CARLOS MARTÍNEZ-CAVA
El Manifiesto,
15-4-14
Estaba resumiendo en
pocas palabras esta idea: quien no tiene la existencia material garantizada, no
es libre. En poco diferían estas palabras de las que expresó un joven político
asesinado en una cárcel de Alicante en noviembre de 1936 : "Sois libres de
trabajar lo que queráis; nadie puede compeleros a que aceptéis unas u otras
condiciones; ahora bien: como nosotros somos los ricos, os ofrecemos las
condiciones que nos parecen; vosotros, ciudadanos libres, si no queréis, no
estáis obligados a aceptarlas; pero vosotros, ciudadanos pobres, si no aceptáis
las condiciones que nosotros os impongamos, moriréis de hambre, rodeados de la
máxima dignidad liberal". Asi lo decía Jose Antonio. Así lo ha dicho
Stiglitz. Y ambos tienen razón.
El 15 de enero de
2014 era presentada al Congreso de los Diputados de España una ILP (Iniciativa
Legislativa Popular) que comenzaba así:
“La crisis multiplica
el número de damnificados por las políticas capitalistas y neoliberales. Ello
ha supuesto que 5.977.500 personas se encuentren en situación de desempleo según datos de la EPA del segundo trimestre de
2013, sufriendo asimismo recortes sociales en sanidad, educación o ayudas a la
dependencia […], así como un preocupante aumento de la precarización de las
condiciones laborales y los abusos ejercidos sobre los trabajadores. La
carencia de empleo y de ingresos constituye uno de los principales motivos de desahucios.
Según el Consejo General del Poder Judicial, el número de desahucios en 2012
era de 101.034 y para 2013 estima que el 37,5% será motivado por ejecuciones
hipotecarias y el 57,7%, ejecuciones de arrendamiento.”
El objetivo de esa
iniciativa es conseguir la aprobación de una Renta Básica en nuestra nación.
Sin duda, muchos desconocen tanto la existencia de esa iniciativa democrática
como el significado del concepto de “Renta Básica”. Sin duda estamos ante una
filosofía económica que resalta el valor de la vida por encima de cualquier
interés y posibilidad de lucro, y busca garantizar la libertad de todas las
personas al permitir una independencia material mínima.
La gran revolución
económica y social del siglo XXI consiste en reducir la pobreza a cero.
Muchas fuerzas
políticas y sindicales de izquierda, para responder a la necesidad social de
los parados y necesitados, incluyen en sus propuestas proclamas como la del
salario social, que de no ser orientado hacia la renta básica, desde el
comienzo de la propuesta, es perjudicial a medio plazo. Sin embargo desprecian
tal opción, pues no forma parte del terreno que controlan, el del trabajo y el
mercado laboral. No veremos a los sindicatos españoles defendiendo a los
desempleados: de ellos no cobran cuota; de ellos no obtienen poder para
mantenerse también como parte de la casta de este sistema neoliberal donde
todos juegan un papel que retroalimenta a unos frente a otros para que nada
cambie.
La nueva opción que
se plantea es reivindicar otra cultura para hacer frente al sistema neoliberal,
y afimar que el neoliberalismo es la consecuencia de desarrollo del capitalismo
y de la tecnología. El planteamiento preciso es: dentro de ésta nueva cultura,
¿qué es lo que se puede hacer diferente y válido? Y en este nuevo contexto
aparece la opción de la
Renta Básica
Ese sindicalismo
español (ajado, muchas veces corrupto, y siempre alicorto de miras) que
representa a los trabajadores activos y
no a los parados, no a los que están con contratos temporales, mantiene un
criterio ideológico sobre el trabajo. Sus representantes no están dispuestos a
que el obrero pierda privilegios respecto a los parados. Con echar la culpa a
la patronal o al gobierno tienen bastante, y sus negociaciones se encaminan a
aumentar el poder adquisitivo de sus afiliados, que son quienes mantienen su
sentido sindical y por lo tanto su patrimonio y cargos liberados, que cobran un
buen sueldo por su trabajo como sindicalistas. Tal profesionalización ha
desvirtuado totalmente la lucha obrera y social
Pero, aún siendo una
propuesta, la Renta
Básica no acabaría con el capitalismo. Ya lo decía también
José Antonio: “El que con la economía capitalista, tal como está montada, nos
dediquemos a disminuir las horas de trabajo, a aumentar los salarios, a recargar
los seguros sociales, vale tanto como querer conservar una máquina y distraerse
echándole arena en los cojinetes. Así se arruinarán las industrias y así
quedarán sin pan los obreros “.
Lo que persigue la Renta Básica es poder
establecer un suelo mínimo de ingresos a fin de que los trabajadores tengan una
capacidad muy superior de negociación con la patronal. Por otra parte, tendería
a aumentar el salario de algunas labores para dotarlas de un mínimo atractivo,
lo que afectaría a mucha gente, sobre todo a los más jóvenes, que hoy están
obligados a aceptar «trabajos basura».
La propuesta
presentada ante el Congreso propone una aplicación de la renta básica en dos
fases. La primera constituiría lo que podríamos denominar el enfoque
pragmático, urgente, sindical, de la aplicación de la renta básica, y
consistiría en que quienes no tienen ninguna cobertura cobren lo que la UE entiende que constituye el
umbral de la pobreza: 645,33 euros. Asimismo, se igualarían a esa cantidad
todas las pensiones y subsidios de cuantía inferior. En las condiciones
actuales, esto sería posible con un incremento de gasto público perfectamente
asumible sin tocar las bases del sistema económico y social.
La financiación de la renta básica de la primera fase no debe salir del gasto en Sanidad o Educación: no es una propuesta liberal para sustituir los servicios públicos por una paga, porque entonces no hablaríamos de renta básica, sino de subsidio-miseria incompatible con una vida digna. La propuesta implica sencillamente terminar con la fiscalidad regresiva, el fraude y el saqueo de lo público, y con la burocracia vergonzante de los actuales subsidios de pobres. Cobrando los impuestos como es debido y unificando el sistema de subsidios, hay dinero más que suficientemente.
La financiación de la renta básica de la primera fase no debe salir del gasto en Sanidad o Educación: no es una propuesta liberal para sustituir los servicios públicos por una paga, porque entonces no hablaríamos de renta básica, sino de subsidio-miseria incompatible con una vida digna. La propuesta implica sencillamente terminar con la fiscalidad regresiva, el fraude y el saqueo de lo público, y con la burocracia vergonzante de los actuales subsidios de pobres. Cobrando los impuestos como es debido y unificando el sistema de subsidios, hay dinero más que suficientemente.
Para redistribuir
como renta básica la tercera parte del PIB y mantener o aumentar el gasto en
servicios públicos, el Estado tendría que hacerse con el control directo de
cerca de la mitad del PIB, lo cual implicaría probablemente que una parte
considerable de la economía tendría que pasar a ser de titularidad pública,
incluida la banca. Sin duda, estamos hablando de un cambio profundo cuando
hablamos de derecho a una renta básica universal e incondicional, porque
colocamos como prioridad social la redistribución de la riqueza sobre la base de garantizar la
dignidad y la libertad de todos los ciudadanos y ciudadanas.
Esto significa, ni más
ni menos, que recuperar la soberanía sobre la economía.
Por poner un ejemplo,
Alaska, es el único sitio de mundo donde, desde hace 20 años, existe una Renta
Básica. Allí cualquier persona, a partir de los dos años de residencia, tiene
derecho a recibir una renta fiscal como la que define nuestra asociación: sólo
por ser ciudadano residente.
La filosofía de la Renta Básica permite
soñar con la resolución de muchos problemas actuales. Si hubiera una Renta
Básica en estos países africanos, muchos de sus habitantes no necesitarían
salir de allí a buscarse la vida, sin saber los resultados trágicos que pueden
obtener –
Si no se acepta como
única opción posible que la configuración política de los mercados sea la
austeridad como un “objetivo” perpetuo, ni que el objetivo de las políticas
económicas actuales deba ser reducir los salarios de los trabajadores, ni que
deba esperarse 10 años a “arreglar la crisis económica” del Reino, ni que una
tasa de desempleo general del 25% y del 55% para la población joven sean inevitables,
ni que 22 personas acaparen una riqueza equivalente al 5% del PIB del Reino de
España, ni que, por terminar en algún sitio, el fraude fiscal de los ricos sea
algo que parece no se pueda combatir… si no se aceptan como justas estas
realidades, la opción de garantizar la existencia material de toda la población
mediante una RB que representaría una configuración política de los mercados
diferente a la actual es una posibilidad por la que vale la pena apostar muy
racionalmente.
Un Estado que merezca
el nombre de tal debe garantizar un mínimo de subsistencia, lo que asienta la
libertad. Por estas razones el mínimo vital no puede ser embargable, ni llevado
a ninguna dinámica, judicial o del tipo que sea, por el que un ciudadano lo
pueda perder.. La Renta
Básica no es una panacea ni una medida milagrosa. Soluciona
una parte de los problemas económicos, pero no los de la existencia de cada
cual.
Aunque la Renta Básica es
defendida por partidos como ERC (de la cual no entendemos su dejación de la
“cuestión social” colocando como prioritaria por encima de ésa la pretensión
nacionalista y pactando con la burguesía reaccionaria mas multicultural y
destructora de identidades que es CiU), debería ser la Bandera más codiciada y
levantada por esos movimientos sociales y patrióticos que, en España, y, sobre
todo, en Europa están comenzando a hacer oir sus mensajes de soberanía frente a
la globalización.