December 03,
2016
Ojel
Rodríguez
Unos de los grandes retos para católicos de ala
derechista es cómo reconciliar nuestro apoyo al capitalismo de libre mercado
con las enseñanzas sociales de la Iglesia Católica. Aunque no son mutuamente
excluyentes, es un reto para personas y organizaciones, por ejemplo, el
Instituto Acton fundado por el Padre Robert A. Sirico que se ha tomado el
trabajo de buscar esa reconciliación. Es un trabajo que se convierte más necesario
con la llegad
a del papa Francisco, peronista de corazón y que como buen
católico latinoamericano ha sido influenciado por la teología de la liberación.
La pasada semana, el papa Francisco nos dejó dos perlas que reflejan la
importancia de apoyar proyectos como el del Instituto Acton.
En una entrevista para el diario italiano La
Repubblica el santo padre afirmó que “son los comunistas los que piensan como
los cristianos”. Esa afirmación dejó perplejo a más de uno. Además, días
después repitió que “el dinero es el estiércol del diablo… las empresas no
deben existir para ganar dinero”. Estos dos comentarios no son de naturaleza
teológica, pero no quita que durante su tiempo en la silla de San Pedro se haya
pronunciado constantemente contra el capitalismo.
El papa, que es falible cuando no habla ex cathedra
sobre una doctrina de fe, malinterpreta y no entiende los beneficios del libre
mercado en términos sociales, morales y económicos, ni tampoco parece conocer
las ideas centrales del comunismo. Las enseñanzas sociales de la iglesia surgen
de una encíclica titulada Rerum novarum promulgada por el papa León XIII en
donde se estipula la respuesta de la iglesia a los conflictos sociales que
surgieron del industrialismo y el capitalismo al finalizar el siglo XIX. Esta
encíclica establece que la Iglesia ve el rol del Estado en la promoción de la
justicia y armonía social basado en derechos y deberes para cada uno. Además
esta encíclica establece la preferencia de la Iglesia hacia las clases pobres,
el apoyo a la dignidad de los pobres y a los trabajadores a formar sindicatos.
Pienso que el Santo Padre malinterpreta lo que es un
documento fundamental como Rerum Novarum. Sus opiniones sobre el comunismo
revelan esa carencia. Decir que los comunistas piensan como los cristianos
tiene algo de veracidad en el sentido que ciertos relatos en la Biblia sobre
los primeros cristianos que usaron una forma de comunismo primitivo.
Sin
embargo, su planteamiento choca con la teoría política del comunismo y la
propia doctrina social de la Iglesia. Primero, el comunismo rechaza
directamente a Dios y la religión porque es la religión es un elemento
cohesionador y el comunismo necesita romper con toda estructura que no sea la
propia. Es una aberración filosófica hablar de un cristiano comunista que sigue
las enseñanzas de Marx. Son ideas antitéticas: Un café no puede estar frío y
caliente a la vez.
Segundo, el comunismo rechaza la propiedad privada mientras
que la doctrina de la Iglesia la apoya. Santo Tomas de Aquino e incluso la
encíclica de León XIII enfatizan la importancia de la propiedad privada como
derecho natural y esencial para la libertad sin dejar de lado la importancia de
la caridad para ayudar a los más necesitados.
La segunda declaración del papa Francisco se debe
analizar profundamente porque revela algo importante. El cuestionamiento del
Santo Padre, siguiendo la línea de la doctrina social de la Iglesia, es que las
fuerzas del libre mercado deben ser templadas por consideraciones morales.
Aunque el capitalismo ha sido de enorme beneficio para la sociedad (basta mirar
el increíble progreso en la disminución de los niveles de pobreza mundiales
desde el siglo XIX al siglo XXI), tiene muy mala prensa y es muy
mailinterpretado. Por tanto, solemos ver el capitalismo como un sistema sin
consideraciones morales. Pero es un sistema algo más complejo porque el ser
humano es complejo, y aunque algo de su argumento tenga sentido, claramente
denota la falta de conocimiento económico acerca de cómo opera una empresa que
depende de ingresos para su sustento.
Pero el planteamiento del papa surge dentro de una
sociedad que al parecer ha sustituido a Dios por el mercado. Como conservador
de la línea de Burke y Kirk, he visto como compañeros supuestamente
conservadores han caído en la línea fundamentalista del libre mercado, es decir
aquellos que piensan que la sociedad puede funcionar bajo las fuerzas del libre
mercado sin tomar en consideración la complejidad humana y la moralidad que
muchas veces nos falla.
Aunque los comentarios del papa denotan falta de
conocimiento básico de conceptos económicos, creo que la propia doctrina de la
Iglesia refleja la importancia de no venerar el mercado como perfecto e
infalible. El mercado se compone de seres humanos como Ud. y como yo.
Y si
hemos de reconocer que no somos perfectos, entonces el mercado, como producto
humano, tampoco lo puede ser. Será más eficiente que otros sistemas, pero, como
advirtió el padre del capitalismo, Adam Smith, sin moralidad y principios
éticos, el sistema capitalista no funciona en beneficio de todos.
Por eso
necesita pesos y contrapesos, como el Estado de Derecho – y los consejos
morales de la Iglesia.