Autor: Universidad de
Duke, Carolina del Norte
Catholic.net, 28-8-13
Se ha instalado y
crecido al amparo de discursos que la aseguran inocua. Se dice, de la
marihuana, que no genera adicción, que es menos tóxica que el tabaco y que
hasta puede resultar beneficiosa en algunas circunstancias. Tres
"mitos" que gozan de una controvertida aceptación social y que la
ciencia médica refuta a rajatabla. "Nada más alejado de la realidad",
enfatizaron desde la Secretaría de Programación para la Prevención de la
Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) al difundir que uno
de cada cuatro pacientes en tratamiento en centros dependientes del organismo
esteban siendo rehabilitados por adicción a la marihuana. Pues bien: una
flamante investigación, realizada en Nueva Zelanda, asegura que su uso
persistente, sobre todo en adolescentes, deteriora significativamente y de
forma irreversible las funciones cerebrales.
La investigación es
una de las más amplias que se han llevado a cabo sobre los efectos de la
marihuana en el cerebro. Los científicos siguieron durante más de 20 años a un
grupo de 1.000 jóvenes y encontraron que los que habían comenzado a usar
marihuana antes de cumplir los 18 años -cuando su cerebro estaba aún
desarrollándose- mostraban una reducción "significativa" en su
coeficiente intelectual.
Un equipo de investigadores,
dirigido por la profesora Madeline Meier de la Universidad de Duke, en Carolina
del Norte, Estados Unidos, analizó el impacto del uso de marihuana en varias
funciones neuropsicológicas de 1.037 individuos nacidos entre 1972 y 1973. Los
científicos siguieron a los participantes hasta que cumplieron 38 años,
realiándoles entrevistas y estudios periódicos. Tomaron en cuenta factores como
dependencia de alcohol y/o al tabaco, uso de otras drogas y nivel de educación.
Al evaluar todos los
casos, encontraron que los participantes que habían usado persistentemente
marihuana mostraban un "amplio deterioro" en varias áreas
neuropsicológicas, como funcionamiento cognitivo, la atención y la memoria.
Quienes habían usado la droga al menos cuatro veces a la semana, año tras año,
durante su adolescencia, sus 20 años y, en algunos casos, sus 30 años,
mostraron una reducción en su coeficiente intelectual. La relación, concluye el estudio, es inapelable: cuanto más fumaba el individuo, mayor la pérdida en
el CI.
Uno de los puntos mas
importantes del estudio fue demostrar que el daño era irreversible. Al dejar de
usarla o reducir su uso no lograron restaurar completamente su pérdida de CI.
Es decir, los efectos neurotóxicos son clarísimos y el daño es permanente.
El estudio fue
publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Robin
Murray, profesor de psiquiatría del King´s College de Londres, explicó que el
estudio es "una investigación extraordinaria. Es probablemente el grupo de
individuos que ha sido más intensamente estudiado en el mundo y, por lo tanto,
los datos son muy buenos. Hay muchos informes anecdóticos de que los usuarios
de marihuana tienden a ser menos exitosos en sus logros educativos, matrimonios
y ocupaciones. Este estudio ofrece una explicación de por qué puede
ocurrir".
Fuertemente adictiva
Según datos del
Registro Continuo de Pacientes en Tratamiento de SEDRONAR, en 2005 la marihuana
motivó el tratamiento del 25% de los 2.369 pacientes que estaban siendo
rehabilitados en 53 centros de todo el país. "Este alto porcentaje
desmiente los discursos habituales sobre la marihuana, que insisten en
instalarla como una droga que no genera mayores daños sobre la salud. Es mucha
la gente que no puede dejarla ni manejarla y que está padeciendo las
consecuencias de su consumo", destacó Diego Alvarez, que estaba al frente
del Observatorio de Drogas del organismo en ese momento.
"Es un mito que
la marihuana no tiene toxicidad. Es una droga con sustancias psicoactivas muy
potentes, que impactan sobre el sistema nervioso central y el aparato
cardiovascular", agregó la toxicóloga Norma Vallejo. "El uso crónico
genera pérdida de interés y del deseo, fatiga, alteraciones de humor,
disminución de la capacidad de concentración y depresión del sistema
inmunológico. Además, afecta la fertilidad y aumenta las probabilidades de
sufrir cáncer, enfermedades pulmonares y psicosis", subrayó. "Muchos
aseguran que el porro es menos dañino que el tabaco, y no es así. Su toxicidad
es mayor porque se fuma distinto: se retiene más en las vías respiratorias y,
en el proceso de fumado, desprende más monóxido de carbono que un
cigarrillo".
Los daños que puede
generar la marihuana son múltiples y difieren mucho según la persona: como
dicen en la jerga, "a cada uno le pega distinto". Pero hay algo que
afecta a todos los consumidores por igual: la adicción. "La marihuana
genera dependencia física y, sobre todo, psicológica. Como otras drogas, excita
y provoca un aparente estado de bienestar porque actúa sobre el sistema de
recompensa del cerebro. El mismo, al ser estimulado, pide más", destacó la
especialista.
En el caso de la
marihuana la adicción no está asociada necesariamente a la frecuencia de
consumo. Tiene que ver con las particularidades de cada persona. Para evaluar
si hay dependencia se observa si el consumidor desarrolló tolerancia (si el
organismo se habituó y debe fumar más para lograr el mismo efecto), si su
cotidianidad sufrió cambios (rutinas, hábitos, manejo del tiempo) y si hay
manifestaciones que indiquen síndrome de abstinencia: "Si no puede dejar
de fumar, si se pone irritable, transpira frío o no puede socializarse ni
disfrutar cuando no fuma", explican los expertos.
Los efectos menos
conocidos del cannabis
Según diversos
estudios de sociedades científicas de gran prestigio internacional, el uso
persistente de marihuana provoca pérdida de memoria, reduce el rendimiento y
altera las capacidades cognitivas. Puede producir depresión, ansiedad, psicosis
y, en el peor de los casos, esquizofrenia
Los poderes
psicotrópicos del cannabis son conocidos por el ser humano desde hace miles de
años. Sus ´propiedades embriagadoras´, como decía Herodoto en el siglo V, se
deben fundamentalmente al delta-9-tetrahidrocanabinol (THC), el cannabinoide
responsable de sus efectos en el cerebro. Cuando se inhala esta sustancia, el
THC llega rápidamente al cerebro a través de la sangre. Sus efectos se sienten a
los pocos minutos y pueden durar hasta dos o tres horas.
Una de las
consecuencias menos conocidas tienen que ver con los trastornos psiquiátricos.
El consumo de porros multiplica por dos las probabilidades de sufrir brotes
psicóticos (con más riesgo a mayor dosis). Varios estudios coinciden en que la
marihuana podría actuar como desencadenante de estos ataques en personas con
una cierta predisposición genética. El riesgo se acentúa cuando el consumo se
inicia antes de los 15 años.
A su vez, un informe
elaborado por expertos de la Oficina de Control de Drogas de la Casa Blanca
(EEUU), advierte de que los adolescentes que fuman marihuana tienen hasta un
40% más de riesgo de sufrir depresión, ansiedad, psicosis (alucinaciones) o
algún tipo de enfermedad mental; especialmente en el caso de las chicas. Y
aunque no se ha demostrado de una manera estadísticamente significativa que
pueda causar esquizofrenia, sí parece que empeora sus síntomas y agrava los
ataques.
No es lo mismo usar
una droga que ser adicto a ella. Muchos consumidores no se convierten en
adictos. Pero vale medir y conocer las consecuencias. Según datos del 2007, en
nuestro país más del 6 por ciento de la población consume habitualmente
marihuana, una cifra que convierte a la Argentina en el país de mayor consumo
de América latina.