuando es vista
desde una mirada transcendente fundada en el Evangelio. Es más, estoy convencido que en la grave crisis por la que en estos
momentos atraviesa no sólo España, sino también Europa e incluso todo
Occidente, la presencia católica en la vida política es una cuestión de vida o
muerte. Cuando los pueblos olvidan o reniegan de la verdad del hombre, y
eso es lo que Cristo nos ha traído, la desgracia está garantizada, como la
Historia más reciente se ha empeñado en demostrarnos.
Ciertamente, la gente es libre de acoger el mensaje
cristiano o de no acogerlo, pero nosotros los católicos, y más en concreto la
ACdP no es “libre” de proponerlo o no proponerlo. Proponer el Evangelio como
una luz imprescindible para la vida del hombre es más que una obligación, es
nuestra razón de ser. En un contexto, además, donde el pluralismo está dando
paso a un monismo de lo políticamente correcto cada vez más asfixiante y
cerrado, una presencia católica en la vida pública sería verdaderamente
liberadora y enriquecedora. Lo que hace falta es no tener miedo a salir a las
plazas públicas de este principio del siglo XXI al igual que hicieron los
primeros Propagandistas a principios del XX. Quiero potenciar los congresos
Católicos y Vida Pública, que llevamos haciendo cerca de veinte años, y sobre
todo las jornadas del mismo nombre, haciendo que se celebren en todas las
provincia españolas para hacer presente en la sociedad la vitalidad y energía
de los católicos en España.
- Si hoy viviera el Ángel Herrera Oria, figura clave
de los Propagandistas, ¿qué cree que haría en la encrucijada en la que se
encuentra España?
- Creo que haría lo mismo que hizo en su tiempo, es
decir, buscaría a católicos sinceros con deseo de servir a los hombres y
mujeres de su tiempo para asociarlos a la gran empresa de llevar el Evangelio a
la sociedad. ¿Qué creo que cambiaría? Sin duda los medios.Herrera no desdeñaría
los nuevos instrumentos que ahora existen para amplificar su capacidad de
comunicación, lo que por cierto nadie como él supo aprovechar en su momento
para el bien de España. En suma, creo que sería absolutamente fiel en cuanto a
los fines y extraordinariamente pragmático y flexible en cuanto a los medios,
buscando siempre en ellos la mayor eficacia.
- A veces se ha dicho que las obras de la ACdP son
como una losa que no dejan crecer a esta espiritualidad laical. ¿Qué propone
para que la ACdP se pueda expandir y convertirse así en un instrumento de evangelización
potente?
- Las obras de la ACdP lejos de ser una losa son un
auténtico regalo de Dios. Ahora bien, es un regalo que conlleva una
responsabilidad enorme. Que tantos miles de niños y jóvenes pasen por nuestras
aulas en colegios y universidades para ser educados por nosotros entraña un
desafío de una magnitud extraordinaria. Un desafío para el que sólo cabe una
respuesta: es necesario proporcionarles la mejor educación posible. Y cuando
hablo de la mejor educación posible no lo digo sólo desde un plano puramente
técnico, instrumental, que también. Lo digo fundamentalmente desde un plano
humanístico, desde el más escrupuloso respeto a la integridad de lo que es el
ser humano, de la naturaleza humana que es razón, libertad y afecto.
El hombre ha sido hecho para la verdad, para el bien y
para el amor, y sólo en ellos encuentra su felicidad y cumplimiento. La buena
educación es la que sabe que sin estos aspectos esenciales de la vida la
educación queda reducida a mero adiestramiento, pero no será desde luego una
verdadera tarea educativa a la altura de lo que es el hombre.
- La formación del laicado en la Doctrina Social de la
Iglesia también era una seña de identidad de la ACdP, sin embargo, parece que
ha perdido fuelle con los años. ¿Con el clima de corrupción que hay en nuestro
país, cree que sería una buena contribución al bien común formar seglares en la
DSI?
- Me temo que tiene razón cuando en su pregunta afirma
que la formación de los laicos para el compromiso social ha perdido fuelle. Es
un hecho. Y me temo que no es sólo una cuestión de la ACdP, sino más general.
Hay, en efecto, un enorme déficit de formación. Y sin formación no puede
existir una forma católica de estar en política o de contribuir a la difusión y
realización de la DSI, a la que antes aludíamos. En cierto modo, nuestra tarea
podría resumirse en esto: formar, formar y formar. No hay otra alternativa.
- ¿Sigue teniendo hoy sentido el carisma de la ACdP?
- Después de todo lo dicho creo que no puede caber la
más mínima duda. Recuerdo oír a uno de nuestros mayores que si la ACdP no
existiera habría que inventarla. Gracias a Dios la ACdP existe, no hay que
inventarla, lo que hay que hacer es, eso sí, trabajar para su renovación y
fortalecimiento. Algo que sólo será posible, y en esto tenemos que ser muy
realistas y, por tanto, humildes, más como una gracia y no tanto como resultado
de un esfuerzo voluntarista. En nosotros está pedirlo y poner todos los medios
naturales y sobrenaturales a nuestro alcance para que Dios favorezca este instrumento,
que tan valioso ha sido en la historia de España, para que vuelva a serlo en
nuestros días.