cada vez hay más y no tienen
un destino claro
Teresa Sofía Buscaglia
La Nación, 3 de febrero de
2020
"Tengo embriones
congelados desde hace años. No sé qué hacer con ellos. Mi hija ya tiene 5 años,
soy una mamá grande y no voy a usarlos. Para mí sería un alivio y una alegría
que vos los puedas usar", le dijo Marina a Silvina, después de la larga y
sentida charla que tuvieron cuando se conocieron en la casa de unos amigos en
común.
Fue hace un año y medio. Hoy,
Silvina Steinbaum, de 44 años, es mamá de Joaquín, un bebé de cuatro meses, que
nació gracias a una embriodonación realizada con los embriones que Marina tenía criopreservados hacía siete años y con
los que no podía decidir qué hacer. Si no es para uso propio de los titulares,
la ley de reproducción asistida -sancionada en 2013- solo permite donarlos a un
tercero y hasta que conoció a Silvina y escuchó su historia, no se había decidido
a hacerlo.
Según
datos de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (Samer), en el país hay
alrededor de 52.000 embriones criopreservados, de los cuales el 42% tienen más
de 10 años en ese estado y solo menos del 15% decide donarlos.
¿Qué hacer con los embriones
congelados que no tienen destino? ¿Cuánta gente sabe que existe la posibilidad
de ser padres por embriodonación? ¿Qué porcentaje de parejas los donan? Los
especialistas consultados por LA NACION coinciden en que todas estas preguntas
son difíciles de responder porque falta un registro público y una ley que regule
el futuro de estos embriones, que actualmente no pueden ser descartados ni
donados a la ciencia. Y, justamente, una de las principales problemáticas es
que muchas personas dejan de pagar la criopreservación.
"Los centros de
reproducción asistida no descartan los embriones porque hay un vacío legal. Una
ley es necesaria porque definiría los límites de tiempo para el almacenamiento
y qué hacer fehacientemente con los embriones", explica Gustavo Martínez,
doctor en biología, vicepresidente de Red Latinoamericana de Reproducción Asistida
y director de Fertilis.
Una ley es necesaria porque
definiría los límites de tiempo para el almacenamiento y qué hacer
fehacientemente con los embriones.
En abril de 2019, una
comisión multipartidaria presentó en la Cámara de Diputados un proyecto de Ley
de Protección de Embriones no Implantados para responder a la demanda social
sobre este tema. Hubo varios intentos anteriores, pero todos perdieron estado
parlamentario.
"La ley se frenó
siempre cuando se quería llegar a una definición de embrión", afirma
Marisa Herrera, doctora en Derecho de la UBA e investigadora del Conicet. Y
aclara: "La Corte Interamericana de
Derechos Humanos dice claramente, en su fallo en el caso Artavia Murillo, que
el embrión no es persona. También lo confirma la ley nacional de reproducción
asistida, que nadie cuestionó por inconstitucional". (…)