Por Andrew Brown (The Guardian)
El lunes en el Vaticano, el papa Benedicto XVI realizó un discurso ante el cuerpo diplomático, en el cual no dijo ni siquiera una palabra contra el matrimonio entre homosexuales. ¿Por qué esto es una noticia?
Porque la Reuters y a continuación muchas otras personas reportaron que el papa habría atacado el matrimonio entre homosexuales como un peligro para la civilización occidental.
Philip Pullela, uno de los corresponsales mejores y más expertos en el Vaticano inicia su artículo:
“El lunes, el papa Benedicto XVI dijo que el matrimonio entre homosexuales es una de las varias amenazas a la familia tradicional, que pone en peligro 'el futuro de la misma sociedad'”.
Por lo que sé, el papa Benedicto simplemente no dijo esto. Habló a favor de la familia “basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer”.
Dijo que “las políticas dañosas a la familia amenazan la dignidad humana y el futuro de la misma humanidad”.
No hay ninguna indicación de que el matrimonio entre homosexuales sea una de las más importantes de estas políticas. No lo mencionó para nada, mientras que enfrentó diversos asuntos sobre sexualidad.
Y siguió adelante alabando una reciente sentencia de la Corte de Justicia de la Unión Europea que ha prohibido registrar los resultados de investigaciones hechas con células estaminales embrionarias humanas.
Ha dicho [el papa] que dichas medidas legislativas se oponen “a la educación de los jóvenes y por consecuencia al futuro de la humanidad, pues no solamente permiten, sino que a veces incluso favorecen el aborto por motivos de conveniencia o por razones médicas discutibles”.
Esto puede ser justo o equivocado, pero no es un ataque al matrimonio entre homosexuales y tampoco a la homosexualidad. Ni fue la parte principal y más importante de su discurso.
Lo que dijo es que la crisis financiera fue el evento más importante del año pasado.
Por lo que sé, el papa es la figura política europea más significativa que afirma cosas como “La crisis puede y debe ser un incentivo a reflexionar sobre la existencia humana y sobre la importancia de su dimensión ética, antes aún que sobre los mecanismos que gobiernan la vida económica: no solamente para tratar de evitar las pérdidas personales o de las economías nacionales, sino para darnos nuevas reglas que nos den a todos la posibilidad de vivir dignamente y de desarrollar las propias capacidades en favor de toda la comunidad”.
De nuevo lo que dice [el papa] no debe ser necesariamente justo, pero de todos modos lo dijo mejor que [el periodista de Reuters] Ed Miligand.
Dijo también cosas razonables, si bien no originales, sobre la primavera árabe, que desea que los derechos humanos sean protegidos de la tiranía de la mayoría: “El respeto de la persona tiene que estar en el centro de las instituciones y de las leyes, debe llevar a acabar con todo tipo de violencia y prevenir el riesgo que la debida atención a los pedidos de los ciudadanos y la necesaria solidaridad social se transformen en simples instrumentos para conservar o conquistar el poder (…) la construcción de sociedades estables y reconciliadas, ajenas a cualquier tipo de discriminación injusta, en particular de tipo religioso, constituye un horizonte más vasto y más lejano que las citas electorales”.
Para mí, la novedad de su discurso fue la solicitud sobre el medio ambiente. Pocos lectores de diarios se esperaban que el papa dijera: “La defensa del medio ambiente, la sinergia entre la lucha contra la pobreza y aquella contra los cambios climáticos constituyen ámbitos relevantes para la promoción y desarrollo humano integral”. Seguramente, esta es una opinión que hace estremecer a un gran número de republicanos americanos que piensan que él está de su parte.
El papa es católico. Quizás forma parte de la naturaleza del negocio de las noticias el asombrarse, cada dos meses, ante este hecho.
Zenit, 13-1-12
Porque la Reuters y a continuación muchas otras personas reportaron que el papa habría atacado el matrimonio entre homosexuales como un peligro para la civilización occidental.
Philip Pullela, uno de los corresponsales mejores y más expertos en el Vaticano inicia su artículo:
“El lunes, el papa Benedicto XVI dijo que el matrimonio entre homosexuales es una de las varias amenazas a la familia tradicional, que pone en peligro 'el futuro de la misma sociedad'”.
Por lo que sé, el papa Benedicto simplemente no dijo esto. Habló a favor de la familia “basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer”.
Dijo que “las políticas dañosas a la familia amenazan la dignidad humana y el futuro de la misma humanidad”.
No hay ninguna indicación de que el matrimonio entre homosexuales sea una de las más importantes de estas políticas. No lo mencionó para nada, mientras que enfrentó diversos asuntos sobre sexualidad.
Y siguió adelante alabando una reciente sentencia de la Corte de Justicia de la Unión Europea que ha prohibido registrar los resultados de investigaciones hechas con células estaminales embrionarias humanas.
Ha dicho [el papa] que dichas medidas legislativas se oponen “a la educación de los jóvenes y por consecuencia al futuro de la humanidad, pues no solamente permiten, sino que a veces incluso favorecen el aborto por motivos de conveniencia o por razones médicas discutibles”.
Esto puede ser justo o equivocado, pero no es un ataque al matrimonio entre homosexuales y tampoco a la homosexualidad. Ni fue la parte principal y más importante de su discurso.
Lo que dijo es que la crisis financiera fue el evento más importante del año pasado.
Por lo que sé, el papa es la figura política europea más significativa que afirma cosas como “La crisis puede y debe ser un incentivo a reflexionar sobre la existencia humana y sobre la importancia de su dimensión ética, antes aún que sobre los mecanismos que gobiernan la vida económica: no solamente para tratar de evitar las pérdidas personales o de las economías nacionales, sino para darnos nuevas reglas que nos den a todos la posibilidad de vivir dignamente y de desarrollar las propias capacidades en favor de toda la comunidad”.
De nuevo lo que dice [el papa] no debe ser necesariamente justo, pero de todos modos lo dijo mejor que [el periodista de Reuters] Ed Miligand.
Dijo también cosas razonables, si bien no originales, sobre la primavera árabe, que desea que los derechos humanos sean protegidos de la tiranía de la mayoría: “El respeto de la persona tiene que estar en el centro de las instituciones y de las leyes, debe llevar a acabar con todo tipo de violencia y prevenir el riesgo que la debida atención a los pedidos de los ciudadanos y la necesaria solidaridad social se transformen en simples instrumentos para conservar o conquistar el poder (…) la construcción de sociedades estables y reconciliadas, ajenas a cualquier tipo de discriminación injusta, en particular de tipo religioso, constituye un horizonte más vasto y más lejano que las citas electorales”.
Para mí, la novedad de su discurso fue la solicitud sobre el medio ambiente. Pocos lectores de diarios se esperaban que el papa dijera: “La defensa del medio ambiente, la sinergia entre la lucha contra la pobreza y aquella contra los cambios climáticos constituyen ámbitos relevantes para la promoción y desarrollo humano integral”. Seguramente, esta es una opinión que hace estremecer a un gran número de republicanos americanos que piensan que él está de su parte.
El papa es católico. Quizás forma parte de la naturaleza del negocio de las noticias el asombrarse, cada dos meses, ante este hecho.
Zenit, 13-1-12