cómo las drogas anulan las
capacidades humanas
Por Víctor Ingrassia
Infobae, 8 de
septiembre de 2017
Puede comenzar como un juego, un desafío entre amigos
o bandas, o simplemente una experiencia traumática que lleva a la depresión.
Caer en un adicción trae consecuencias muy negativas en el organismo. Y por
sobre todo, en su órgano más importante: el cerebro.
Cualquier adicción puede convertirse en un peligroso
enemigo. Ninguna persona está exenta. Sin embargo, no todos se convertirán en
adictos. ¿Qué es la adicción?
Se considera que una persona es adicta cuando se
desarrolla una dependencia psicológica, es decir, una conducta repetitiva y
compulsiva con respecto al uso de una sustancia. Coexisten la dependencia
psicológica y física –que es la respuesta del cuerpo ante esa sustancia-.
En sí, la definición de adicción aplica a la
compulsión y repetición del uso de alcohol, nicotina, drogas opiáceas como la
heroína, también la cocaína y otros estimulantes. Pero, ¿qué hay del juego, el
sexo y hasta los videojuegos e incluso Internet? Mucha gente se embarca en
estas conductas hasta el punto de convertirlas en algo peligroso para ellos
mismos –y sus familias-.
Los científicos han desarrollado en los últimos años
estudios detallados de cómo la adicción interrumpe las vías y los procesos que
subyacen al deseo, la formación de hábitos, el placer, el aprendizaje, la
regulación emocional y la cognición, después de pasar décadas investigando los
cerebros de animales de laboratorio amantes de la droga y escaneando el cerebro
de voluntarios humanos.
La adicción causa cientos de cambios en la anatomía
del cerebro, la química y la señalización de célula a célula, incluso en las
brechas entre las neuronas llamadas sinapsis, que son la maquinaria molecular
para el aprendizaje. Aprovechando la maravillosa plasticidad del cerebro, la
adicción remodela circuitos neuronales para asignar valor supremo a la cocaína
o a la heroína a expensas de otros intereses como la salud, el trabajo, la
familia o la vida misma.
El doctor Gabriel Persi, jefe del Área de Enfermedades
Cerebrovasculares del Instituto de Neurociencias Buenos Aires (Ineba), explicó
a Infobae cómo opera la adicción en el cerebro de una persona, más allá de que
sea una droga dura, blanda, el alcohol o el cigarrillo.
"Hay un efecto del sistema de recompensa, donde
le paciente obtiene un beneficio por el uso de la sustancia. Luego eso se
vuelve indispensable y necesario para vivir. A esa conducta, se agregan otros
fenómenos adversos que se combinan por efecto de la droga. Todo esto se
establece también en un ambiente social que es parte del problema. El entorno
social también deteriora a la persona. El entorno te lleva a la droga o la
droga al entorno. Es una relación directa, en donde no se puede separar el
medio social", precisó Persi.
El doctor Salvador Guinjoan, jefe del Servicio de
Psiquiatría de la Fundación Fleni también apuntó cuál es el primer cambio
notorio de una persona adicta: los circuitos cerebrales de recompensa.
"Se la llama neurotransmisión dopamimérgica y
consiste en que la droga va sustituyendo las recompensas naturales del
organismo, como pueden ser la comida o las relaciones sexuales. La droga, el
cigarrillo o el alcohol puentean las funciones
y utilizan el mismo mecanismo para hallar una sensación de placer en el
cuerpo", señaló Guinjoan y remarcó que "las personas que desarrollan
una adicción, van desarrollando el concepto de tolerancia en su organismo, por
lo que van a necesitar cada vez más cantidad de droga, porque el efecto de una
cantidad pautada no va a continuar para alcanzar el placer".
Por su parte, Perci alertó sobre los adictos a más de
una droga: "Tiene serias implicancias en los efectos en el organismo.
Muchas drogas como la cocaína, la ketamina o el éxtasis, tienen fenómenos
activos en diferentes áreas, como por ejemplo la cerebrovascular. Pueden causar
hermorragias en el cerebro, arritmias cardíacas, Fibrilación Auricular (FA),
aumento la coagulación de la sangre, espasmos en las arterias, e incidentes de
isquemia".
Cada vez más estudios buscan entender la adicción a
las drogas como la cocaína (Istock)
Cada vez más estudios buscan entender la adicción a
las drogas como la cocaína (Istock)
"Habrá fenómenos hepáticos y cardiovasculares a
causa del consumo excesivo de alcohol. Y en el caso de la marihuana, afectará
los receptores de consumo de alimentos, provocando el poco apetito y problemas
de concepto anímico, como la depresión", agregó su colega Guinjoan.
Patrones de comportamiento
"Las personas que consumen drogas tienen un
patrón de comportamiento muy variado. Desde acciones sutiles, que tal vez no
son perceptibles, hasta situaciones marcadas que muestran un deterioro
evidente. Respuestas a veces retraídas o por el contrario, más extrovertidas y
hasta violentas. Depende del tipo de droga que se consume y también de la
personalidad del individuo", señaló Persi.
Según el especialista, estos cambios de conducta
comienzan a generar un deterioro a las relaciones sociales de esas personas. De
repente tienen problemas de pareja o con la familia. Tienen conflictos en la
escuela, colegio o hasta laborales de más grande. Y cambian los vínculos
afectivos. Cambia su entorno y todo se deteriora.
Guinjoan puntualizó los casos de los adictos que pasan
de una droga a otra, como por ejemplo los que consumen marihuana y luego saltan
a la cocaína. "Eso lo llamamos problema médico. La persona que una vez
comienza a consumir y no puede parar, está genéticamente determinada a tener
ese comportamiento, a diferencia del que sí puede detenerse y no pasar a otras
drogas más duras. En el primer caso se trata de personas con genes diferentes,
con diferentes tipos de receptores químicos y respuestas neuronales",
agregó el experto de Fleni.
Los circuitos del placer
La adicción está atribuida a características
personales, como puede ser una baja de moral, una química diferente en el
cerebro, enfermedades mentales o traumas. O simplemente contar con las
amistades equivocadas.
Los mecanismos neuronales a través de los cuales las
drogas actúan están presentes en todos los cerebros y son tan poderosos porque
movilizan funciones básicas que están designadas para garantizar la
supervivencia de la especie.
Si bien hay drogas más adictivas que otras, en
experimentos con ratones por ejemplo se percibe la cocaína como una de las más
peligrosas, hay otras como la nicotina o el alcohol que las personas ignoran
sobre sus peligros. Si se juzgara la droga más adictiva de acuerdo con el mayor
número de personas que tienen dificultades para dejarla, la nicotina sería la
ganadora.
La cocaína, alcohol, cannabinoides o nicotina pueden
compararse con la comida o el sexo. Esto explica por qué la cocaína o la
heroína produce un rush –esa fiebre- de puro placer que muchos usuarios comparan
con tener un orgasmo. Y esto es igual en cualquier cerebro, es por eso que se
vuelve fácil entender por qué la adicción es cada vez más frecuente en la
sociedad.
Cuando a un adicto se les muestra una imagen de la
sustancia que consume, como la cocaína por ejemplo, y se monitorea su actividad
cerebral, reportará un anhelo por esa droga y al mismo tiempo, el cerebro
activará un sistema de recompensa.
Los cambios en el cerebro
Hay personas que consumen alcohol o hasta cocaína
ocasionalmente en una fiesta. Sin embargo, para muchos individuos, esa primera
experiencia puede convertirse en un uso continuo. Por ejemplo, mientras que el
50 por ciento de la población adulta de Estados Unidos toma alcohol
ocasionalmente, sólo un 10 por ciento lo hará de manera frecuente y un 5 ya es
adicta.
Algo pasa claramente para llegar a ese extremo. Los
adictos describen ese cambio en el cerebro como la transformación de un pepino
a un pickle: ya no se puede volver atrás.
Muchos científicos creen que ese cambio gradual ocurre
en el sistema de recompensa del cerebro y a cómo se adapta ante la continua
presencia de la droga. Esto es fácil de comprender: con una estimulación diaria
de una droga adictiva el sistema de recompensa espera este estímulo artificial.
Cuando una persona lo corta de manera abrupta, este sistema se apaga. Hay un
cambio bioquímico en el cerebro de un adicto.
"Las adicciones son una enfermedad médica que
requiere soluciones médicas. No son un problema psicológico o moral. Con una
raíz neurobiológica", concluyó el doctor Guinjoan.
Adicción desde el nacimiento
En julio último, fue noticia la internación de una
beba de once meses con un cuadro agudo de intoxicación por cocaína y éxtasis en
un sanatorio de Punta del Este, lo que alertó a la sociedad sobre los peligros
respecto a la ingesta de drogas en bebés e inclusive fetos.
Los exámenes de laboratorio efectuados a la criatura
confirmaron la intoxicación por cocaína, anfetaminas, éxtasis y metanfetaminas
a través de la leche materna.
La doctora Geraldine Peronace, médica psiquiatra
experta en adicciones, explicó a Infobae los efectos nocivos que pueden causar
las drogas en el cuerpo de un bebé de once meses, como en este caso.
"La droga que llega a un bebé a través de la
leche materna afecta en forma muy notoria el desarrollo y crecimiento. Se trata
de una época en plena ebullición celular donde las neuronas en el cerebro y las
células en los diferentes órganos se están reproduciendo en forma masiva, por
lo que la toxicidad de una o más drogas es un peligro notorio para su
vida", explicó la especialista.
"Cada cuerpo reacciona de una manera muy distinta
al consumo de drogas. Va a depender de la vulnerabilidad biológica de cada ser
humano y de la cantidad de toxicidad acumulada en su cuerpo. A algunos el
éxtasis los hace bailar más fuerte y a otros directamente los mata",
graficó Peronace.
En el caso de la beba, la experta afirmó que a través
del alimento esencial que es la leche materna, los tóxicos de una droga,
alcohol o tabaco pasan a la menor. "En caso de que se confirme que haya
rastros de cocaína o anfetaminas, hay que tener cuidado en los órganos blanco:
el corazón, el cerebro y el riñón. Además, la cocaína genera necrosis en las
arterias, por lo que se generan pequeñas isquemias que van matando de a
pedacitos el conducto y puede generar un infarto", agregó Peronece.
Hay que tener cuidado en los órganos blanco: el
corazón, el cerebro y el riñón, ante el consumo de drogas en menores
Hay que tener cuidado en los órganos blanco: el
corazón, el cerebro y el riñón, ante el consumo de drogas en menores
Laura Tamame, de la Asociación Argentina de
Puericultura, explicó que la droga en el cuerpo de la menor va a provocar
mayores daños que a un adulto.
"Nacemos muy indefensos. Y allí es cuando el cerebro
y el resto de los órganos comienzan a desarrollarse. La droga detiene el
crecimiento normal de la criatura. El alcohol, el tabaco y todas las drogas
prohibidas, generan reacciones y adicción. Todas en su diferente medida",
indicó Tamame.
Y agregó: "El daño que genera la droga afecta
también al sistema nervioso central, alterando también su crecimiento y
atentando contra su vida".
Las drogas pueden estar más de 60 horas en el cuerpo,
ya que los bebés las eliminan más tardíamente. Y mientras las tienen en el
cuerpo, le generan un mal.
El rol de la dopamina
La dopamina –un neurotransmisor que está presente en
diversas áreas del cerebro- es la que anticipa que vendrá una recompensa, según
describen los científicos.
En un experimento desarrollado en Canadá, estudiaron a
una rata macho cómo se comportaba cuando le presentaban a una compañera hembra.
El receptor sexual de su compañera generó un alto nivel de dopamina y fue
exactamente igual al que tendría si le suministraran alguna droga.
Disfrutar ese rush de placer de una droga es sólo una
parte de la adicción. Para los adictos hay un lado oscuro también como el yin y
el yang.
Los síntomas de la 'retirada' de ese placer son
diferentes según cada sustancia.
Por ejemplo, la disminución de una droga opiácea causa
síntomas de enfermedad como si fuera un resfrío. En general, los consumidores
de drogas tienen como una especie de resfrío, sudores, nariz húmeda, diarrea y
en general se sienten doloridos. Un alcohólico, por ejemplo, se sentirá
inquieto y ansioso. Sin embargo subyace a todos los adictos esa sensación de
'retirada' que es como una marcha atrás de todo el placer que puede llegar
acompañado por un fuerte deseo de volver a consumir.
La adicción remodela circuitos neuronales para asignar
valor supremo a la cocaína o a la heroína a expensas de otros intereses como la
salud, el trabajo, la familia o la vida misma
La adicción remodela circuitos neuronales para asignar
valor supremo a la cocaína o a la heroína a expensas de otros intereses como la
salud, el trabajo, la familia o la vida misma
Y así empieza. Tratando de evitar esos sentimientos
desagradables de la retirada y así, satisfacer el deseo de un nuevo consumo.
Nuevos tratamientos para frenar adicciones
En la última edición de la revista National
Geographic, se detaca la utilización de ondas electromagnéticas para tratar la
adicción a las drogas.
Luigi Gallimberti, un psiquiatra y toxicólogo que ha
tratado la adicción durante 30 años, dirige una clínica en Padua donde probó
una nueva técnica, llamada estimulación magnética transcraneal (TMS). Frustrado
por los tratamientos tradicionales, el experto buscó avances en la ciencia de
la adicción. "Los medicamentos pueden ayudar a las personas a dejar de
beber, fumar o usar heroína, pero la recaída es común y no hay un remedio
médico efectivo para la adicción a estimulantes como la cocaína. Es muy, muy
difícil tratar a estos pacientes", indicó.
Gallimberti estaba fascinado cuando leyó un artículo
periodístico sobre experimentos en la Universidad de California, en San
Francisco, donde habían medido la actividad eléctrica en las neuronas de las
ratas que buscaban cocaína y descubrieron que una región del cerebro
involucrada en la conducta inhibidora era anormalmente silenciosa.
Utilizando la optogenética, que combina la fibra
óptica y la ingeniería genética para manipular los cerebros de los animales con
una velocidad y una precisión inimaginables, los investigadores activaron estas
células apáticas en las ratas, lo que provocó la desaparición del interés en la
cocaína. Los investigadores sugirieron que estimular la región del cerebro
humano responsable de inhibir el comportamiento, en la corteza prefrontal,
podría frenar la insaciable necesidad de un adicto de parar de consumir.
Gallimberti pensó que el tratamiento basado en TMS
podría ofrecer una manera práctica de hacerlo. "Nuestros cerebros
funcionan con impulsos eléctricos que se cierran entre las neuronas con cada
pensamiento y movimiento. La estimulación cerebral, que se ha utilizado durante
años para tratar la depresión y las migrañas, son la llave de esos circuitos.
El dispositivo no es más que un cable enrollado dentro de una varita. Cuando la
corriente eléctrica pasa a través de él, la varita crea un pulso magnético que
altera la actividad eléctrica en el cerebro", precisó.
El psiquiatra italiano pensó que los pulsos repetidos
podrían activar las vías nerviosas dañadas por los fármacos, como un reinicio
en un ordenador congelado. Él y su compañero, el psicólogo neurocognitivo
Alberto Terraneo, se asociaron con los científicos estadounidenses para probar
la técnica. Ellos reclutaron a un grupo de adictos a la cocaína: Dieciséis
sufrieron un mes de estimulación cerebral, mientras que 13 recibieron atención
estándar, incluyendo medicamentos para la ansiedad y la depresión. Al final del
ensayo, 11 personas que participaron de la estimulación, y tan sólo tres en el
otro grupo, estaban libres de drogas.
La nueva técnica que utiliza magnetos y actúa en el
cerebro
La nueva técnica que utiliza magnetos y actúa en el
cerebro
Salvador Guinjoan destacó que la técnica TMS se viene
utilizando en los últimos años en humanos con resultados cada vez más
satisfactorios, aunque son preeliminares y todavía no gozan de una evidencia
para ser aplicados en forma regular.
"La respuesta de neuromodulación es efectiva en
un principio. Y la optogenética, que se está experimentando en animales, podría
servir para saber más sobre las actividades neuronales en la corteza
prefrontal", concluyó el especialista.
Los investigadores internacionales publicaron sus
hallazgos en el número de enero de 2016 de la revista European
Neuropsychopharmacology, lo que provocó una ráfaga de publicidad, que atrajo a
cientos de usuarios de cocaína a la clínica. Pero advierten que se necesitarán
grandes ensayos controlados con placebo para demostrar que el tratamiento
funciona y los beneficios duran. El equipo planea realizar más estudios, y los
investigadores de todo el mundo están probando la estimulación cerebral para
ayudar a las personas a dejar de fumar, beber, jugar, comer compulsivamente y
usar los opioides.
El último informe de la Oficina de las Naciones Unidas
contra la Droga y el Delito, hasta 246 millones de personas de entre 15 y 64
años consumieron estupefacientes ilegales, lo que supone una de cada 20
personas de edad adulta. Uno de cada diez consumidores tiene serios problemas
de drogodependencia, la mitad de ellos por sustancias inyectables.
El director general de ONUDD, Yuri Fedotov, estimó que
la cifra total de fallecimientos es prácticamente la misma que en años
anteriores: más de 200.000 personas en todo el mundo mueren cada año por
sobredosis de drogas y enfermedades relacionadas con las drogas, como el VIH, y
mueren mucho más por fumar y beber.
Por regiones, Asia registró 81.100 fallecimientos,
América del Norte 43.300, África 37.800, Europa 16.900, América Latina y el
Caribe 6000, y Oceanía 2000.
Además, unas mil millones de personas fuman, y el
tabaco está implicado en las cinco principales causas de muerte: enfermedad
cardíaca, accidente cerebrovascular, infecciones respiratorias, enfermedad
pulmonar obstructiva crónica y cáncer de pulmón. Casi uno de cada 20 adultos en
todo el mundo es adicto al alcohol. Nadie ha contado todavía a gente pegada a
los videojuegos, los juegos de azar y otras actividades compulsivas que ganan
el reconocimiento como adicciones, aunque cada vez más hay estudios sobre las
conductas adictivas en estos ámbitos.
En los Estados Unidos una epidemia de adicción a los
opioides continúa empeorando. Los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades reportaron un récord de 33.091 muertes por sobredosis en 2015 por
los opiáceos, incluyendo analgésicos y heroína con receta, un 16 por ciento más
que el récord anterior, establecido el año anterior. En respuesta a la crisis,
el primer informe del cirujano general estadounidense sobre la adicción se
publicó en noviembre de 2016. Se concluyó que 21 millones de estadounidenses
tienen una adicción a las drogas o al alcohol, lo que hace que el trastorno sea
más común que el cáncer.
Datos alarmante en la Argentina
En nuestro país, la Secretaría de Políticas Integrales
sobre Drogas, anteriormente denominada Secretaría de Programación para la
Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico, (SEDRONAR),
presentó en junio último el Estudio de Consumo de Sustancias Psicoactivas en
Población General después de siete años en los que el trabajo no se llevó
adelante.
El informe, que encuestó a 20.658 personas de entre 12
y 65 años, representantes de una población total de 18.960.593 personas, arrojó
datos alarmantes en torno a la situación de consumo de drogas y alcohol en todo
el país.
A partir del estudio, se pudo comprobar el aumento del
consumo de sustancias ilícitas y abuso de alcohol en jóvenes de entre 12 y 17
años. El 50% de los menores encuestados probó alcohol en el último mes, lo cual
representa a 82.453 niños y adolescentes.
En el último año, se detectaron 2.299.598 nuevos consumidores
de alcohol, de los cuales 319.994 son preadolescentes y adolescentes. A su vez,
en cuanto a la marihuana, se advirtió un dato preocupante: en comparación al
2010, se duplicó el porcentaje de niños y adolescentes que considera que no es
riesgoso fumar marihuana alguna vez. El número se corresponde con 339.864
personas de 12 a 17 años.
El consumo problemático de drogas en menores excede a
la marihuana. Comparado a siete años atrás, se triplicó el número de jóvenes
que alguna vez consumió cocaína. La presencia del éxtasis, por su parte,
aumentó en un 200% mientras que su iniciación en el consumo que antes era a los
16 años, hoy pasó a ser a los 14 y medio.
Entre niños y adolescentes, el consumo de alguna
sustancia ilícita se incrementó un 146%. En gran parte se debe a que
preadolescentes y adolescentes tienen un fácil acceso a las drogas. Por caso,
más de la mitad de ellos manifestó que les sería sencillo conseguir cocaína en
24 horas, lo cual representa a 862.456 personas.
Muchos niños y adolescentes argentinos sienten
curiosidad en torno a las drogas. De hecho a 12 de cada 100, es decir 192.648,
les genera intriga probar alguna sustancia mientras que 2 de cada 100 -33.291-
probaría en caso de que se presentara la ocasión.
Otro factor de influencia es el entorno al que está
expuesto el joven. Cerca del 40%, equivalente a 630.479 de los niños y
adolescentes de 12 a 17 años, declaró tener dos o más amigos o familiares que
se emborrachan con asiduidad y más del 25% (398.924) manifestó tener dos o más
amigos que consumen drogas.