DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

LA CULTURA DE LA DESVINCULACIÓN


Empresa danesa distribuye semen a 80 países a clínicas de FIV y a particulares.

Algo así como tenga a su hijo sin contacto alguno, ya no de amor, ni siquiera sexual, liternalmente, sin contacto ninguno, sólo pagando.


Epoca posmoderna, deshumanizada, donde los mayores se creen con el derecho de tener o “fabricar” un hijo a como de lugar, por cualquier medio.
Y si no vean esto:

“Pasar la treintena, para una mujer, significa acercarse peligrosamente a esa edad en la que se tiene que plantear si quiere o no tener hijos. Para ello, la norma social dice que se requieren pareja y trabajo estable pero, hace tiempo que el primer requisito se puede compensar si se tiene bastante del segundo para invertir los entre 1.500 y 2.000 euros que puede costar un tratamiento de inseminación artificial. A esta fórmula, que está totalmente medicalizada y controlada, le ha surgido una competencia un poco más económica y rudimentaria que te permite elegir al futuro ‘padre de tus hijos’ por internet.”

“La compañía que lo ofrece es danesa, se llama Cryos y distribuye semen a 80 países, tanto para clínicas de reproducción asistida, como para hacerlo de forma casera. Básicamente, la mujer que quiera tener un hijo lo único que tiene que hacer es acceder a la web y buscar un donante. Se trata de lo más parecido a buscar pareja en Tinder: se puede elegir el color del pelo, el color de los ojos, la etnia, la altura, todo. Es más, incluso se puede escuchar la voz del donante de semen, ver la caligrafía que tiene o saber cuál es su nivel académico.”

“La posibilidad de poder elegir con exactitud los rasgos físicos y genéticos de sus futuros hijos es lo que más gusta a nuestras clientas”, comenta la delegada de Cryos en España, Charlotte Eckstein. Una vez hecha la elección del donante, el semen llega al domicilio de la mujer en dos tubitos con forma alargada colocados en el interior de un contenedor de hielo seco. Con una jeringuilla —incluida en el set— se introduce en la vagina el semen, cuya fertilidad y calidad genética ha sido previamente verificada por Cryos.”

Algo así como el “desideratum” para una mujer sola que no quiere tener pareja ni estar abierta al amor conyugal.  En la década del sesenta del siglo pasado se desligó el acto sexual de la procreación con la píldora anticonceptiva. Antes y despúes existieron otros métidos anticonceptivos.
Se parte de la base que un niño se fabrica a gusto y paladar de la madre que lo encarga sin tener pareja, seleccionando cuidadosamente los rasgos que el niño habrá de tener. Nos preguntamos: que harán si les resulta fallido y el concebido es down. O no llena los requisitos exigidos por la madre? El resultado está cantado: el aborto.

La noticia prosigue diciendo que: “De entrada, puede parecer un método bastante frío, ya que se realiza a solas y sin la ayuda de un profesional, sin embargo, Charlotte explica que “en España las mujeres que demandan esta opción han aumentado en el último año en un 100%”. “Probablemente, el motivo por este claro auge se deba a que la inseminación de semen precongelado es más barata —en torno a los 500 euros— pero sus probabilidades son, dada la alta movilidad y calidad del semen empleado, “un poco más altas que el coito normal”.

De manera que la despersonalización y la desvinculación da un paso más, no solo está desligada la concepción con el amor sino hasta con el propio acto sexual realizado de forma natural y humana entre mujer y hombre.
Esta es la sociedad que se ha creado. No puede sentirse otro sentimiento que de pena por las mujeres que fabrican su hijo casi como eligen a una mascota.
Sólo con conciencia bioética personalista se puede reaccionar ante estas barbaridades antinaturales, contrarias al derecho humano del niño fabricado a tener una madre y un padre y a haber sido concebido naturalmente producto del amor humano.
No somos pesimistas, pero nubarrones negros se divisan en el horizonte de la Humanidad. La cultura de la desvinculación, como enseña Josep MIRO, ha llegado también hasta aquí.