diariovasco.com, 25-11-16
Ahora que tanto se habla de milagros atribuibles a
Arizmendiarrieta y que le podrían franquear el ascenso a los altares, el
presidente de la fundación canónica que lleva su nombre, Juan Manuel Sinde,
mencionaba ayer que sí hay algunos casos de curaciones extraordinarias «que
estamos estudiando, con tranquilidad y distancia».
Pero Sinde, durante el acto
de inhumación de los huesos de don José María en la parroquia, no dejaba pasar
la ocasión de resaltar que el «mayor milagro de don José María, según creyentes
y no creyentes, es haber puesto en marcha un grupo empresarial que emplea a
75.000 personas en base a unos valores completamente distintos del capitalismo,
fundados en el respeto a la persona y a la prioridad del bien común sobre los
intereses individuales, en buscar la participación de los trabajadores en la
gestión, en los resultados y en la propiedad, en buscar la cohesión de la
empresa, en ver que la empresa se preocupa de la sociedad y no de sus propios
intereses exclusivamente...»
Ese es el gran milagro, sobradamente reconocido y
constatado, cuya paternidad corresponde a un simple coadjutor parroquial. Y su
«grandeza», en palabras de Alfonso Gorroñogoitia, reside precisamente en que
siendo un sencillo cura «tuvo, primero la capacidad y luego la vocación y las
ganas de hacer» lo que al final hizo de verdad.
Llevar a la realidad práctica las enseñanzas de la
doctrina social de la Iglesia fue sin duda el gran mérito de un hombre que
despierta una gran admiración en medios eclesiásticos. Prueba de ello era la
presencia en el acto de inhumación de ayer de un jesuita y catedrático andaluz
especialista en la doctrina social de la Iglesia, que se acercó hasta Mondragón
para demostrar su admiración por un hombre cuya obra «causa admiración en
Roma».
Ser el inspirador de un conglomerado empresarial que
ostenta el primer puesto del ranking vasco, sin duda engrasa el proceso de
canonización de don José María puesto en marcha en 2005. Juan Manuel Sinde,
desde la Fundación Arizmendiarrieta reconocía que la fase vaticana del proceso
ha «superado un hito muy importante» con su nombramiento como venerable «en dos
años». «Nos habían dicho que íbamos a necesitar 20 años», se sinceraba. Y esto
ha sido así «porque básicamente la Iglesia también ha visto el interés que
tenía el poder mostrar una realidad económica extraordinaria y excepcional
basada en la doctrina social de la Iglesia».
Santo
Sinde añadía que el hito del nombramiento de venerable
«quiere decir que la Iglesia, formalmente y para siempre, ha considerado que
don José María es santo. Como nos dijo el propio cardenal Amato cuando vino,
que el Papa haya tomado esa decisión significa que para la Iglesia
Arizmendiarrieta es santo. Quedan los milagros, que de alguna manera serán la
constatación que también es santo a ojos de Dios, pero eso ya vendrá».
Hablar de plazos «no tiene sentido» en un proceso de
canonización que «quedará para las siguientes generaciones». Mientras,
Arizmendiarrieta, a los 40 años de su muerte, descansa ahora en lugar sagrado a
la espera de que su beatificación inaugure su culto público.