DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

LO QUE NO SE CUENTA SOBRE LA DESPENALIZACIÓN DE DROGAS




Christian Sanz

Mdzol.com, 7 de Enero de 2014

En los últimos días, cobró fuerte trascendencia la decisión del gobierno de Uruguay de despenalizar el consumo de marihuana. En la Argentina, por caso, volvió a instalarse el interminable debate iniciado hace años por el senador Aníbal Fernández.

De manera consecuente volvieron a ponerse sobre el tapete viejos interrogantes: ¿Para qué sirve la medida? ¿Se acaba con el narcotráfico? ¿Qué pasa con los adictos?

Antes que nada, debe mencionarse que no es novedosa la postura, ya que el kirchnerismo viene abogando, lenta pero firmemente, por esta medida frente a los narcóticos casi desde la asunción de Néstor Kirchner en el año 2003.

Tampoco llama la atención quién lo propone —Fernández— ni cuándo lo propone, ya que el discurso del oficialismo es de "apertura" frente a la droga. No parece casual en tal sentido que algunos de los funcionarios del kirchnerismo estén involucrados en expedientes vinculados con el tema narcotráfico.

Luego, debe decirse que, contrariamente a lo que muchos creen, la mayoría de los países del mundo están en contra de legalizar el consumo de estupefacientes. A su vez, las pocas naciones que se han animado a hacerlo, actualmente están reviendo su inservible postura.

Holanda, por ejemplo —"emblema" utilizado generalmente para defender la despenalización de drogas—, está revirtiendo de a poco su errada decisión de permitir el consumo de ciertos narcóticos. Por caso, el uso "permitido" de marihuana en los coffeeshops holandeses fue disminuido de 30 a 5 gramos y se planea prohibir —en el mediano plazo— por completo su uso, ya que, no sólo no ha resuelto el problema de la adicción y el narcotráfico en ese país, sino que degradó la salud de los adictos y deterioró la convivencia social.

La realidad es que detrás de la iniciativa se ocultan intereses que vienen moviéndose en las sombras y que han planteado a la sociedad una serie de mentiras que intentan justificar esta irresponsable decisión.


Mentiras que matan

Suele decirse —y este caso no es la excepción— que la lucha contra las drogas ha fracasado y que por ese motivo, la única solución es despenalizar su consumo. Grave error.

Por empezar, jamás puede fracasar algo que no se ha iniciado nunca. ¿O acaso alguien cree que se pelea contra el narcotráfico en algún lugar del mundo? En la Argentina esto no sucede —merced a los funcionarios que nos tocan en suerte— y en Estados Unidos, sede de la Drug Enforcement Administration (DEA), menos aún.

El tráfico de drogas es uno de los negocios más rentables del mundo —mueve más de 700 mil millones de dólares al año—, lo cual lo vuelve una de las "cajas" más redituables para cualquier gobierno del mundo. Nuestro país no es la excepción, mal que nos pese.

Por otro lado, el fracaso de la despenalización a nivel mundial puede observarse en cada uno de los países en los que se planteó. Baste ver lo sucedido en España, donde literalmente se "perdió" toda una generación por culpa de los estupefacientes. Hoy en día, los funcionarios españoles responsables de esta política aseguran que, si pudieran volver el tiempo atrás, no permitirían nuevamente que se despenalice el consumo.

Existen mentiras concretas y ocultamientos oportunos detrás de la medida que insiste en proponer Aníbal Fernández. No se ha abierto el pertinente debate como para que la sociedad pueda opinar al respecto, ni se ha informado públicamente de qué se trata puntualmente esta disparatada iniciativa.

Esto permite que se mienta descaradamente acerca de los riesgos del uso de la marihuana y se manipule a la sociedad a efectos de hacerle creer que es una "droga inofensiva". Es dable mencionar pues, que ningún estupefaciente es inofensivo, menos aún la marihuana. Derribemos algunos mitos.

-Se dice que la marihuana no es adictiva. Falso: esta droga posee un compuesto llamado THC (Tetra Hidro Canabinol) que genera una dependencia demostrada. Vale mencionar que, según estadísticas de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), uno de cada cuatro adictos que solicitan ayuda a esa institución, son dependientes de la marihuana.

-Se dice que la marihuana no provoca daños a la salud. Falso: si bien la marihuana no quita la vida a quienes la consumen —como sí lo hacen otros narcóticos— provoca otros efectos nocivos para el organismo como es la taquicardia y aceleración de la presión arterial. Asimismo, se ha demostrado que su uso multiplica el riesgo de contraer cáncer en comparación al tabaco, al tiempo que puede desatar enfermedades psicóticas como la ezquizofrenia. También se ha demostrado que provoca pérdida de memoria.

-Se dice que el consumo de marihuana es "manejable". Falso: casi el 80% de los que consumen cocaína y han recibido tratamiento para dejar su adicción admitieron haber comenzado fumando marihuana.

-Se dice que la marihuana puede tener un uso terapéutico. Verdad: si bien su uso ayuda a tolerar los efectos derivados de la quimioterapia y otras terapias invasivas del organismo, hay otros fármacos que han demostrado ser superiores.

Como puede verse, el problema de las drogas no se solucionará simplemente "legalizando" el consumo.


Comisión de ¿notables?

Hace unos años, el entonces ministro Fernández nombró una "comisión de notables", integrada por jueces, fiscales y sociólogos a efectos de trabajar en un anteproyecto de ley con la orientación de despenalizar el consumo de drogas. Si bien la medida fue insólita, más aún lo fue la composición de la comisión, ya que se recurrió a personajes realmente cuestionables. Por un lado, Roberto Bergalli, jefe de estudios en criminología de la Universidad de Barcelona; Alberto Calabrese, pseudoespecialista en el abordaje del uso indebido de drogas; y el camarista Horacio Catanni, presidente de la Sala II de la Cámara Federal. ¿Qué tienen en común los tres? Todos son abiertos defensores de la despenalización de las drogas.

Por si esto fuera poco, se ha sumado a este grupo la presencia del juez Roberto Falcone, titular del Tribunal Oral Federal Nº 1 de Mar del Plata, el mismo que fuera oportunamente denunciado en una causa judicial por haber hecho desaparecer varios kilos de droga y proteger a peligrosos narcotraficantes en esa zona balnearia.

Lo mismo sucede con Marcelo Madina, magistrado de la Cámara de Apelaciones de Mar del Plata, quien ha sido procesado por la desaparición de U$S 40.000 del Tribunal Federal Oral referido.

Finalmente, aparece la presencia de la fiscal Mónica Cuñarro, quien aún no ha explicado debidamente por qué renunció a la fiscalía especial para el narcotráfico para la que había sido asignada, a los pocos meses de asumir.

¿Quién de todos estos "notables" puede garantizar que funcionará la medida propuesta por el oficialismo?


Concluyendo

Nadie en su sano juicio puede creer realmente que la despenalización del consumo de drogas termine con este flagelo, sino todo lo contrario. En tal sentido, ¿es confiable que un gobierno que no se encarga de remediar cuestiones aún más esenciales como la pobreza y el desempleo se haga cargo de este tema? La respuesta es evidente, aunque lo que hay que preguntarse realmente es quién se beneficiará con esta política.

Por lo pronto, es difícil imaginar que los actuales "barones" de la droga dejarán el negocio de lado sólo porque se ha legalizado el consumo de estupefacientes. Muy por el contrario, ahora encontrarán el camino libre para su "trabajo", ya que podrán recurrir al movimiento de pequeñas cantidades de droga aduciendo que es para "consumo personal".

Es pueril creer que la mera despenalización disminuya el consumo de drogas. Tan pueril como creer que la despenalización del homicidio, haga que este deje de existir.

Es sencillo anticipar quiénes aprovecharán lo sucedido: los mismos funcionarios que han manejado el tráfico de drogas hasta el día de hoy, las organizaciones que aseguran abogar por la "reducción de daños" de aquellos que consumen estupefacientes y los incipientes productores de drogas colombianos y venezolanos.


Tal vez suene a obviedad presagiar que esta política fracasará, como lo ha hecho en todos los países en los que se implementó. Pero es una "obviedad" que no pueden o no saben ver los imbéciles de turno.