de Chiara Mantovani
En el 2009 iniciaron en Francia los “Estados generales” de la bioética, una larga consulta popular para sondear que pensaba el francés medio en merito a los grandes temas de bioética de la procreación artificial.
Los franceses permanecen evidentemente leales al menos al lenguaje de la Revolución Francesa, pero si en los tiempos pasados las consecuencias fueron aquellas notas, no está dicho que el resultado deba repetirse.
Si bien sea discutible ampliamente el razonamiento de confiarse decisiones sustanciales - como aquellas sobre la oportunidad y ética o al menos de técnicas médicas que hacen referencia a la procreación o la investigación de los embriones – a la consulta general, nuestros tiempos aceptaron ahora que la verdad sea sometida a votación. No sólo en Francia, sino también en Inglaterra, España, USA, Australia y Japón, se están haciendo “pruebas técnicas” de consulta popular sobre temas importantes. En Alemania, “jueces ciudadanos” o “Planungszellen” son llamados a manifestar sus pareceres, después de un periodo de formación. Dinamarca hace de topadora con las “conferencias de consenso”. Parece la nueva moda para resolver los conflictos éticos: discutamos hasta el agotamiento, de manera sistemática y no parcelar, con expertos y personas comunes que con una noción de competencias puedan sentirse autoritario en el “según yo”, para llegar no a la búsqueda de la verdad (no encontré pista en las declaraciones entusiastas de esta modalidad) sino a la búsqueda del “consenso”, aquel “estamos todos de acuerdo”, tensa a evitar quejas después. El campo de aplicación de esta novedad es el ámbito bioético: no me resulta que iniciativas análogas hayan sido previstas, por ejemplo, para decidir los pagos de los parlamentarios o la entidad de tasa fiscal. Es significativa la citación que presenta el sitio personal de Jean Leonetti (http://www.jean-leonetti.fr/ , visitado el 6 de marzo 2011): «El debate público debería organizarse de modo permanente, y no ocasional, para evitar las contraculpas mediáticas, generadoras de tensión y de banalización. El debate público debe ser a través de ciudadanos representativos del conjunto del pueblo, que, con la mediación de las conferencias de consenso puedan expresar pareceres iluminados, meditados y convergentes, si no también consensuales. Es necesario tiempo para asimilar los pareceres contradictorios, sopesar ventajas e inconvenientes de las diversas posiciones, aceptar la duda coletiva y también aquella parte de incerteza en la décision finale».
Con buscar típicamente gironda, así que, la primera fase se desarrolló con reuniones y coloquios organizativos en toda Francia para escuchar el punto de vista de los ciudadanos. La iniciativa fue sólo el primer paso para llegar a la revisión de la ley que en el 2005 reguló de hecho la PMA y sus corolarios, la versión francesa de nuestra ley 40/05, también si los dos implantes legislativos no pueden decirse superposición. La revisión está prevista con caducidad quinquenal por la ley misma, sabiendo que en cinco años muchos presupuestos científicos pueden cambiar. La segunda fase se inició en noviembre del 2010, con las audiciones por parte de una comisión especial presidida por el socialista Alain Claeys (profesor, miembro de la Comisión de Finanzas en el Parlamento) y con el relator Jean Leonetti, Cardiólogo, miembro del Partido Radical del Valois, presidió los trabajos parlamentarios que condujeron en abril del 2005 a la “Ley relativa a los derechos de los enfermos y al final de la vida” y del cual estuvo como relator en Parlamento; ley que prevé el testamento biológico y la figura del fiduciario.
La comisión ministerial francesa escuchó a los invitados sobre los temas de la agenda de biomedicina, la investigación acerca del embrión, la eliminación del anonimato de la donación de gametos, la gravidez subrogada y el diagnóstico prenatal. El 25 y 26 de enero se llevo a cabo la discusión y las votaciones de los miembros (70) de la comisión sobre enmiendas presentadas; del 8 al 11 de febrero se hizo la discusión y votación en sesión pública y, por último, el 15 de febrero se hizo la votación solemne de los diputados, en la primera lectura, del proyecto. El proceso continuará en la Comisión de negocios sociales sin la constitución de una comisión preparatoria análoga como ocurrió con la Cámara, cosa que fue solicitada por algunos senadores pero que fue rechazada para no retrasar la aprobación y el lanzamiento de la actualización de la ley sobre bioética.
La escala de los trabajos prevé una votación en sesión plenaria al Senado para el inicio de abril, una votación en segunda lectura del Parlamento y aquel en segunda lectura del Senado. Cada etapa ofrecerá la ocasión para posteriores propuestas de enmendaciones. Si serán votaciones diferenciadas entre Parlamento y Senado, se reunirá una comisión mixta de 7 miembros que deberá adoptar un texto compartido, todo dentro finales de julio.
Asociaciones pro-life francesas elaboraron un balance de la revisión, afirmando que es posible avisar luces y sombras, en términos de respeto para la vida pero también de prospectivas políticas. Sorprendió, gustosamente, la calidad del debate, la inteligencia en la confrontación de las ideas y sobre todo la siempre mayor toma de conciencia de los desafíos en juego por el respeto de la vita y el empeño a hacerse cargo, todavía insuficientes para garantizar un respeto absoluto y perfecto, sino decisivos para el futuro. De otra manera no se podría explicar los treinta y cinco parlamentaros que firmaron juntos un manifiesto común (que apareció en el Le Figaro del 8 de febrero) que lanza la alarma sobre los riesgos de la industrialización de la procreación, tuvieron el coraje en afrontar hasta tarde de la noche los datos sobre las falsas promesas de la investigación de los embriones y los riesgos de eliminación de los más débiles, contenidos en las disposiciones de diagnósticos pre-implantados y prenatales. En Francia los defensores de la vida saludan este frente unido como algo único e histórico, de fomentar para el futuro.
¿Qué no se obtuvo? Con realismo se debe anotar un gran número de cosas que funcionan mal en la ley actual: resta invariada la posibilidad de investigación sobre el embrión, el diagnóstico prenatal (DPN) no tendrá obligación de tener como única finalidad la cura del feto, el número de óvulos fecundados no será limitado a tres.
En la ley precedente la investigación sobre el embrión era en práctica concedida, también si negada de nombre, a través del principio de la prohibición con derogas, que el vice presidente de la Asamblea, Marc Le Fur (UMP), definió "un anestésico para católicos" (Agence France-Presse, 10 de febrero). La Agencia de Biomedicina (ABM) tiene la facultad, en efecto, de autorizar "a título derogatorio" proyectos de investigación y lo hizo aceptando ampliamente desde el 2004, hasta ahora 58 protocolos sobre 64, de los cuales 47 con células embrionarias humanas inseminadas y 11 con embriones (La Croix, 4 febrero).
El mecanismo fue criticado entre otros por Jacques Testart, "padre" en el 1982 del primer niño probeta francesa. Según el biólogo, la ABM es "un organismo favorable casi a cualquier práctica y poco inclinada a restricciones. De manera progresiva, el Parlamento se está echando para atrás, un poco bellacamente, delegando a esta Agencia la interpretación de la nueva ley". Así lo declaró en una entrevista a Avvenire (8 de febrero).
Ya en noviembre pasado, el cardenal, arzobispo de París y presidente de la CEF, S.Em. André Vingt-Trois, había subrayado "una cierta incoherencia". "El gobierno manifiesta la conciencia clara que con la investigación sobre el embrión, el respeto por la dignidad humana está en juego. Al mismo tiempo, parece poner en marcha un sistema en el cual la destrucción de embriones no es más una excepción", Había dicho a La Vie (30 de noviembre de 2010).
Pero se tomó en consideración un cierto número di reivindicaciones esenciales que con su sola existencia ofrecen cualquier motivo para esperar: una enmienda sobre la lista de financiación y promoción de investigaciones médicas para el tratamiento de la trisomía 21 y en el espacio de un año el Gobierno deberá publicar un informe en mérito; una enmienda sobre la información referida a las mujeres encinta, sobre las posibles ayudas y el estado de las investigaciones. Esto es también un progreso precioso para las parejas: se necesita haber vivido personalmente el Diagnóstico Pre Natal (DPN) para darse cuenta de la importancia de esta enmienda desde el punto de vista del respeto a la vida y su simbólica portada.
En deroga al primer coma, en mérito a las investigaciones sobre el embrión el texto sanciona que los protocolos reciben el vía libre sólo "cuando resulta imposible, con base al estado de los conocimientos científicos, conducir una investigación parecida sin recurrir a células embrionarias inseminadas o a embriones" (Art. 23, 2). Además, la ABM (la Agencia de Biomedicina) deberá presentar cada año un balance comparativo, poniendo en confrontación los resultados obtenidos por la investigación sobre células embrionarias con aquellas de la investigación sobre células adultas.
Un particular, de no poca cuenta, también es la objeción de conciencia prevista para los investigadores en caso de investigación sobre los embriones humanos: si bien la objeción de conciencia es un dispositivo doberoso, en la desestima general de este derecho también esta admisión es un reconocimiento de la delicadeza ética de esta investigación. Y serán animadas las investigaciones éticas como aquellas sobre la sangre del cordón umbilical.
El texto adoptado mantuvo la necesidad de razones médicas de infertilidad para consentir el acceso a la fecundación artificial, negando. de hecho, la idea de un derecho al hijo, prohibiendo la maternidad subrogada y el acceso a las parejas homosexuales; falta el via libre a todas las parejas de sexo diverso también unidas por los PACS o por uniones libres. El paso no es compartido ciertamente por los católicos, constituyendo una equiparación entre matrimonio y libre convivencia.
No obstante los apelos del ministro Bertrand, la nueva ley permitirá la transferencia de embriones después del deceso del padre, si la madre pidela implantación entre los 18 meses sucesivos a la muerte y a condición de que haya una declaración precedente del padre favorable. Alguno sin embargo subraya que esta disposición tiene también en mente, consentir el nacimiento de embriones que fueran todavía congelados al momento de la muerte del padre, ofreciendo a ellos la única posibilidad de nacer y vivir; la ley excluye, en efecto, la inseminación con espermatozoides de hombres ya decesos.
Francia tiene un triste primado: la patria del descubridor del sindrome de Down, aquel maravilloso médico que individuó la trisomía del cromosoma 21, el prof. Jerome Lejeune, con el aborto elimina, cada año, el 96% de sus hijos afectados por anomalía genética. Y si la deriva eugenética es preocupante (no fue anulada la factibilidad de la investigación del bebé-medicina, no obstante la ley precedente la hubiera admitido sólo para cinco años, y justo el día del inicio del debate en la aula, salía fuera, con gran evidencia mediática, la noticia de un niño concebido y hecho nacer para hacer de donador al hermano enfermo), es también verdad que fue indicada la necesidad de un empeño mayor para la investigación de terapias para la trisomía 21. El animar llega también por un manifiesto bello: un niño Down solloza diciendo a los lectores: “ El 96% de nosotros es eliminado a causa del cribado de la trisomía 21.En el parlamento algunos están aturdidos que el 4% de nosotros todavía sobreviva. Son de las lógicas que matan. Señoras y señores parlamentarios hagan aplicar el artículo 16-4 del Código civil: “es prohibida la práctica eugenésica tendiente a organizar la selección de las personas”.
La civilización de Europa y de Francia tendría mucho que ganar en el dar recta razón a aquel niño.
Observatorio Internacional Cardenal Van Thuân
en la Enseñanza social Católica, 14-3-11