Aica, 18-2-20
Ante la conmoción general
provocada por la muerte del joven Fernando Báez Sosa en Villa Gesell, el arzobispo emérito de La Plata, monseñor
Héctor Aguer, dedicó su reflexión en el programa Claves para un Mundo
Mejor, que se emitió por el Canal 9 de TV del sábado 15 de febrero, a lo que
denominó “la cultura de boliche”.
“Aunque han transcurrido
varias semana –comenzó diciendo el prelado-, creo que todos como yo estamos
impresionados por lo que ocurrió en Villa Gesell: ese crimen donde una patota
de diez muchachos mató a un chico de 19 años”.
“A propósito de eso tan
excepcional habría que pensar que no es tan excepcional. Hubo casos semejantes
que no llegaron a la muerte pero, en algunos casos, poco faltó. Y no sólo entre
varones también entre chicas. ¿Cómo se entiende esto?”.
Ni rugbiers ni machismo:
boliche
“Me llamó la atención que
comentando el crimen de Villa Gesell muchos medios de comunicación insistían en
el asunto del rugby y como que la culpa sería de ese deporte. Es un disparate
insistir en que son rugbiers y por eso tienen que ser así. Y otra cosa, tal vez
peor, las elucubraciones psicoanalíticas sobre el machismo.
“Pero nadie hablaba de algo
que está en la base de esta problemática y es lo que yo llamo ‘la cultura de
boliche’. Esto es, que los jóvenes que
después de una previa de varias horas en sus casas ya van alcoholizados al boliche,
a las 2 o 3 de la mañana, y allí hay música, saltos y más saltos, promiscuidad,
amontonamiento, y más alcohol y también droga. Muchas veces sabemos que hay
droga también”.
La cultura de boliche y la
complicidad de los padres
“¿En ese contexto cómo se
puede vivir humanamente un rato de diversión? Ahí está la cosa y vemos que esta
“cultura de boliche” se extiende en todas partes y los chicos que concurren son
cada vez más jóvenes, comienzan más temprano. Pienso en los colegios católicos
con el famoso asunto del llamado “viaje de egresados” que es uno de estos casos
porque van 15 días o una semana a Bariloche u otro lugar pero a qué. Lo que les
importa es ir a ‘bolichear’ nada más y después están zombis todo el día”.
“Los padres tienen mucho que
ver con todo esto. Para que no corran peligro, les preparan la previa en la
casa, le ponen el alcohol en la casa y demás. Eso es la “cultura de boliche”
que es algo gravísimo desde el punto de vista antropológico y creo que por aquí
debía andar la reflexión. Todo eso es la abolición del auténtico sentido de lo
humano de la fiesta porque no hay fiesta allí”.
La verdadera fiesta
“Existe todo una teoría de
la “fiesta” que es preciosa en la tradición filosófica occidental y cristiana
donde la fiesta es un corte del mundo del trabajo digamos así, del mundo de la
ocupación semanal y uno sale de allí y necesita eso, necesita ese corte y eso
es la fiesta. Ahora bien, desde su raíz
griega, la fiesta no es la abolición de la vida o la obnubilación de todo lo
que uno es sino que, al contrario, es el punto culminante de la existencia pero
no puede haber fiesta sin amistad verdadera, sin serenidad y, en todo caso, sin
belleza. Belleza, verdad y bondad marchan siempre juntas y aquí hay mucho que
recuperar.
“Por eso digo que es un
problema de la sociedad, es un problema cultural. Y esto muestra la decadencia
cultural de la Argentina y de otros países. Acá se muestra la decadencia de la
vida cristiana en la Argentina o la descristianización que siempre lleva a la
deshumanización”.
Porque todos lo hacen
“Es lo que ha pasado aquí.
Pienso en esos muchachos, los asesinos serán chicos bautizados, probablemente
estudiaron en buenos colegios y hasta en colegios católicos y cómo es posible
que hayan llegado a esa bestialidad, que se hayan enajenado de esa manera. Es
un enigma pero creo que habría que apuntar allí: se ha perdido el sentido real
de la fiesta y la “cultura de boliche” se ha impuesto de un modo tiránico de
tal manera que parece que los chicos tienen que hacer eso porque “todos lo
hacen y yo también”. Una pena. Pienso en el dolor de los padres que perdieron a
un hijo y los acompaño con mi oración en este tremendo momento”.+