“A pesar de la manipulación marxista, el cristianismo
católico después de 2000 años sigue su peregrinación oteando el signo de los
tiempos para no caer en la trampa”
Por: Ariel Peña González
Las2Orillas (Colombia), Noviembre 17, 2017
Según el exespía de la Unión Soviética Ion Mihai
Pacepa, en entrevista con Aciprensa el 5 de mayo de 2015, la KGB, agencia de
inteligencia de URSS, fue quien creó la teología de la liberación en 1960 para
influenciar los países latinoamericanos, siguiendo la hoja de ruta del Kremlin de acuerdo a la guerra fría. Subrayó
que para los marxistas-leninistas la religión es otra forma de lucha y Nikita
Khruschev, gobernante ruso de ese entonces, quería que su país extendiera los
tentáculos en esta parte del mundo y para ello contó, no se sabe si por
ignorancia o mala fe, con algunos jerarcas de la iglesia en países de la
región.
La KGB buscó influenciar en el Consejo Mundial de
Iglesias con sede en Ginebra (Suiza) y fundó la Conferencia Cristiana por la
Paz con sede en Praga, todo ello orquestado por el partido comunista soviético,
teniendo como lacayo en Latinoamérica a Fidel Castro. De acuerdo al exespía,
quien desertó en los años setenta, en Medellín durante la Conferencia General
del Episcopado latinoamericano realizada en 1968, algunos prelados fueron
cooptados para los propósitos marxistas-leninistas, buscando la toma del poder
político en diferentes países por parte del comunismo, especialmente con grupos
guerrilleros como las Farc y el Eln.
En ese orden de ideas, es imposible que la Teología de
la Liberación agenciada por el comunismo totalitario tenga algo que ver con la
doctrina social de la iglesia que es libertaria y que busca el bienestar de las
comunidades fundamentada en la caridad cristiana. Todo esto, siguiendo las
enseñanzas de la iglesia primitiva, que en el libro de los Hechos de los
Apóstoles nos narra: “y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía,
sino que tenían todas las cosas en común”. Esa sublime labor la realizaron los
primeros cristianos hace 2000 años sin pretender alcanzar poder político.
La teología de la liberación se encuentra en las
antípodas de la doctrina social de la iglesia. Hay que tener en cuenta que la
encíclica Rerum Novarum, promulgada por
el papa León Xlll el 15 de mayo de 1891, es una respuesta a la
descristianización de los sectores proletarios impulsado por el marxismo, cuyo
fundador planteó que la religión era el opio del pueblo. Tal afirmación fue
rechazada por el dirigente anarquista Mijaíl Bakunin, contradictor de Marx en
la primera internacional de los trabajadores, quien defendía su cristianismo
católico por no tener elementos científicos para volverse ateo. Así que una
cosa es buscar la construcción del Reino de Dios y su justicia aquí en la
tierra, como antítesis de la opresión y el despotismo, y otra revolver al
cristianismo que es libertario con el comunismo totalitario.
En Latinoamérica se distinguen por su militancia en la
teología de la liberación, desde que fue creada por URSS a través de la KGB,
los obispos Sergio Mendes Arceo de México y Hélder Cámara de Brasil. A ellos
los acompañaron los sacerdotes Camilo Torres de Colombia, Leonardo Boff y Frei
Betto de Brasil, Miguel de Escoto y Ernesto Cardenal de Nicaragua y Gustavo
Gutiérrez del Perú, entre otros. Curiosamente, todos ellos admiradores del
sátrapa de Fidel Castro (1926-2016). Esto significa que ni el amor cristiano ni
la misericordia puede acompañar a quienes exaltan a un genocida de esa calaña,
como lo fue el difunto dictador cubano.
Cuando se habla de la sensibilidad social por parte de
los seguidores de la teología de la liberación, no se puede ignorar las
enseñanzas bíblicas de los evangelios, especialmente en San Juan Capitulo 12.
Ahí se narra que Jesús estando en Betania en casa de Lázaro, a quien él Maestro
había resucitado, María, la hermana de Lázaro, tomó una libra de perfume de nardo
puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús y los enjugó con sus cabellos.
Sin embargo, Judas Iscariote, el que lo traicionó, exclamó: “ ¿Por qué no fue
este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres?”. No
obstante, el evangelista aclara que no era que cuidara de los pobres, sino que
por ser ladrón y teniendo la bolsa sustraía de lo echaran en ella. Esa
narración se asemeja a la hipocresía de los marxistas que dicen luchar por la
emancipación de los pobres, pero lo que en realidad han hecho es utilizarlos
para conquistar el poder político en algunas naciones y eternizarse en la
burocracia estatal, aumentando las desgracias y sufrimientos de los pueblos.
En 1972, la Compañía de Jesús creó en Colombia el
CINEP (Centro de Investigaciones y Educación Popular) con tendencia a la
denominada izquierda, lo que podría
suponer que dicha comunidad estaba buscando congraciarse con el marxismo, que
con la perorata del materialismo histórico y la inevitabilidad ha logrado
asustar a muchos sectores. Esos fetiches afirman que inexorablemente la
humanidad pasará de capitalismo al socialismo, como pasó del feudalismo al
capitalismo, sin que cuente para nada la voluntad del hombre y por arte de
magia. De ahí que Eduardo Bernstein, líder de los trabajadores en la segunda
internacional en el siglo XlX, se mofaba de los comunistas por sus posturas
supersticiosas, como si la historia fuera una repetición mecánica. Es exótico
que los jesuitas hayan creado dicho organismo influenciado por la teología de la
liberación.
La doctrina social de la iglesia no tiene que ver con
la teología de la liberación, y a pesar
de la manipulación marxista, el cristianismo católico después de 2000 años
sigue su peregrinación oteando el signo de los tiempos para no caer en la
trampa del enemigo y con la esperanza que da el señor Jesús cuando afirma: “Y
he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.