PROMOVIDA POR LA
IDEOLOGIA “GENDER”.
El absurdo llevado al culmen: la palabra “hombre” es
ofensiva.
Por Carlos
Alvarez Cozzi
23-9-16
Los medios
digitales han informado en estos días algo que quizás ha pasado inadvertido
para la gran prensa mundial. La
prestigiosa Universidad de Princeton, de Estados Unidos, prohibió el uso de la palabra ‘hombre’ por
miedo a ofender.
“El lenguaje LGTBI se impone ya en las aulas
universitarias, por encima de la corrección gramatical y el sentido común.
Princeton ha publicado una "Guía de lenguaje inclusivo de género" en
la que recomienda a profesores y alumnos obviar el uso de la palabra 'hombre'
por considerarla "potencialmente ofensiva".
El supuesto fundamento de dicha Guía está basado en
los postulados de la ideología de género: cada persona no es lo que su realidad
biológica evidencia que es, sino lo que “sienta”.
“Así, si alguien tiene pene pero se siente mujer no
será correcto decir que esa persona es un varón.” De esta forma el género
siempre será independiente del sexo. Y esto es algo que ya está consagrado en
algunas legislaciones en el mundo.
Por ello la universidad estadounidense propone el
empleo de “ser humano” o de “persona”. Tampoco se podrá usar en adelante los
pronombres personales him/her (él/ella) que habrán de reemplazarse por
“nosotros” o “estudiantes”.
En cambio, otra de las universidades más importantes
de Estados Unidos, la de Chicago, comunicó que defenderá el uso de la libertad
de expresión porque “una universidad no debe resguardar a los individuos de
ideas y opiniones que les parezcan desagradables e, incluso, ofensivas”.
El pretexto invocado invariablemente es el de luchar
contra la marginación y la discriminación, algo en lo que todos estamos de
acuerdo, pero la realidad es que desde este curso los estudios de Género
(Gender), presentes hace años en cátedras europeas y americanas, tendrán rango
de carrera específica. Y dedicada no sólo a estudiar la ideología de género,
sino también a formar activistas y abogados para imponerla en la sociedad.
La iniciativa del rector de Princeton, David S. Lee,
agregan las agencias, “adquiere especial relevancia en tanto que se trata de
una de las mejores universidades de Estados Unidos. En 2008 y 2013 logró el
primer puesto del ranking elaborado por la revista US News & World Report
delante de las prestigiosas Harvard, Yale, Stanford y Chicago.”
El comentario a este despropósito de Princeton pasa en
primer lugar por condenar la dictadura del pensamiento único que pretende
imponer, atentando contra la libertad de pensamiento y de cátedra. Es decir,
impedir siquiera utilizar la palabra y el concepto “hombre”, por ser
supuestamente ofensivo?! Pero además,
ello implica una “deconstrucción del lenguaje” con el fin subalterno de servir
a una ideología, la del Gender, que recientes estudios de académicos siquiatras
de primer nivel del mismo país, Estados Unidos, han demostrado que carece de
toda base científica. Dicho estudio concluye terminantemente que “no está probado
científicamente que exista realmente el fenómeno de mujeres encerradas en
cuerpos de hombre ni viceversa”, como afirma la ideología de género.
Este fenómeno nos recuerda a algunas legislaciones,
como por ejemplo la española y de otros países, que han sustituido la expresión
“padre” y “madre” por las de “progenitor A” y “progenitor B”, u otras que han
cambiado los términos de los cónyuges en el matrimonio. Lo que, además de ser
un despropósito resulta totalmente antinatural. Como se puede pensar sana y
sensatamente que calificar de padre y madre a los progenitores de un niño o
niña o de marido y mujer a los cónyuges, pueda ser ofensivo o injustamente
discriminatorio?!
Es la llamada “dictadura del relavismo ético” que
primero se quiere apoderar de la cultura para luego recibir consagración legal.
A los ojos de algunos políticos y cientistas sociales
este tema no despierta mayor preocupación. Pues para muchos, incluido el autor
de esta nota, es una de las principales batallas éticas y jurídicas que tiene que
dar la sociedad contemporánea. Porque la persona es a quien debe servir el
Estado, en las democracias y es la familia humana un conjunto de personas y la
célula básica de la sociedad. Y por tanto, le va la vida en esa batalla, a las
personas y familias, como a las sociedades civiles, y por extensión a los
Estados y la propia Comunidad Internacional.