Ciudad del Vaticano,
30 de junio de 2013 (Zenit.org)
El papa Francisco rezó el ángelus este domingo 30 de
junio desde la ventana de su estudio que da hacia la plaza de San Pedro, en
donde una multitud de fieles le esperaba.
¡Queridos hermanos y
hermanas, buen día!
El evangelio de este
domingo muestra un episodio muy importante en la vida de Cristo. El momento en
el que -como escribe san Lucas- 'Jesús tomó la firme decisión de ponerse en
camino hacia Jerusalén'. Jerusalén que es la meta fina en donde Jesús, en su
última pascua tiene que morir para resucitar, y así llevar a cumplimiento su
misión salvadora.
Desde ese momento,
después de esa firme decisión, Jesús va derecho hacia la meta y a las personas
que encuentra y que le indican que quieren seguirlo les indica claramente
cuales son las condiciones: no tener una demora estable; saber desprenderse de
los afectos familiares; no ceder a la nostalgia del pasado.
Pero Jesús le dice
también a sus discípulos, encargados de anticiparlo en el camino de Jerusalén
para anunciar que por allí iba a pasar, ¡qué no impusieran nada! si no
encontrarán disponibilidad para acogerlo, se proceda y se vaya más adelante.
¡Jesús no impone
nunca, Jesús es humilde, Jesús invita: si tu quieres ven. La humildad de Jesús
es así, el nos invita siempre, no impone.
Todo esto nos hace
pensar. Nos dice por ejemplo, la importancia que también para Jesús tuvo la
conciencia: el escuchar en su corazón la voz del Padre y seguirla. Jesús en su
existencia terrena no era por así decir 'telecomandado'. Era el Verbo
Encarnado, el Hijo de Dios hecho hombre, y a un cierto punto tomó la firme
decisión de ir a Jerusalén por última vez; una decisión tomada en su conciencia
pero que no la tomó solo: junto al Padre, en plena unión con Él. Decidió en obediencia al Padre, en escucha
profunda, íntima de su voluntad. Y por esto la decisión era firme, porque
tomada con el Padre. Y en el Padre encontraba la fuerza y la luz para su camino.
Y Jesús tenía
libertad, en esa decisión era libre. Jesús a nosotros los cristianos nos quiere
libres como Él. Con esa libertad que viene de ese diálogo con el Padre, de ese
diálogo con Dios. Jesús no quiere ni cristianos egoístas que siguen el propio
yo, que non hablan con Dios; ni cristianos débiles, cristianos que no tienen
voluntad, cristianos telecomandados, incapaces de creatividad, que buscan
siempre conectarse con la voluntad de otro, que no son libres. Jesús nos quiere
libres y esa libertad ¿dónde se encuentra? se encuentra en el diálogo con Dios
en la propia conciencia. Si un cristiano no sabe hablar con Dios, si no sabe
sentir a Dios en su propia conciencia no es libre, no es libre. Por esto
tenemos que aprender a escuchar más a nuestra conciencia.
¡Pero atención! Esto
no significa seguir el propio yo, hacer lo que me interesa, lo que me conviene,
lo que me gusta... No es esto. La conciencia es el espacio interior de escucha
de la verdad, del bien, para escuchar a Dios. Es el lugar interior de mi
relación con Él, que le habla a mi corazón y me ayuda a discernir, a entender
el camino que debo recorrer. Y una vez tomada la decisión, de ir adelante y ser
fiel.
Nosotros tuvimos un
ejemplo maravilloso, de cómo es esta relación con Dios en la propia conciencia.
Un reciente ejemplo maravilloso: el papa Benedicto XVI nos dio este ejemplo,
cuando el Señor le hizo entender en la oración, cuál era el paso que debía
realizar. Ha seguido con gran sentido, discernimiento y coraje, su conciencia,
o sea la voluntad de Dios que le hablaba en su corazón. Y este ejemplo de
nuestro padre nos hace tanto bien a todos nosotros. Es un ejemplo que hay que
seguir.
Tras rezar el ángelus
recordó que hoy en Italia se celebra la Jornada de la caridad del papa y saludó a los
peregrinos, entre los cuales los que habían venido desde Madrid.
Y concluyó con su ya
famoso "¡Buon pranzo!"