DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

Aguer alerta sobre el riesgo ideológico de los diseños curriculares



La Plata (Buenos Aires), 28 Feb. 11 (AICA)
El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, destacó la misión de la escuela católica, al señalar que ésta es "intrínsecamente propia y se identifica con la misión que la Iglesia debe desarrollar en la escuela y a través de ella, y recordó que en la arquidiócesis "a tono con el impulso renovado en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, quiere verificar seriamente su condición de Iglesia misionera, especialmente en la orientación y el dinamismo de la pastoral ordinaria".
"Esta decisión vale también – no podría ser de otra manera – para la pastoral educativa que se debe desarrollar ordinariamente y con puntual continuidad en nuestras escuelas. Ahora bien, en ellas la pastoral educativa coincide con su específica misión de educar en sentido integral y cristiano", subrayó en la misa a los educadores platenses que presidió en la catedral Nuestra Señora de los Dolores.

Tras indicar que "en otras ocasiones me he referido a las características de una educación que pueda reconocerse, en sentido genuinamente católico, como formación integral de la persona en su irreductible identidad femenina o varonil", formuló algunas observaciones sobre "la dimensión misional de la educación, especialmente en relación a las dificultades que encuentra, en la actualidad, su plena realización".
El prelado precisó que "en primer lugar recordemos que la escuela católica, al cultivar y transmitir las diversas disciplinas curriculares en los distintos niveles, comenzando por los saberes elementales, cumple una misión al servicio de la Verdad. Lo que debe proponerse cultivar y transmitir es la cosmovisión cristiana, en la que letras, ciencias y arte se articulan armoniosamente en una síntesis sapiencial a la luz de la fe".

"Nuestros institutos de enseñanza -advirtió- no son sucursales de la iniciativa oficial o ámbitos supletorios de la responsabilidad educativa del Estado en una especie de subsidiaridad invertida; tienen su propia identidad – esencia, principios, fines, métodos – y constituyen, junto con otras instituciones privadas y con la vertiente estatal, un único sistema público de educación. Nuestra identidad se refiere a la misión de la Iglesia, se inscribe en ella, y por lo tanto se remite a Jesucristo, Camino, Verdad y Vida. La escuela católica es la Iglesia en función de educar; su misionalidad se cumple primeramente en la transmisión de la Verdad".

Por esto, monseñor Aguer reclamó "prestar una atención alerta y sanamente crítica a los diseños curriculares para hacerlos objeto de un discernimiento imprescindible. Ésta es la mejor colaboración que podemos ofrecer a las necesidades educativas de la Argentina de hoy. No es posible ignorar o disimular por una especie de tolerancia beata, o por temor, el sesgo ideológico que campea en varios de ellos, sobre todo en áreas tales como Historia, Educación sexual, Salud y adolescencia, Construcción de ciudadanía, y ahora Política y ciudadanía".

"Basta recorrer con la mirada la bibliografía propuesta para advertir la inspiración que ha presidido el trazado de esos diseños; no sólo por los nombres emblemáticos que figuran en la lista, sino también por los que lamentablemente han sido omitidos. Se dice que es responsabilidad del Estado formar ciudadanos, pero ¿acaso pretende hacerlo adoctrinando a niños y adolescentes para domesticar así a la sociedad con la vara del pensamiento único?", interpeló.
El arzobispo platense sostuvo que "cada tanto parece asomar nuevamente la ambición monopólica del Estado en un ámbito tan delicado como éste de la orientación intelectual y del juicio sobre los acontecimientos históricos y las realidades sociopolíticas. El modelo de los regímenes totalitarios es un ejemplo pernicioso del cual debemos cuidarnos. Los padres de familia tendrían que estar más atentos a lo que se enseña a sus hijos en la escuela – pienso sobre todo en la de gestión estatal –. Nosotros, por nuestra parte, que también ejercemos la responsabilidad de formar ciudadanos, tenemos el derecho y el deber de examinar los programas, corregirlos y completarlos a la luz de la antropología cristiana y la doctrina social de la Iglesia".

"No es lo mismo formar buenos ciudadanos que pequeños teóricos críticos, politizados prematuramente y uniformados por una concepción pseudoprogresista del cambio social. Lo mismo hay que decir de la elección de los textos; la disponibilidad de obras de referencia adecuadas es un campo en el cual aún estamos en falta. El proyecto educativo de la escuela católica queda en pura aspiración ideal si no se concreta en una ratio studiorum y en los textos correspondientes", aseveró.
El prelado recordó a los representantes legales que "no representan al Estado, sino al arzobispado o a la congregación religiosa titular del instituto en el que ejercen su dignísimo cargo; ellos y los directores deben obedecer antes a la Iglesia, al obispo, y luego, en lo que corresponda, al inspector o a la inspectora".

Asimismo, señaló que "otro obstáculo que la misión educativa tiene que afrontar es el ambiente cultural en el que vivimos, en el cual se advierte hasta qué grado ha llegado el proceso de descristianización que afecta incluso a muchas personas que se consideran católicas, y lo son por el bautismo, pero que no piensan ni viven como tales. Hay que contar también con la fobia anticatólica de pequeños cenáculos muy activos e influyentes, con la parcialidad opinativa y la degradación cultural que destilan algunos medios de comunicación".
"Ese clima deseducador -aseguró- influye desde fuera sobre la tarea educativa de la escuela y penetra por diversos canales en su interior. Sin exasperación, con mucha paciencia, nos hacemos cargo de esta situación y la asumimos como un desafío exaltante que la Providencia presenta a nuestra misión de educadores".

Por último, monseñor Aguer insistió en que "la unidad del subsistema educativo eclesial, tanto en el nivel diocesano cuanto en el provincial y nacional es en cierto modo una realidad estructural existente, pero al mismo tiempo un ideal a alcanzar y perfeccionar incesantemente. El objetivo permanente es superar una posible dispersión. Cada institución educativa goza de su propia identidad, pero todas las identidades han de referirse finalmente a un ideario común, definido por la fe católica y caracterizado por la fidelidad a la doctrina de la Iglesia; del mismo modo, la eficacia misionera del conjunto depende de la armonía de los criterios de acción y de la coordinación de los esfuerzos".+