así son las inversiones «como Dios manda»
Daniel Caballero
ABC, 20/10/2019
Que la Iglesia Católica
tiene patrimonio no es ningún secreto. Tampoco que sabe cómo administrarlo. Lo
que permanece más en la sombra son los fondos de inversión que maneja o que
están «dedicados» a ella. Son pocos pero con unas normas inquebrantables a la
hora de manejar el dinero. Su doctrina emana directamente del Vaticano; unos
valores compartidos por el catolicismo... aunque desde la Santa Sede no existe
un decálogo de la inversión. Cada gestor de fondos vive la fe a su manera,
aunque la Iglesia en todo caso es el «director» de orquesta de estos productos.
Ya son varias las gestoras o
empresas de asesoramiento financiero (EAFI) que se han lanzado a captar el
nicho de inversores católicos. Por ello ponen en marcha fondos en los que prima
la doctrina social de la Iglesia a la hora de apostar por una empresa u otra.
Véase la defensa de la vida humana, la naturaleza, la promoción de la paz... y
un largo etcétera de valores que sustentan los pilares de este edificio que
empezó siendo pequeño pero que comienza a tomar forma. Aunque todavía le queda
mucho para convertirse en rascacielos.
La discriminación positiva a
ciertas empresas es evidente en este tipo de fondos. Premian con la inversión
de sus clientes a compañías que cumplen con sus exigencias y dejan de lado las
que se alejan del camino de la fe. Por ejemplo, aquellas firmas relacionadas
con temas como el aborto, la pornografía, las armas, el juego, el alcohol, el
tabaco, cierto tipo de experimentación... están vetadas en estos fondos.
Vetadas por el simple hecho de su actividad. En otros muchos campos hay que
tirar de lupa para analizar cada caso; piense en una farmacéutica y sus
ensayos. Sin embargo, del discurso de estas gestoras/EAFI se deduce un mensaje
claro: ningún sector está «libre de pecado».
Altum Faithful Investing,
una EAFI que exclusivamente se dedica a este tipo de inversiones, ha abierto un
nuevo paradigma en los mercados. Su dedicación a apostar por empresas
coherentes con la fe católica es total; por ejemplo, si les llega un inversor que
quiere invertir según la doctrina de la Iglesia y también de manera
tradicional, ellos solo aceptan asesorarle en lo primero. Cuidan mucho cómo
escoger las compañías, hasta el punto de que entran «hasta la cocina». Borja
Barragán, su fundador, da cuenta de ello: «Nos relacionamos con las empresas
directamente. En muchos casos su información no es pública y tenemos que hablar
con ellas».
Su objetivo es claro: «No
tiene sentido que un católico esté metido en una empresa que investiga con
embriones humano», dice Barragán. Pero encuentran a menudo no pocos problemas
para hablar con claridad sobre ciertos asuntos. El fundador de Altum explica
que «en las grandes multinacionales es muy difícil hablar con valentía y sacar
temas como aborto, pornografía...». Ahí aparecen ellos, para detectar qué
compañías son aptas para un católico y cuáles no. Apenas llevan 18 meses en
funcionamiento pero en su labor de asesoramiento ya suman operaciones por 150
millones. Y entre esos clientes están las propias órdenes religiosas, familias
con alto patrimonio e inquietudes morales... La Iglesia, en este caso, no
dirige su actividad pero sí aconseja. Es más, cuentan con un comité ético de
expertos en diferentes materias religiosas.
Las gestoras explican que
pusieron en marcha este tipo de fondos al detectar esa necesidad en los
inversores
¿Cómo surgió esto? Como
todo, de una necesidad. Así lo constata Laure Peyranne, responsable de ETFs
para Iberia y Latam de Invesco. Esta gestora norteamericana entró en el negocio
de las inversiones «como Dios manda» con un ETF. «La idea es proponer un
vehículo que se corresponda con unas necesidades, las cuales hemos detectado en
los inversores», afirma. Y prosigue: «Los arzobispados tienen esa necesidad».
En su caso, según cuentan, la Iglesia tampoco decide sus posiciones en el
mercado pero sí que solicitaron su opinión a la hora de lanzar el producto. Una
consulta de rigor.
Allianz GI es otra de las
gestoras -pionera en Europa- en lanzar un fondo de inversión católico. Se trata
de E.T.H.I.C.A., el cual nació en 2008 al albor de la Conferencia Episcopal
Francesa. «Surgió para ofrecer a las diócesis la oportunidad de diversificar
sus inversiones en un fondo de la zona euro administrado según los principios
derivados de la doctrina de la Iglesia Católica», relata Christine
Clet-Messadi, gestora de Allianz GI. En su caso la influencia de la institución
sí está siempre presente. La Conferencia Episcopal Francesa discute con la
gestora las cuestiones de inversión, criterios éticos, etc. que puedan surgir.
«El fondo es una solución ‘‘a medida’’ para ella». De esta manera, según las
fuentes consultadas, ninguno de los fondos es propiedad de la institución sino
que su colaboración con las gestoras/EAFI varía en función de las necesidades.
En unas ocasiones son labores de asesoramiento ético y en otras van un poco más
allá al discutir criterios de inversión.
Rentabilidad similar
Julius Baer es otra de las
gestoras que está apostando por estos vehículos. Cuentan con el fondo
Temperantia y de sus palabras se intuye que están orgullosos de su desempeño.
Fuentes de la firma detallan que su rentabilidad desde que se puso en marcha en
mayo de 2016 es del 19,48%. Muy por encima, por ejemplo, del menos del 1% que
se apunta el Ibex 35 desde ese mismo periodo.
Altum, por su parte,
coincide con ese diagnóstico, sin llegar a afirmar que invertir con criterios
morales del catolicismo sea más rentable. Internamente cuentan con un gráfico
en el que en muchos periodos este tipo de apuesta sí genera mayores ganancias,
y peores resultados en momentos muy concretos. «Al menos no implica sacrificar
rentabilidad», dice Barragán, su fundador.
Asimismo, esta EAFI ha
detectado otra tendencia en España. Ya no solo asesoran sino que realizan
labores de consultoría para las gestoras. Sin apuntar nombres, explican que
muchas firmas reclaman sus servicios para que analicen su cartera;
concretamente, para comprobar que siguen los criterios éticos que buscaban o,
también, para tratar de diferenciarse de la competencia. La realidad -apuntan desde
Altum- es que después de los análisis que prestan continúan monitorizando las
posiciones de esas gestoras y detectan que han cambiado ciertos aspectos en sus
decisiones de inversión.
«El interés crece cada día.
El inversor católico se está dando cuenta de que a través de sus inversiones
pueden tener el riesgo de estar financiando proyectos contrarios a la doctrina
social de la Iglesia, por lo que cada vez es más consciente en su toma de
decisiones», comentan desde Julius Baer.
De momento son pocas, y en
Europa queda mucho camino por recorrer, pero todas las fuentes consultadas
coinciden en que la tendencia continuará al alza. Ya sea vinculado simplemente
a la sostenibilidad o también con criterios religiosos, lo cual explican desde
el mundo financiero que van bastante de la mano. «En Estados Unidos lleva ya 50
años. Allí los banqueros tienen interiorizado preguntar a sus clientes si
quieren invertir según su sensibilidad religiosa, mientras que aquí nos hemos
centrado en obtener beneficio sin importar cómo», concluye Barragán.