Política ambiental, sin ingenuidad
Por Juan Carlos Vega,
Por Juan Carlos Vega,
PRESIDENTE DE LA COMISION DE LEGISLACION PENAL DE LA CAMARA DE DIPUTADOS DE LA NACION
La instalación de una segunda planta de pulpa de celulosa en el Uruguay no hace sino actualizar el proyecto europeo del 2002 (Ence-Botnia) que preveía una producción anual de tres millones de toneladas de pasta de celulosa en el Río de la Plata. Se trata de un proyecto financiado por la Corporación Financiera Internacional (CFI) del Banco Mundial.
Argentina debe recordar que su conducta fue negligente en la defensa de los intereses del país al no ejercer sus facultades legales de control y vigilancia -según el Estatuto del Río Uruguay- sobre el emprendimiento de Fray Bentos.
Por esa razón, y por ineficiencia defensiva, se perdió el juicio ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya . No podemos repetir errores ni permitirnos ningún análisis minimalista que reduzca el problema a falsas ecuaciones economicistas o a infantiles enfoques ecologistas. Estamos obligados a mirar la película entera.
¿Qué hay detrás de estas estrategias económicas globales que desplazan la producción de pasta de celulosa del centro de Europa hacia el Río de la Plata? Veamos los hechos objetivos para no caer en ninguna teoría conspirativa.
1. La sumatoria de las dos plantas, Fray Bentos y Colonia, convierte al Río de la Plata en el territorio de mayor producción de pulpa de celulosa en el mundo.
2. La pulpa de celulosa es una commodity que se cotiza en la bolsa de Francfort. Eso quiere decir que en el Río de la Plata se instala la etapa sucia de la producción del papel y que en Europa se le da “valor agregado” a esta materia prima . Es fácil comprender que la riqueza queda en Europa.
3. La producción de pulpa de celulosa está definida por los protocolos de la Unión Europea (Resolución 96/61) como altamente contaminante , al mismo nivel que la nuclear.
4. Tanto la inversión de Fray Bentos como la de Colonia, si bien son privadas, están financiadas por el Banco Mundial a través de la Corporación Financiera Internacional (CFI).
5. Se debe desmitificar el valor reactivador de la economía que tienen estas inversiones . Es cierto que en un comienzo las obras de infraestructura generan mano de obra y reactivación, pero a la luz de lo visto en Fray Bentos, ello no dura más de 4 años. Hoy la planta finlandesa de Botnia-UPM es manejada por no más de 80 técnicos europeos con tan sólo 30 uruguayos que cumplen tareas de servicios secundarias.
¿Cuál es la verdad? Un directivo de la española Ence declaró alegremente en el semanario Búsqueda de Montevideo que ellos vinieron al Río de la Plata por 3 razones: por la gratuidad del uso del agua dulce, el bajo costo de la mano de obra y por razones de “flexibilidad ambiental” . Esta es la verdad empresarial que decidió el desplazamiento de la etapa sucia de la producción del papel desde Europa al Río de la Plata. La Resolución 96/61 de la Unión Europea fija un plazo de 10 años para adecuar las producciones contaminantes y los controles ecológicos a niveles que en el Río de la Plata no existen.
El negocio europeo es perfecto: producen pulpa de celulosa contaminante sin ningún valor agregado en el Río de la Plata y luego la envían a Europa para transformarla en papel.
La política argentina en materia ambiental no debe ser ingenua sino adecuada al nuevo paradigma del derecho ambiental . No caigamos en la equivocación que caímos con el caso de Gualeguaychú.
Son las empresas las que deben probar que no contaminan y no las víctimas probar la contaminación.
Que el canciller Timerman no repita los errores del ex canciller Bielsa.
Debemos saber que la contaminación que inevitablemente producirán estos emprendimientos sólo será medida y constatable una vez que el daño ecológico esté consolidado. Y allí será irreversible.
En el mundo del siglo XXI no hay economía sustentable sin respeto al medio ambiente y duros controles ecológicos . La ecología no implica atarse a los árboles ni amar a las ballenas. Los recursos naturales y fundamentalmente el agua dulce deben ser defendidos en toda América latina como verdaderas políticas de Estado.
Y sepamos los argentinos que vienen por el agua.
Clarín, 9-2-11
La instalación de una segunda planta de pulpa de celulosa en el Uruguay no hace sino actualizar el proyecto europeo del 2002 (Ence-Botnia) que preveía una producción anual de tres millones de toneladas de pasta de celulosa en el Río de la Plata. Se trata de un proyecto financiado por la Corporación Financiera Internacional (CFI) del Banco Mundial.
Argentina debe recordar que su conducta fue negligente en la defensa de los intereses del país al no ejercer sus facultades legales de control y vigilancia -según el Estatuto del Río Uruguay- sobre el emprendimiento de Fray Bentos.
Por esa razón, y por ineficiencia defensiva, se perdió el juicio ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya . No podemos repetir errores ni permitirnos ningún análisis minimalista que reduzca el problema a falsas ecuaciones economicistas o a infantiles enfoques ecologistas. Estamos obligados a mirar la película entera.
¿Qué hay detrás de estas estrategias económicas globales que desplazan la producción de pasta de celulosa del centro de Europa hacia el Río de la Plata? Veamos los hechos objetivos para no caer en ninguna teoría conspirativa.
1. La sumatoria de las dos plantas, Fray Bentos y Colonia, convierte al Río de la Plata en el territorio de mayor producción de pulpa de celulosa en el mundo.
2. La pulpa de celulosa es una commodity que se cotiza en la bolsa de Francfort. Eso quiere decir que en el Río de la Plata se instala la etapa sucia de la producción del papel y que en Europa se le da “valor agregado” a esta materia prima . Es fácil comprender que la riqueza queda en Europa.
3. La producción de pulpa de celulosa está definida por los protocolos de la Unión Europea (Resolución 96/61) como altamente contaminante , al mismo nivel que la nuclear.
4. Tanto la inversión de Fray Bentos como la de Colonia, si bien son privadas, están financiadas por el Banco Mundial a través de la Corporación Financiera Internacional (CFI).
5. Se debe desmitificar el valor reactivador de la economía que tienen estas inversiones . Es cierto que en un comienzo las obras de infraestructura generan mano de obra y reactivación, pero a la luz de lo visto en Fray Bentos, ello no dura más de 4 años. Hoy la planta finlandesa de Botnia-UPM es manejada por no más de 80 técnicos europeos con tan sólo 30 uruguayos que cumplen tareas de servicios secundarias.
¿Cuál es la verdad? Un directivo de la española Ence declaró alegremente en el semanario Búsqueda de Montevideo que ellos vinieron al Río de la Plata por 3 razones: por la gratuidad del uso del agua dulce, el bajo costo de la mano de obra y por razones de “flexibilidad ambiental” . Esta es la verdad empresarial que decidió el desplazamiento de la etapa sucia de la producción del papel desde Europa al Río de la Plata. La Resolución 96/61 de la Unión Europea fija un plazo de 10 años para adecuar las producciones contaminantes y los controles ecológicos a niveles que en el Río de la Plata no existen.
El negocio europeo es perfecto: producen pulpa de celulosa contaminante sin ningún valor agregado en el Río de la Plata y luego la envían a Europa para transformarla en papel.
La política argentina en materia ambiental no debe ser ingenua sino adecuada al nuevo paradigma del derecho ambiental . No caigamos en la equivocación que caímos con el caso de Gualeguaychú.
Son las empresas las que deben probar que no contaminan y no las víctimas probar la contaminación.
Que el canciller Timerman no repita los errores del ex canciller Bielsa.
Debemos saber que la contaminación que inevitablemente producirán estos emprendimientos sólo será medida y constatable una vez que el daño ecológico esté consolidado. Y allí será irreversible.
En el mundo del siglo XXI no hay economía sustentable sin respeto al medio ambiente y duros controles ecológicos . La ecología no implica atarse a los árboles ni amar a las ballenas. Los recursos naturales y fundamentalmente el agua dulce deben ser defendidos en toda América latina como verdaderas políticas de Estado.
Y sepamos los argentinos que vienen por el agua.
Clarín, 9-2-11