Por: ISIDRO TORO PAMPOLS
almomento.net, diciembre 08, 2016
El autor es asesor del IDECOOP y reside en Santo
Domingo.
Los partidarios de la doctrina social de la Iglesia
encuentran en el cooperativismo la organización que permite hacer realidad sus
postulados de fraternidad y equidad en el marco de la economía. No son pocos
los ejemplos que se registran, en distintos países, en que personas vinculadas
a las iglesias y movimientos religiosos son promotores del cooperativismo, como
vía para hacer bueno el pensamiento cristiano.
El francés Philippe Joseph Benjamin Buchez
(1796-1865), fue un político, historiador y sociólogo, impulsor de las
cooperativas. En 1831 trata de conciliar la doctrina católica ortodoxa con las
teorías más democráticas. Se le considera un iniciador del movimiento
socialcristiano. En su obra escrita ataca el egoísmo de los gobiernos que no
buscan otra cosa que su interés particular. Sobre la base del catolicismo y del
progreso social, escritura su aporte filosófico.
Buchez promueve las primeras cooperativas de
producción como muro de contención tanto a las tentativas comunistas de Robert
Owen, como a la organización industrial del socialismo sansimoniano. De este
grupo de cooperativas las que tuvieron más éxitos fue la de los joyeros, que
sobrevive hasta 1873.
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Charles Guide (1847-1942) fue un insigne economista
francés, quien no solamente irradió su saber en las aulas universitarias, sino
que en la práctica emprendió reformas sociales, calificando al cooperativismo
como sistema del porvenir. Fue presidente de cooperativas de consumo.
Tras la Primera Guerra Mundial, Guide se interesó por
las relaciones francosoviéticas, tomando conciencia de la importancia de
impulsar el cooperativismo en Francia, como modelo alternativo frente al
comunismo que emergía en la URSS. Su enseñanza se sustentaba en la máxima
tolstoiana: “todo el mal nace de considerar que existen relaciones entre los
hombres de las cuales pueda ser extirpado el amor. No existen tales relaciones“.
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En la población de Mondragón, País Vasco, España, se
desarrolló una red de cooperativas de producción, empresas y servicios
sociales, propiedad de los trabajadores, que se han ganado la admiración del
mundo.
La experiencia tiene sus orígenes en 1941, tras la
sangrienta Guerra Civil, cuando José María Arizmendiarrieta, cura vizcaino de
26 años de edad, miembro de la Acción Católica, un movimiento de promoción
social de la iglesia, llegó a Mondragón. Este sacerdote era fiel creyente del
papel de la iglesia como palanca para ayudar a los jóvenes y por esa vía, a la
comunidad.
La metalurgia era esencial para el futuro de los
jóvenes de aquella región manufacturera, pero la única escuela técnica local
estaba dirigida por una importante empresa fabril y admitía únicamente a los
hijos de sus empleados. En 1942, el padre José María, abrió una escuela
industrial en la que podrían inscribirse todos los que quisieran. Después de
graduarse como técnicos, los alumnos de dicho centro no tardaban en conseguir empleo
en la industria.
Una fábrica de armas de la localidad de Eibar, a 30
kilómetros al norte de Mondragón, había funcionado con éxito como cooperativa
durante 17 años, hasta que estalló la guerra. Finalmente, en octubre de 1955,
cinco decididos jóvenes egresados de la escuela crearon Talleres ULGOR con el
apoyo moral del sacerdote y empezaron a fabricar estufas de petróleo. Hoy
Mondragón comprende cooperativas de producción, un banco, escuelas básicas y de
enseñanza técnica, conjuntos de viviendas, grupos deportivos, un instituto de
investigación industrial, un sistema de seguridad social autónoma, una
universidad, un conjunto de establecimientos comerciales en régimen
cooperativo, que benefician a 120.000 familias que son socias.
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El 1 de Octubre de 1946, Monseñor Ricardo Pittini,
convocó a la Celebración de la Semana Social del Caribe en República
Dominicana. El tema central de la conmemoración fue el cooperativismo. Los
eventos fueron coordinados por el presbítero Alphonsus Chafe (padre Alfonso),
Superior de la Misión Extranjera de los Scarboros en el país; pero a su vez era
párroco de Manoguayabo y Asesor Nacional de la Acción Católica. En la Semana
Social participaban igualmente los jesuitas y los salesianos, entre otras
congregaciones.
En el marco de la Semana, el padre Alfonso funda una
cooperativa en Manoguayabo, la primera en suelo dominicano.
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De su lado el padre Harvey Steele, un canadiense que
realizó obra misionera en China, arriba a nuestro país en 1946, siéndole
asignada las parroquias de Monte Plata y Boyà, donde funda cooperativas. En
1948 es comisionado por sus superiores a la promoción del cooperativismo como
expresión de acción social en toda la República Dominicana. El cura Pablo
Steele es considerado padre del cooperativismo dominicano.
El humanismo es el común denominador entre el
cooperativismo y el pensamiento que promueve la economía social, como la
socialdemocracia, el socialcristianismo, el liberalismo social. Un humanismo
profundamente cristiano que orienta la acción de la mayoría de los dirigentes
del cooperativismo dominicano, como también a los directivos del Instituto de
Desarrollo y Crédito Cooperativo (IDECOOP).
Ahora se trabaja en un instrumento jurídico para
modernizar el sector encontrándose en todos los papeles de trabajo una
constante: el pensamiento de equidad y tolerancia que ha sido la marca
distintiva del cooperativismo dominicano como movimiento social.