Una celebración
muy cuestionable
Con
motivo del quinto aniversario de la encíclica Laudato si' se ha propuesto un
año dedicado a la profundización de sus temas. Una iniciativa cuestionable,
como también lo es el contenido de la Encíclica, que se basa en una serie de
teorías científicas discutidas y que además representa una discontinuidad con el
magisterio social anterior.
Stefano Fontana
Infocatólica – 30/05/20
El 24 de mayo se ha cumplido
el quinto aniversario de la publicación de la encíclica del Papa Francisco
Laudato si'. El Vaticano ha planeado una semana de actividades, incluyendo una
oración común por la ecología integral, pero las celebraciones continuarán
durante todo un año. La iniciativa sorprende. La Rerum novarum fue celebrada
por Pío XI cuarenta años después, y no cinco, con el autor muerto veintiocho
años atrás, y no con el autor aún vivo: y en cualquier caso se trataba de la
Rerum novarum. Una puesta en escena tan amplia y larga como si fuera un año de
jubileo contrasta con el peso objetivo del Laudato si' y plantea la idea de que
es un instrumento de promoción cultural forzada; no sólo una encíclica, sino la
bandera de un programa.
La Laudato si' se presentó
en su momento como una encíclica social en continuidad con las intervenciones
anteriores del magisterio social de los papas, pero muchos señalan que no puede
ser así. El tema del medio ambiente ya se había considerado como un tema
sectorial y dependiente de otros, pero no como un criterio fundador y principal
de una encíclica.
En la Laudato si', por el
contrario, la cuestión ambiental se convierte en la primera preocupación de la
Iglesia, algo que contrasta con toda su tradición. No se trata sólo de
comprender las interconexiones entre el medio ambiente natural y la sociedad
–algo que ya fue explicado por la Caritas in Veritate: «Toda lesión a la
solidaridad y a la amistad cívica causa daños ambientales, así como la
degradación del medio ambiente causa insatisfacción en las relaciones
sociales», n. 51- sino de asumir la ecología como un punto de vista global.
Esto, además de ser conflictivo, es un pasaje que no está en línea con la
enseñanza anterior. Si el concepto de «conversión ecológica» significara esto,
es decir, tomar la perspectiva ecológica como un punto de vista general sobre
la cuestión social, tendría que ser rechazado. Los temas de la familia o la
vida –por cierto: ¿por qué no dedicar una semana especial o un año entero a la
vida, que es mucho más importante que la conservación de la biodiversidad dada
la matanza que el aborto está provocando?- puede desempeñar un mejor papel como
punto de vista general y como encrucijada de los problemas sociales.
En la encíclica se hace un
uso masivo de datos sociológicos funcionales para apoyar la tesis de la causa
antrópica del cambio climático y la degradación del medio ambiente, en contra
de la tesis de quienes piensan que, por el contrario, los problemas surgen de
la falta de desarrollo y no del desarrollo. Esto plantea serios problemas. No
conviene que un documento del supremo magisterio eclesiástico se case con una u
otra hipótesis científica, ya sea porque el debate sobre estas cuestiones está
todavía abierto y no hay conclusiones claras, ya sea porque detrás de las
diferentes corrientes de pensamiento científico hay intereses materiales e
ideológicos que no conviene que sean unidos a la autoridad eclesiástica, ya
sea, en último lugar, porque no es tarea del Magisterio pronunciarse sobre las
causas científicas de los procesos en curso.
Las ciencias sociales son un
elemento que las encíclicas sociales deben tener en cuenta. Pero esas
disciplinas no son fundamentales para la Doctrina Social de la Iglesia y por lo
tanto no pueden ser ni siquiera la base de las consideraciones del Magisterio.
Esto representa un empequeñecimiento de la razón y no una ampliación de la
misma como quería Benedicto XVI en el párrafo 31 de la Caritas in Veritate.
La colocación de la Laudato
si' en la secuencia de la Doctrina Social es por lo tanto problemática hasta el
punto de que algunos expertos sostienen que la encíclica no puede pretender el
homenaje de los fieles como lo haría una encíclica pontificia. Esto se aplica,
sobre todo, pero no sólo, a la vasta sección en la que la encíclica informa,
haciéndola suya sin filtros, opiniones cuestionables sobre las dimensiones y
causas de la degradación ambiental. Esto plantea la cuestión de qué carácter
vinculante tiene esta encíclica y en qué medida debe considerarse debidamente
magistral. La Laudato si' se presenta –en proporción inversa al número de sus
páginas-, como una encíclica débil en su estructura magisterial.
El contenido y el lenguaje
de la encíclica no son muy diferentes del modo de expresarse de los movimientos
ambientales. La naturaleza debe ser entregada a las generaciones futuras de la
misma manera que se devuelve un préstamo, y las culturas indígenas deben ser
preservadas de la misma manera que la biodiversidad. La aceptación de la
vulgata de las predicciones catastróficas está conectada con la llamada a un
feliz decrecimiento. El principio «todo se conserva» que fácilmente se confunde
con un concepto gnóstico y naturalista, se asocia con la «conversión
ecológica», un principio de dudoso significado. Mientras que hay páginas y
páginas dedicadas al ambientalismo, sólo se habla de pasada sobre el aborto (n.
120), el sacrificio de embriones (n. 136) y la familia.
La «ecología humana» de
Juan Pablo II y Benedicto XVI se diluye en la nueva «ecología integral» del
conjunto.
Por lo tanto, hay una
evidente desproporción entre la Laudato si' y el énfasis en su quinto
aniversario. Aparte del dudoso estilo de pomposa auto celebración, se nota
sobre todo el deseo de lanzar la encíclica como un «evento», como la bandera de
una nueva –amigable- forma de relacionarse con el lenguaje y la sensibilidad
del mundo.
Stefano
Fontana
Publicado
originalmente en Brújula Cotidiana