Y LOS VALORES DE LA
FAMILIA Y LA VIDA.
La necesidad de luchar en su defensa
Por Carlos Alvarez
Cozzi
En la reciente
Declaración de la Ciudad de El Cabo en Sudáfrica, firmada ya por cientos de líderes religiosos,
políticos, sociales y cívicos de todos los continentes, se sostiene que la
familia es la “primera y primordial comunidad” y el matrimonio
“el vínculo
conyugal entre el hombre y la mujer”.
La
misma agrega que: “Nos dedicamos a honrar, restaurar y proteger estas verdades.
Nos comprometemos, cuando sea posible, a negarnos a tratar con las corporaciones
que las nieguen. Nos
comprometemos a resistir el creciente imperialismo cultural de las potencias
occidentales cuyos gobiernos buscan nada menos que la
colonización ideológica de la familia.”
Nunca fue tan
necesaria y útil una Declaración como ésta, porque efectivamente se constata un
creciente colonialismo cultural desplegado por organismos internacionales
formados por Estados así como por ONGs de diferente denominación, pero que
todos persiguen un mismo fin, que es el de desarticular el respeto hacia la
familia tradicional, formada por una mujer y por un hombre, unidos establemente
en matrimonio y abiertos a la descendencia.
Como si ello fuera
algo anticuado o a eliminar, se buscan promocionar los llamados “modelos
alternativos de familia”; frase que quiere decir, favorecimiento de la
homosexualidad, del matrimonio entre personas del mismo sexo, de la simple
cohabitación, de la adopción de niños por parejas homosexuales, de la
inseminación artificial y un largo etcétera.
Esta Declaración es
absolutista porque defiende el matrimonio entre varón y mujer? Porque defiende
la familia natural y no la artificial? Para nada. Está en todo su derecho en
hacerlo en una sociedad plural.
Lo paradójico e
indignante es que quienes tienen toda la libertad del mundo para llevar
adelante su agenda de género, que es el fondo la posición del relativismo ético
que la sustenta, nos quieren hacer creer que son perseguidos por Declaraciones u
organizaciones como la que promovió la reunión de El Cabo! Pero por favor, si
es exactamente a la inversa!!!
La agenda de género goza de todo el poder y de los
medios económicos mientras que las organizaciones provida y familia, salvo los
escasos gobiernos que las apoyan, como el de Paraguay y Perú en América,
esperemos que la Administración Trump en Estados Unidos y Polonia y Rumania en
Europa, y ahora Rusia, luchan con
escasos recursos contra lo que se considera “políticamente correcto” por el
mundo.
Es exactamente al
revés!. La dictadura del relativismo es la que pretende imponer la llamada
colonización cultural contra el matrimonio natural y la familia basada en él en
todo el mundo!
Por tanto, es
fundamental que las familias y las organizaciones sociales, tengan formación
sobre estos temas y apoyos para dar la batalla en defensa de sus principios y
valores, como tiene derecho ineludible para hacerlo en todos los foros
posibles, sin complejos ni traumas, sin callarse ante la prepotencia de los
poderosos.
No puedo dejar de
poner como ejemplo de lucha encomiable la que despliega C-Fam a nivel de
Naciones Unidas, en este sentido, con Austin Ruse y su equipo a la cabeza!!!
Porque la sociedad mundial se juega su futuro en las
famiias que componen las sociedades nacionales de los Estados que integran.
Sabido es que el
marxismo gramsciano delineó hace años un plan de colonización cultural de la
familia para desintegrarla como fermento favorable para la lucha de clases como
alternativa ante la desaparición paulatina del proletariado en el mundo. La
ideología de género responde a esa matriz relativista destructora de la
familia, por lo que militar en su defensa es hacerlo por el futuro de la
humanidad, que lo será sobre los valores de la familia o directamente no será!
Porque es en la familia donde nacemos, crecemos y nos hacemos adultos. Las
figuras paterna y materna son básicas, confirmado por la sicología, para que
los hijos alcancen su madurez y sean buenos y honrados ciudadanos!
Luchar en defensa de
estos valores implica necesariamente organizarse para resistir las embestidas
cada vez más fuertes del “colonialismo cultural”.