el opioide devastador
La Prensa, 14.12.2019
Por EMILY SCHMALL y CLAIRE
GALOFARO
DESDE Kapurthala, India - AP
El
panorama se hace cada vez más alarmante: Confiscan camiones llenos de
pastillas, niños que toman las píldoras, encuentran pastillas en los bolsillos
de terroristas muertos.
Se le dijo al mundo que las
pastillas eran más seguras que el oxycontin, vicodin y los fentanilos, que han
causado tantos estragos en Occidente. Pero ahora están en el epicentro de lo
que las Naciones Unidas llama "la otra crisis de los opioides", una
epidemia que no genera tantos titulares como la de Estados Unidos pero que está
teniendo efectos devastadores en los países más vulnerables del planeta.
El abuso del opioide
tramadol abarca continentes, desde la India hasta Africa y el Medio Oriente,
creando un descalabro internacional que los expertos atribuyen a lagunas en las
regulaciones de los narcóticos y a malas evaluaciones de los riesgos de la
droga.
Se dijo que este opioide
producido por el hombre podía aliviar los dolores sin generar abusos. A
diferencia de otros opioides, el tramadol es de venta libre y no está sujeto a
los controles internacionales de medicamentos más peligrosos. Pero el abuso es
tan grave hoy que algunas naciones están pidiendo la intervención de las
autoridades internacionales.
EL LABORATORIO
Grunenthal, la compañía que
produjo originalmente el medicamento, quiere que las cosas queden como están.
Dice que las regulaciones internacionales dificultan el acceso a las medicinas
en países con sistemas de salud desorganizados y que incorporar al tramadol a
la lista de sustancias restringidas privará a los pacientes de esa droga.
"Es un gran dilema de
salud pública", dijo Gilles Forte, secretario del comité de la
Organización Mundial de la Salud que recomienda qué sustancias deben ser
reguladas. El tramadol está disponible en zonas de combate y en naciones pobres
porque no está regulado. Y se lo usa ampliamente por las mismas razones.
"Es muy difícil encontrar el equilibrio justo", afirmó Forte.
Tramadol no es tan letal
como otros analgésicos, pero numerosos gobiernos se han dado cuenta de que de
todos modos conlleva riesgos y están tratando de controlar su venta. Punjab,
estado del norte de la India, acaba de sumarse a esa batalla. Hay pastillas por
todos lados. Se vende en farmacias y también abundan las imitaciones en la
calle.
Este año las autoridades
confiscaron cientos de miles de pastillas, prohibieron la mayor parte de las
ventas en las farmacias y cerraron centros de producción de pastillas falsas,
lo que hizo que el precio de diez pastillas suba de 35 centavos a 14 dólares.
El gobierno abrió una red de centros de atención, temerosos de que quienes se
hicieron adictos empiecen a usar heroína en un acto de desesperación.
Cantidades de personas buscaron ayuda para lidiar con intensos síntomas de
abstinencia.
COMO LA COMIDA
Para algunos, el tramadol es
tan vital como la comida.
"Si no comes, te
sientes hambriento. Lo mismo te pasa con esto", dijo Deepak Arora,
soldador de un taller mecánico de 30 años que llegó a consumir 15 pastillas
diarias y a robarle a su familia para comprarlas. "Eres como un
muerto".
Jeffrey Bawa, funcionario de
la Oficina de las Naciones Unidas sobre Drogas y Delincuencia, se dio cuenta de
lo que estaba pasando en el 2016.
La policía empezó a
encontrar pastillas en los terroristas, que las trafican para financiar sus
actividades, según Bawa.
La mayoría provenían de la
India, que tiene una pujante industria farmacéutica impulsada por medicamentos
genéricos baratos. Los laboratorios producen imitaciones y las distribuyen por
todo el mundo, en dosis que exceden por mucho los límites permitidos.
Las
autoridades dijeron en el 2017 que habían confiscado un cargamento de tramadol
valuado en 75 millones de dólares que estaba destinado a la organización Estado
Islámico. También interceptaron 600.000 pastillas para Boko Haram. Otros 3
millones fueron encontradas en una camioneta en Níger, en cajas que tenían el
logo de la ONU para disimular. El organismo advirtió que el tramadol estaba teniendo
"efectos desestabilizadores en la región".
Grunenthal, no obstante,
hace fuerza para que el tramadol no sea regulado. Financió varios estudios
según los cuales su regulación impediría combatir los dolores y envió gente a
la OMS para exponer la tesis de que la pastilla es menos riesgosa que otros
opioides.
El portavoz Stepan Kracala
dijo que la regulación podría tener efectos contraproducentes y hacer que
pacientes desesperados acudan al mercado negro si no hay opciones legales.
Eso es lo que pasó en la
India, que reguló el tramadol en el 2018. Los reguladores dijeron que las
exportaciones y el abuso a nivel interno mermaron. Pero reconocieron también
que es prácticamente imposible contener el abuso y las exportaciones ilegales
en un país con una industria farmacéutica enorme. Sigue siendo fácil encontrar
tramadol.
Parada en la entrada de su
casa, Jyoti Rani señaló hacia varias viviendas de su barrio de Kapurthala donde
dijo que se vendía el medicamento. La adicción de Rani comenzó cuando falleció
su hijo de 14 años y ella cayó en un estado de depresión.
"Me quería matar, pero
terminé haciéndome adicta", manifestó entre lágrimas. Un médico le
recetaba tramadol para combatir sus adicciones, y lo único que hizo fue generar
una nueva adicción. Ahora es una de unas 30.000 personas de Punjab que van a
clínicas del gobierno a recibir tratamiento diario.
Información del Proyecto
Opioides en el Mundo: