DON BOSCO

DON BOSCO
"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

RATZINGER REBATE A LOS AMBIENTALISTAS



«San Francisco no era un ecologista»

Por INFOVATICANA | 31 octubre, 2019


 (ilGiornale)- Joseph Ratzinger indica de nuevo el camino para la «minoría creativa» de la contemporaneidad, que según él, es la católica.

El título: I Sacramenti, segni di Dio nel mondo. Se trata de reflexiones litúrgicas que el papa emérito pronunció durante su pontificado, o cuando aún era cardenal. Del bautismo a la confirmación, pasando por el matrimonio, la ordenación sacerdotal y cualquier otro sacramento previsto y presente en la doctrina, Joseph Ratzinger interpreta la realidad y el valor de estos «signos de Dios», componiendo, según el editor de los textos, Elio Guerriero, una «guía para la vida cristiana».

Ya habíamos hablado de la parte inicial de esta composición, la que está dedicada al papel fundamental que ejercen los muros: «La Iglesia tiene muros. El muro indica, por un lado, el interior, y tiene la función de proteger, de acogernos y guiarnos el uno hacia el otro». Sin muros, observa el pontífice emérito, no existen puertas. Y Benedicto XVI bendice tanto los unos como las otras. Pero dentro de esta obra hay más pasajes de gran actualidad.

En una época tan llena de retórica ambientalista y de combinación de ecología cristiana con lo que empieza a ser conocido como «gretathunberghismo», Joseph Ratzinger reinterpreta la vida existencial de san Francisco: 

«Él sabía que no hay nada más grande, ningún servicio mayor, ningún éxito mayor, ninguna realización mayor para la humanidad que aprender a amar con plenitud y grandeza». Estamos aún en el grupo de características que Ratzinger individua para definir al santo de Asís como el «más similar a Cristo». Pero las contingencias de la modernidad ofrecen tal vez una posibilidad ulterior de profundización.

De hecho, sabemos que san Francisco y el franciscanismo son a menudo instrumentalizados para que los ecologismos puedan pasar como un absoluto ideológico. Pues bien, Benedicto XVI corta de manera neta y firme estos intentos, y sentencia:
»Su cántico del hermano sol, la alabanza del Creador reflejo de la creación resuena a través de los siglos». 

Y después especifica, y es lo que tiene mayor interés para las frases dialécticas actuales: «El hombre que lo cantó no era un trovador soñador o un ecologista, como a veces nos lo presentan, sino un hombre que fue sometido a mucho sufrimiento, que quiso mantener por amor a Cristo para acercarse, como Él, a la profundidad del ser humano y al corazón de Dios».


Publicado por Francesco Boezi en il Giornale.

LA CONFERENCIA EPISCOPAL ITALIANA




publicó una oración a la Pachamama en abril de este año


La Fondazione Missio, institución dependiente de la Conferencia Episcopal Italiana, hizo pública una oración a la diosa pagana Pachamama en una publicación de abril de 2019 sobre el Sínodo para la Amazonia

 (InfoCatólica) 30-10-19

La oración está siendo distribuida por internet y ya se ha utilizado en la  parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de la localidad italiana de Verona- El párroco organizó el pasado sábado la vigilia misionera del Buen Vivir, presentada como vigilia de oración sobre la responsabilidad hacia la Madre Tierra.


Traducción:

Pachamama de estos lugares
Bebe, come y bebe a gusto esta ofrenda
Para que sea buena esta tierra
Pachamama buena madre
¡Sé propicia! ¡Sé propicia!
Haz que brote bien la semilla
Que no le suceda nada malo,
Que no la destruya una helada,
Que produzca buena comida.
A ti te lo pedimos:
danos todo
¡Sé propicia! ¡Sé propicia!

SOBRE LAS CUESTIONES DEL FINAL DE LA VIDA




Declaración conjunta de las religiones monoteístas abrahámicas sobre las cuestiones del final de la vida

(Firmado el 28 de octubre de 2019, en la Casina Pío IV del Vaticano)

Preámbulo

Los aspectos morales, religiosos, sociales y jurídicos del tratamiento del paciente moribundo se encuentran entre los temas más difíciles y ampliamente discutidos en la medicina moderna. En las diversas culturas y contextos sociales han generado siempre un amplio debate tanto teórico como emocional.

Las cuestiones relativas a las decisiones sobre el final de la vida presentan dilemas difíciles, que no son nuevos, pero que se han intensificado mucho en los últimos años debido a varios factores y acontecimientos, entre los cuales:

- Los enormes avances científico-tecnológicos que permiten una prolongación significativa de la vida en formas y situaciones hasta ahora impensables. Sin embargo, a menudo la supervivencia prolongada de un enfermo va acompañada de dolor y sufrimiento debido a diversas disfunciones orgánicas, mentales y emocionales.

- El cambio fundamental en la relación médico-paciente de un enfoque paternalista a la petición de una mayor autonomía de juicio por parte del mismo paciente.

- El hecho de que la mayoría de las personas en los países desarrollados mueren hoy en día en hospitales o residencias de ancianos, que a menudo son entornos extraños y desconocidos para ellos. Muchos pacientes están conectados a máquinas, rodeados de personal sanitario habitualmente ocupado y que conocen poco. Esta situación contrasta con la del pasado, cuando las personas morían en casa, rodeadas de sus seres queridos en su entorno habitual y reconocido.

- La mayor implicación de diversos profesionales en el tratamiento del paciente en fase terminal, así como de los medios de comunicación, del sistema judicial y la opinión pública en general. Todo ello a menudo es expresión de diferentes antecedentes culturales, puntos de vista y opiniones variadas e incluso contradictorias sobre lo que se debe o no se debe hacer por el paciente moribundo.

- Cambios culturales, especialmente en las sociedades occidentales.

- La creciente escasez de recursos debido a las costosas opciones diagnósticas y terapéuticas.

Los dilemas relacionados con la atención y el tratamiento del paciente terminal no son principalmente médicos o científicos, sino sobre todo sociales, éticos, religiosos, legales y culturales. Mientras que los médicos toman decisiones basadas en los hechos, la mayoría de las decisiones concernientes al paciente terminal no son de naturaleza médico-científica. Más bien, se basan en valores personales y éticos. Por lo tanto, el cuidado del paciente terminal tanto por parte de las familias como por el personal sanitario, es una tarea difícil, teniendo también en cuenta cuales son las costumbres sociales.

Los principios y prácticas de las religiones monoteístas abrahámicas y en particular su búsqueda del equilibrio adecuado entre valores en conflicto, no siempre están de acuerdo con los valores y prácticas humanistas laicas actuales.

Los objetivos de esta declaración de principios son:
- Presentar la posición de las religiones monoteístas que abrahámicas con respecto a los valores y las prácticas relevantes para el enfermo terminal, en beneficio de los pacientes, las familias, el personal sanitario y los responsables políticos que se adhieren a una de estas religiones.

- Mejorar la capacidad de los profesionales de la salud para comprender, respetar, guiar, ayudar y consolar mejor al paciente creyente y a su familia al final de la vida. Respetar los valores religiosos o culturales del paciente no es sólo un problema religioso, sino que es un requisito ético para el personal de los hospitales y otras estructuras donde haya pacientes de varias creencias.

- Promover una comprensión recíproca y sinergias de los diferentes enfoques entre las tradiciones religiosas monoteístas y la ética laica con respecto a las creencias, valores y prácticas relevantes para el paciente en fase terminal.

Definición
Un paciente en fase terminal es una persona que padece una enfermedad de diagnóstico infausto, incurable e irreversible, en una etapa en la que la muerte se producirá con toda probabilidad en el plazo de unos pocos meses como consecuencia de la enfermedad o de las complicaciones directamente relacionadas, a pesar de los mejores esfuerzos diagnósticos y terapéuticos.

Sufrimiento y muerte
Aunque apreciamos los avances de la ciencia médica para prevenir y curar enfermedades, también reconocemos que toda vida experimentará finalmente la muerte.

El cuidado de los moribundos representa, por una parte, una forma de asumir con responsabilidad del don divino de la vida cuando ya no es posible tratamiento alguno, y por otra nuestra responsabilidad humana y ética con la persona que (a menudo) sufre ante la muerte inminente. El cuidado holístico y respetuoso de la persona debe reconocer como un objetivo fundamental la dimensión específicamente humana, espiritual y religiosa de la muerte. Este enfoque de la muerte requiere compasión, empatía y profesionalismo por parte de todas las personas involucradas en el cuidado del paciente moribundo, especialmente de los trabajadores de la salud responsables del bienestar psicosocial y emocional del paciente.

El uso de la tecnología médica al final de la vida
Las intervenciones humanas mediante tratamientos y tecnologías médicas sólo se justifican en términos de la ayuda que pueden proporcionar. Por lo tanto, su uso requiere un juicio responsable sobre si los tratamientos para mantener y prolongar la vida contribuyen realmente a alcanzar el final la vida humana, y sobre cuándo hace falta, en cambio, limitarlos. Cuando la muerte es inminente a pesar de todos los esfuerzos, está justificado tomar la decisión de rechazar ciertas formas de tratamiento que sólo prolongarían una condición precaria de sufrimiento. No obstante, incluso cuando la persistencia en tratar de evitar la muerte parece irrazonablemente difícil y gravosa, debemos hacer todo lo posible para ofrecer consuelo, alivio efectivo del dolor, compañía, atención emocional y espiritual y apoyo al paciente y a su familia en preparación para la muerte.

El personal sanitario y la sociedad en general deberían respetar el deseo auténtico y personal del paciente en fase terminal de prolongar o conservar su vida, incluso por un corto período de tiempo adicional, mediante medidas médicas apropiadas desde el punto de vista clínico. Esto incluye la continuación del apoyo respiratorio, de la nutrición e hidratación artificiales, de la quimioterapia o radioterapia, de antibióticos, medicamentos para la tensión y similares. Este deseo puede ser expresado por el propio paciente, en "tiempo real"; o, si no está imposibilitado en ese momento, por instrucciones anticipadas, por una persona encargada de ello, o por la declaración de familiares cercanos. Este enfoque conjuga tanto el respeto a la vida como el respeto al deseo del paciente, que hay que tener en cuenta no solo cuando obedece a la línea seguida por quienes prestan asistencia médica. A la hora de tomar esta decisión la familia consulta a menudo al personal religioso. En los casos de pacientes practicantes o en los que los parientes más próximos también lo son, habría que consultar al personal religioso.

El rechazo de la eutanasia y del suicidio asistido médicamente
Los temas relacionados con la duración y el significado de la vida humana no deberían ser de competencia del personal sanitario, cuya responsabilidad consiste en proporcionar la mejor cura posible para las enfermedades y la máxima atención a los enfermos. Nos oponemos a cualquier forma de eutanasia -que es el acto directo, deliberado e intencional de quitar la vida- así como al suicidio asistido médicamente-que es el apoyo directo, deliberado e intencional al suicidarse- porque contradicen fundamentalmente el valor inalienable de la vida humana y, por lo tanto, son actos equivocados desde el punto de vista moral y religioso, y deberían prohibirse sin excepciones.

Ayuda de la comunidad
Hacemos hincapié en la importancia del apoyo de la comunidad en el proceso de toma de decisiones que enfrenta el paciente en fase terminal y su familia. El deber de cuidar a los enfermos, nos exige también reformar las estructuras e instituciones por las que se prestan los cuidados sanitarios y religiosos. Como sociedad debemos asegurarnos de que el deseo del paciente de no ser una carga desde el punto de vista económico no lo induzca a elegir la muerte en lugar de recibir la atención y el apoyo que le permita vivir el tiempo que le queda con comodidad y tranquilidad. Para los pacientes religiosamente observantes y para sus familias existen varias formas posibles de apoyo comunitario a través de momentos de oración y de reflexión para las personas involucradas, con un adecuado apoyo médico y religioso. Es un deber de cada comunidad religiosa con todos sus miembros, según las responsabilidades de cada uno.

Asistencia Espiritual
Una cercanía rica de fe y de esperanza es la mayor contribución que los trabajadores de la salud y las personas religiosas pueden ofrecer para humanizar el proceso de la muerte. La asistencia espiritual y religiosa es un derecho fundamental del paciente y un deber de la comunidad de fe. Los expertos en cuidados paliativos también reconocen su importancia porque saben cuánto sea intensa la interacción entre la dimensión física, psicológica y espiritual de la persona, junto con el deber de demostrar respeto por las creencias y la fe personales; todo el personal sanitario tiene el deber de crear las condiciones mediante las cuales se garantice la asistencia religiosa a todo aquel que la solicite, ya sea explícita o implícitamente.

Promover los cuidados paliativos
Todo paciente en fase terminal debe recibir la asistencia paliativa mejor y más completa posible: física, emocional, social, religiosa y espiritual. El campo relativamente nuevo de los cuidados paliativos ha hecho grandes avances y es capaz de proporcionar un apoyo integral y eficiente a los pacientes terminales y a sus familias. Por lo tanto, fomentamos los cuidados paliativos para el enfermo y su familia al final de la vida. Los cuidados paliativos tienen como objetivo conseguir la mejor calidad de vida a las personas que padecen una enfermedad incurable y progresiva, cuando ya no es posible la cura. Expresan la noble devoción humana de cuidar de los demás, especialmente de los que sufren. Los servicios de cuidados paliativos comportan un sistema organizado y altamente estructurado para la prestación de cuidados y son fundamentales para la realización de la misión más antigua de la medicina: "cuidar al enfermo incluso cuando ya no hay cura." Animamos a los profesionales y a los estudiantes a que se especialicen en este campo de la medicina.

Conclusión
Sobre la base de los argumentos y motivaciones de este documento, las tres religiones monoteístas abrahámicas comparten objetivos comunes y están totalmente de acuerdo en nuestro enfoque de las siguientes situaciones relativas al final de la vida:
-La eutanasia y el suicidio asistido por un médico son intrínsecamente y por lo tanto moral y religiosamente equivocadas y deberían prohibirse sin excepción. Cualquier presión y acción sobre los pacientes para inducirles a que pongan fin a sus vidas es categóricamente rechazada.
-Ningún agente sanitario debería ser coaccionado o presionado para ayudar directa o indirectamente a la muerte deliberada e intencional de un paciente mediante el suicidio asistido o cualquier forma de eutanasia, especialmente cuando esa praxis va en contra de sus creencias religiosas. Se ha aceptado favorablemente, a lo largo de los años, que debe ser respetada la objeción de conciencia a actos que entren en conflicto con los valores éticos de una persona. Esto también sigue siendo válido incluso si tales actos han sido declarados legales a nivel local, o por ciertos grupos de ciudadanos. Las creencias personales sobre la vida y la muerte ciertamente caen dentro de la categoría de objeción de conciencia que debería ser respetada universalmente.
-Alentamos y apoyamos los cuidados paliativos de calidad y profesionales en todas partes y para todos. Aun cuando alejar la muerte parezca un peso razonablemente insoportable tenemos el deber moral y religioso de proporcionar consuelo, alivio del dolor, compañía y asistencia espiritual al paciente moribundo y a su familia.
-Apoyamos las leyes y políticas públicas que protejan los derechos y la dignidad del paciente moribundo, con el fin de evitar la eutanasia y promover los cuidados paliativos.
-Como sociedad, debemos comprometernos para que deseo de los pacientes de no ser una carga no los tiente a elegir la muerte en lugar de recibir la atención y el apoyo que les permita vivir el tiempo que les queda con comodidad y tranquilidad.
-Todo el personal sanitario debería crear las condiciones que garanticen la asistencia religiosa a todo aquel que la solicite, ya sea explícita o implícitamente.
-Nos comprometemos a utilizar los conocimientos e investigaciones para dar forma a políticas que promuevan el cuidado y el bienestar relacional y emocional, físico y espiritual, proporcionando la máxima información y atención a quienes se enfrentan a enfermedades graves y a la muerte.
-Nos comprometemos a involucrar a nuestras comunidades en los temas de bioética relacionados con el paciente en fase terminal, así como a familiarizarlas con técnicas de acompañamiento compasivo para aquellos que sufren y mueren.
-Nos comprometemos a sensibilizar a la opinión pública sobre los cuidados paliativos mediante la formación apropiada y el suministro de recursos sobre los tratamientos para los que sufren y los moribundos.
-Nos comprometemos a proporcionar ayuda a la familia y a los seres queridos de los pacientes moribundos.
-Hacemos un llamamiento a los políticos y a los profesionales de la salud para que se familiaricen con esta amplia perspectiva y con la enseñanza de las religiones abrahámicas a fin de proporcionar la mejor asistencia a los pacientes moribundos y a sus familias que se adhieren a las normas religiosas y a las indicaciones de sus respectivas tradiciones religiosas.
-Nos comprometemos a involucrar a las otras religiones y a todas las personas de buena voluntad”.

Fuente: AICA, 28-10-19


EL ARZOBISPO CREPALDI




 deja la Presidencia, pero no el Observatorio


Newsletter n.1035 | 2019-10-23


Queridos amigos del Observatorio:

Os comunico mi decisión de dejar en otras manos la Presidencia del Observatorio Cardenal Van Thuân, fundado por mí hace quince años. 
En este largo periodo, el Observatorio ha dado una contribución válida a la difusión de la Doctrina social de la Iglesia, en espíritu de comunión con los Pastores y al servicio de la evangelización de lo social. Lo ha hecho con seriedad científica y con un espíritu apostólico alentador. Su notable producción, que está a disposición en los libros publicados por el Observatorio, en los numerosos fascículos del "Boletín de la Doctrina social de la Iglesia" y en las páginas de su portal web,  dan testimonio de este largo trabajo.

Cuando el Observatorio nació, la intención era crear un lugar de atención continua a la Doctrina social de la Iglesia, y tengo que decir que esto ha sido llevado a cabo. En especial los Informes sobre la Doctrina social de la Iglesia en el mundo, que se publican anualmente, han marcado un compromiso en el estudio relacionado con los problemas sociales que, poco a poco, han ido surgiendo.

Creo que ha llegado el momento de dejar la gestión directa del Observatorio en otras manos, que conozco y en las que confío. En lo que a mí respecta seguiré de cerca y con afecto la actividad del Observatorio, aportando mi colaboración a los contenidos de la Doctrina social de la Iglesia y, sobre todo, al Informe anual. 

Deseo a los miembros del nuevo Consejo Directivo, al nuevo Presidente y al Director que sigan haciendo un buen trabajo al servicio de la Iglesia.

+ Giampaolo Crepaldi
Arzobispo - Obispo de Trieste


Al publicar este Saludo nos sentimos alentados de que no se trata de un abandono, sino de una presencia distinta por parte del arzobispo Giampaolo Crepaldi. El proyecto originario del Observatorio sigue y, aunque el arzobispo ya no se ocupará directamente de las cuestiones de gestión del mismo (logística, organización, financiación …), seguirá estando presente con sus indicaciones y su colaboración. El sábado 12 de octubre tuvo lugar en Trieste la presentación de su libro Lezioni di Dottrina sociale della Chiesa (Cantagalli 2019), y ya está en preparación otra publicación suya que saldrá en 2020. El próximo XI Informe sobre la Doctrina social de la Iglesia en el mundo seguirá llevando su firma, como también los sucesivos. Son dos ejemplos de una colaboración que continuará en el tiempo. Liberado de las tareas estatutarias, la contribución del arzobispo podrá ser aún más eficaz.

El Presidente Giordano Faccincani y el Consejo Directivo

CARLOS SACHERI Y EL ORDEN NATURAL (*)





Homenaje a su vida y obra


Su vida

Carlos Alberto Sacheri nació en Buenos Aires el 22 de octubre de 1933. Se graduó en Filosofía en 1957 y en 1961 ganó una beca en Canadá, en concurso internacional. Estudió bajo la dirección de Charles De Koninck en la Universidad Laval de Quebec, donde en 1963 obtuvo su Licenciatura en Filosofía, con mención "Magna Cum Laude" y de Doctor en Filosofía, con mención "Suma Cum Laude" en 1968, con una tesis sobre “La existence et nature de la Deliberation”.

En tiempos de estudiante universitario y después durante diez años, siguió al P. Julio Meinvielle, quien fue su principal formador, en la lectura y el estudio de Santo Tomás de Aquino. Según atestigua Caturelli: “su vocación filosófica, en particular por la filosofía práctica, hizo de él un conocedor profundo del pensamiento de Santo Tomás. Pero, al mismo tiempo, recuerdo sus preocupaciones por el idealismo inmanentista de Giovanni Gentile, por el pensamiento moderno, sin detrimento de los Padres de la Iglesia y, sobre todo, su preocupación por el…Magisterio de la Iglesia” (Sapientia, año XXX, nº 175, p. 74).

Fue profesor titular de Metodología Científica y de Filosofía Social e integrante del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Pontificia Universidad Católica Argentina; profesor titular de Filosofía y de Historia de las Ideas Filosóficas y Director del Instituto de Filosofía de la Justicia de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Buenos Aires; profesor de Ética y de Filosofía Social del Institute de Philosophie Comparée de París; profesor de Filosofía Social y de Teoría de los Valores en la Universidad Laval, en Quebec (Canadá); de la Universidad Católica Andrés Bello, en Caracas (Venezuela) y principal propulsor de la Sociedad Tomista Argentina, de la que era Secretario.

Actuó también como Coordinador General del Instituto de Promoción Social Argentina y como presidente de la Obra de la Ciudad Católica.
En 1970, fue nombrado Secretario Científico del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), del que era Investigador Principal. (1)

Su obra
Prolífico conferencista y formador de jóvenes dentro y fuera de Argentina, colaboró regularmente con numerosas publicaciones especializadas como Presencia, Verbo (Argentina), Verbo (España), Universitas, Premisa, Cabildo, Mikael , Ethos, Diálogo, Universidad, Les Cahiers du Droit (Francia), Philosophica (Chile). El Dr. Sacheri publica en 1971 la crónica teológica “La Iglesia Clandestina”, obra de gran profundidad sobre la subversión en la Iglesia Católica y la infiltración marxista en su seno.

Al fallecer su maestro Meinvielle, le tocó despedirlo en su sepelio diciendo:
 “Sepamos los más jóvenes conservar el fuego sagrado que nos ha dejado en herencia. Nuestra Iglesia y nuestra Patria necesitan que la obra del Padre se prolongue a través de los discípulos que formó. La tarea es ardua en estos tiempos en que abundan tantas defecciones de todo tipo. Sepamos encontrar en la imitación de sus virtudes el estímulo para difundir y profundizar su obra, para que las promociones más jóvenes puedan a su vez, encontrar su vocación cristiana y nacional” (2).

Apenas un año después, el 22-12-1974, Sacheri fue asesinado por un grupo subversivo, en presencia de su familia, al salir de misa. Su muerte, como la del profesor Genta, asesinado poco antes por el mismo grupo, fue consecuencia de su obra intelectual, que no se limitó a los trabajos académicos, sino que consciente de la misión social del estudioso, a menudo participó en actividades de difusión de un orden de convivencia basado en los valores de la tradición cristiana.

En especial, sostenía la necesidad de contar con un núcleo suficiente de hombres prudentes, que inspirados en los principios clásicos  de la política y munidos de una  adecuada  versatilidad  puedan  actuar  convenientemente  en  la  vida social. Sacheri, hombre de pensamiento y de acción, fue el arquetipo de la conjunción armónica y exacta de la teoría con la praxis. (3)

Escribió tres libros y 55 trabajos (artículos, ponencias, recensiones, conferencias); nos interesa concentrarnos en una de sus obras, que escribió para el diario “La Nueva Provincia” de Bahía Blanca, en forma de notas sobre el tema La Iglesia y lo social, publicadas luego como El orden natural (4). Se trata de un excelente manual de Doctrina Social de la Iglesia (DSI), que sirvió de guía, en el medio siglo transcurrido, a multitud de personas. Continúa siendo lo mejor que se haya escrito en lengua española,  sin perder vigencia, pues a diferencia por ejemplo del Compendio oficial (5) no es una recopilación de párrafos de encíclicas.

Tampoco se aparta de su vocación filosófica, pues una de las fuentes de la doctrina social es la razón humana, iluminada por la ley natural: luz de la razón que, a través de juicios prácticos, le manifiesta al hombre que debe evitar el mal y obrar el bien. Como señala Juan Pablo II en su encíclica Fides et ratio: “aunque la fe esté por encima de la razón; sin embargo, ninguna verdadera disensión puede jamás darse entre la fe y la razón, como quiera que el mismo Dios que revela los misterios e infunde la fe, puso dentro del alma humana la luz de la razón, y Dios no puede negarse a sí mismo ni la verdad contradecir jamás a la verdad” (p. 53).
Además, el autor sólo menciona algunos documentos pontificios para mostrar la coincidencia con el razonamiento que ha desarrollado, basado en conceptos lógicos y en la experiencia histórica. De los cincuenta capítulos de este libro, procuraremos analizar los conceptos que nos parecen más relevantes y originales.

Orden Natural (Cap. 7)
Dada su formación filosófica no es extraño que dedicara tres capítulos (7, 8 y 9) al orden natural, discutido y combatido por la cultura moderna. Como argumenta Mons. Tortolo (6) en el prólogo de la primera edición del libro:
 “Por su propia naturaleza es inviolable el orden natural. La actitud del hombre debe ser de total acatamiento. La vulneración de este orden introduce un tipo de violencia interior, cuya actividad inmediata es el mismo hombre que vulnera el orden.”

“Pero este orden natural se proyecta de una manera múltiple: orden moral, orden social, orden económico, orden político. Distintos aspectos y distintos fines de un mismo orden natural, con sus leyes propias. Este orden lamentablemente está siempre jaqueado. Es fácil vulnerarlo, máxime que en su realización el hombre interviene con todo lo que es suyo.”
“Un gran pensador y un gran maestro –Carlos Sacheri- intuyó las profundas subyacencias en el pensamiento y en el corazón del hombre actual. Subyacencias cargadas de errores y negadoras no solo del orden sobrenatural, sino también del orden natural.” “Vio la problemática del orden natural subvertido y vigorizado por una técnica portentosa. Y se volcó de lleno, no a llorar, sino a restaurar el orden natural. Aquí está la razón de su sangre mártir.”

Sacheri critica las corrientes que niegan un orden natural: el materialismo positivista, el relativismo y el existencialismo, que rechazan la posibilidad de  una naturaleza humana y de un orden social derivado de ella, que sirvan de base a la moral y al entramado de la vida social. De un modo simple, con ejemplos claros demuestra que el contacto con las cosas exhibe que en cada ser hay una naturaleza, y la ciencia confirma que no es resultado del azar, sino que existe un orden, con una jerarquía y una armonía. Resulta imposible que de una simple combinación al azar surja el orden del universo.

Derecho natural (Cap. 8 y 9)
Como consecuencia de la naturaleza del hombre, se ha reconocido desde la antigüedad la existencia de normas de conducta que no dependen de la legislación humana: los llamados derechos naturales. Quedan en evidencia cuando se cuestiona una ley; esto ocurrió, curiosamente, durante el proceso de Nuremberg que juzgó los crímenes de guerra cometidos por los nazis, ya que no se había establecido el delito de genocidio, y se debió reconocer que hay normas que fundamentan las leyes positivas.

El derecho natural abarca principios y normas que cualquier persona puede alegar como algo que se le debe en razón de su esencia. Todo hombre puede conocer este derecho, por la simple luz de su razón. En cambio, el derecho positivo incluye normas que surgen de la autoridad política. Sólo el derecho natural posee las características de universalidad, inmutabilidad y cognoscibilidad. Toda persona tiene tres inclinaciones naturales: a la conservación de la vida, a la propagación de la misma, y a su propia perfección. Dichas tendencias dan lugar a los derechos esenciales, subordinados al primer principio ético: hacer el bien y evitar el mal, del cual dependen los tres niveles de derechos mencionados.

Subsidiariedad (Cap. 44)
Sacheri aplica en su análisis de la doctrina social lo que Hernández llama esquema tricotómico (7). Tanto el individualismo liberal como el colectivismo utilizan un esquema dicotómico, en el que se atribuyen la única solución, frente a la injusticia que representa la otra posición. La doctrina social supera los extremos individuo-Estado, al agregar el principio de subsidiariedad, ya que el Estado no es sumatoria de individuos, sino el órgano de conducción de la sociedad, compuesta de grupos sociales.

El vocablo subsidiariedad deriva de subsidium, que significa ayuda, apoyo, suplencia; mediante la acción subsidiaria se auxilia a alguien para suplir o completar algo que aquél no puede realizar por sí mismo. “Toda actividad social es, por esencia, subsidiaria, debiendo servir de apoyo a los miembros de la sociedad, sin jamás absorberlos ni destruirlos.” (8) En razón de este principio, el Estado sólo puede reemplazar a un grupo de nivel inferior cuando no esté en condiciones de realizar su misión, debiendo ayudarlo a recuperar su actuación propia. Cuando no rige la subsidiariedad queda anulada la responsabilidad que caracteriza a la persona como ser racional y libre, puesto que lo condena a recibir órdenes o las dádivas que el Estado o un grupo de nivel superior le conceda.

Es necesario, entonces, que el sistema institucional reconozca a los grupos sociales la autonomía en su esfera de acción, mediante una descentralización de todas las funciones que puedan ser realizadas sin intervención del Estado; a éste, en función del principio aludido, le corresponde:
*Fomentar el surgimiento de cuerpos intermedios;
*Estimularlos, mediante facilidades (ej.: exenciones impositivas);
*Ordenar su funcionamiento y fiscalizarlos;
*Suplir su actividad, cuando resulte imprescindible.

A la autoridad pública le compete procurar el bien común de la sociedad respectiva, mediante la actividad de gobierno, que consiste en supervisar, controlar y arbitrar la gestión de los grupos sociales.
 “En síntesis –dice Sacheri-, el Estado no ha de dejar hacer (liberalismo) ni hacer por sí mismo (colectivismo), sino ayudar a hacer.” (9)

Propiedad privada (Cap. 18, 19 y 20)
Este concepto ha originado, desde hace un tiempo, muchas dudas, en especial sobre los llamados bienes de producción, que a diferencia de los bienes de consumo, se utilizan para producir otros bienes. De allí que algunos consideran que con respecto a esta categoría no sería lícito la apropiación privada, debiendo quedar en manos del Estado o de órganos colectivos. En realidad, si se parte de un enfoque realista del hombre, la propiedad privada de los bienes materiales constituye un derecho natural, como proyección de su ser para utilizar las cosas que necesita para asegurar su plenitud. Sin embargo, el derecho de propiedad es un derecho secundario, subordinado al destino universal de los bienes. De allí que la propiedad no sea un derecho absoluto, pues posee una función social; en palabras de Juan Pablo II: “sobre toda propiedad grava una hipoteca social”. (10) 

De modo que, no sólo en casos de abusos graves o injusticias notorias en el uso de un bien, sino en situaciones de emergencia, la autoridad pública puede limitar el ejercicio del uso de una propiedad, en virtud del bien común.
Impedir, en cambio, la posesión de bienes de producción a los particulares, implicaría negar la posibilidad de que las personas y los grupos dispongan de un margen de iniciativa para aplicar sus cualidades y recursos. Esto limitaría su libertad, haciéndolos dependientes del Estado, puesto que al quedar estatizada toda la actividad económica, el órgano público podría también controlar los bienes de consumo.

El destino universal de los bienes, significa que, puesto que han sido creados para todos, y a que todos los necesitan para vivir, cada ser humano debe poder participar en algún tipo de propiedad. Esto conduce a la necesaria difusión de este derecho, a todos los hombres, en especial, a quienes dependen sólo de un salario o ingreso fijo. Partiendo del hecho de que el sistema de seguridad social se sostiene con el aporte previsional de los trabajadores, que son salarios diferidos, que un jubilado reciba un haber que no cubre siquiera la canasta básica que determina la línea de pobreza, resulta obvio que debe ser reemplazado por algún sistema más justo. También el asalariado común percibe un ingreso mínimo, que no supera la línea de pobreza, y se mantiene en una situación de inseguridad respecto al futuro, puesto que no tiene garantizada la estabilidad laboral ni capacidad de ahorro.

La enseñanza pontificia siempre consideró injusto que el capital se apropie la totalidad del beneficio económico, que es resultado de la cooperación conjunta con el trabajo. De allí que se propusiera que las empresas reconozcan a sus trabajadores un título de crédito.  Dado que el producto bruto de los países se acrecienta, es justo que  todas las categorías sociales tengan participación adecuada en el aumento de la riqueza de la nación. Sacheri propone la participación en sociedades de inversión de capital variable o fondos de inversión.

Grupos intermedios (Cap. 28 y 43)
Se denomina así a las asociaciones o grupos, ubicados en la sociedad entre la familia y el Estado, a través de los cuales se canalizan los vínculos sociales que surgen de la vida comunitaria. Su existencia y libre actividad manifiestan un orden social natural, pues como enseña Santo Tomás, el verdadero y genuino orden social postula que los distintos miembros de la sociedad se unan entre sí por algún vínculo fuerte. (10) Tanto la ideología liberal como la marxista han impugnado la existencia de estas asociaciones. El marxismo y otras ideas que derivan en sistemas totalitarios, consideran que el funcionamiento de grupos independientes del Estado, implica permitir el individualismo egoísta. A su vez el liberalismo impulsó el Edicto de Turgot (1776) durante el reinado de Luis XVI, y luego de la Revolución Francesa, la Ley Le Chapelier (1791) que impidieron el funcionamiento de las corporaciones que agrupaban a las personas por su oficio o profesión.

La doctrina social, por el contrario, propugna que la autoridad pública se dedique a restaurar las profesiones, avanzando en la formación de cuerpos que integren conjuntamente a obreros y patrones, por rama de producción o servicio. A su vez el Estado les debe permitir resolver por sí mismos los asuntos de menor importancia, en razón del principio de subsidiariedad. Estas corporaciones funcionarían en sentido inverso al impulsado por gobiernos totalitarios, es decir desde la base hacia arriba, de manera espontánea, sin subordinación al Estado, y no como en el corporativismo vertical fascista.

La organización profesional de la economía (Cap. 28 y 37)
Vinculado al tema anterior, y para evitar equívocos, desde Juan XXIII, los documentos pontificios dejan de usar la denominación de corporación, utilizando la expresión organización profesional de la economía para representar la misma institución, considerada el centro de la doctrina cristiana en la economía. Así se evitan las consecuencias negativas del individualismo liberal cuanto del estatismo masificante. A través de los organismos profesionales, el sector laboral puede intervenir en las decisiones relativas a la rama de producción o servicio respectiva, así como participar en los beneficios. No puede hablarse, en cambio, de un derecho a la cogestión en cada empresa, ni sería conveniente vincular la participación de los trabajadores en el resultado financiero de la empresa en que se desempeña, pues podría ser negativo. Resulta aconsejable que la cogestión y la participación se realice en la organización de la economía a nivel nacional.

La reciprocidad en los cambios (Cap. 24)
Para que el intercambio de bienes se realice de manera justa, es necesario que cada uno de quienes intervienen conserve la situación que tenía.  Aristóteles realizó la primera formulación de esta ley, en la Ética a Nicómaco (libro V) al referirse a la justicia conmutativa:
“La ciudad se sostiene merced a la reciprocidad proporcional. En efecto: ¿cuál es la razón que determina a un productor libre a no vivir aislado sino a incorporarse a la vida social? Es porque quiere contribuir con su producción al bien de los otros productores de la sociedad y recibir en cambio, de lo que ellos produzcan, otro tanto como lo que entrega. Porque si él entregase  más y le dan menos, desaparece para él la razón de vivir en sociedad.”

Esta ley complementa y corrige los efectos de la ley de la oferta y la demanda; que, cuando no es regulada en el mercado, inevitablemente deriva en el aprovechamiento de los más poderosos sobre los más débiles. Esto ocurre, no sólo en las relaciones entre particulares, sino también entre los sectores sociales y económicos que actúan en el mercado; siempre el avance de un sector se logra en detrimento de otro. El equilibrio no puede lograrse espontáneamente, requiere al arbitraje del Estado, gerente del bien común, para lograr que se cumpla la reciprocidad en los cambios. La función reguladora se hará más fácil con la intervención de las organizaciones profesionales, que en la edad media contribuían a fijar el justo precio de los bienes.

Bien común (Cap. 41)
Es el fundamento de la vida social y política, conforme al orden natural, y el fin del Estado. Sacheri, descartando la definición moderna que reiteran los documentos desde hace medio siglo, y ha sido cuestionada por prestigiosos intelectuales, adopta la de Pío XI, en la Divini illius magistri (p. 36): “la paz y seguridad de que gozan los sujetos en el ejercicio de sus derechos, y al mismo tiempo, el mayor bienestar espiritual y material posibles en esta vida, mediante la unión y la coordinación de los esfuerzos de todos”.

Conclusión
En nuestro tiempo, donde se extiende la confusión y el error, la doctrina social católica puede ayudar a no desviarse del recto camino hacia el bien común, no sólo a los creyentes sino a toda persona de buena voluntad. De allí que el manual escrito por este filósofo constituye un valioso aporte, especialmente en un país como Argentina, donde pese a estar constituido mayoritariamente por bautizados, resulta escandaloso el desconocimiento y por ello la falta de vigencia de esta doctrina, como lo han reconocido los obispos en Navega Mar Adentro (2003, p. 38).

La antropología cristiana permite un discernimiento de los problemas sociales, para los que no se puede hallar una solución correcta si no se tutela el carácter trascendente de la persona humana, plenamente revelado en la fe. A tal efecto, la Doctrina Social de la Iglesia puede cumplir un rol importante, pues sirve como lugar de encuentro entre la razón y la fe; habla del hombre y de la comunidad de los hombres, y, al hacerlo habla de Dios.

Como Sacheri fue asesinado en razón de su búsqueda de la verdad, y se inició un proceso de beatificación, queremos terminar con la enseñanza de Santo Tomás:
“Mártires significa testigos, puesto que con sus tormentos dan testimonio de la verdad hasta morir por ella; no de cualquier verdad, sino de la verdad que se ajusta a la piedad, la cual nos ha sido dada a conocer por Cristo…Tal verdad es la verdad de la fe, la cual, por lo tanto, es causa de todo martirio.” (Suma Teológica, 2-2, 124, 4, c y ad 1,2 y3)

Mario Meneghini


(*) Ponencia presentada al Congreso Nacional de la Sociedad Argentina de Filosofía, octubre 17 a 20 de 2019, en La Falda, Córdoba.

(1) Hernández, Héctor. “Apuntes para una biografía de Sacheri”; en: Centro de Estudios San Jerónimo, San Luis, Cuadernos de Espiritualidad y Teología, Nº 24, 1999, pp. 167 a 214.
(2) Revista Verbo, Nº 133, agosto 1973, p. 17.
(3) www.sacheridigital.com
(4) Sacheri, Carlos. “Orden Natural”; Buenos Aires, IPSA, 1975.
(5) Pontificio Consejo Justicia y Paz. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia; 2004.
(6) Sacheri, op. cit., Prólogo, pp. v, vi y vii.
(7) Hernández, Héctor. “Sacheri: predicar y morir por la Argentina”; Buenos Aires, Vórtice, 2007, pp. 446 y 447.
 (8) Sacheri, op. cit., p. 162.
(9) Ibidem, p. 168.
(10) Discurso inaugural, Conferencia de Puebla, 28-1-1979.





ESCUELA DE DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA



de Friuli, Venezia Giulia

Obsservatorio Van Thuan, Boletín | 21/10/2019
(traducción de Internet)

Renato Cristin, profesor de la Universidad de Trieste [1], fue el orador principal [2], durante la inauguración de la Escuela de Doctrina Social de la Iglesia del Friuli Venezia Giulia [3]. Cristin, en particular, se refirió al "concepto de orden", basada en el último libro de Mons. Giampaolo Crepaldi [4]. 

El tema es central e íntegro, porque la sociedad humana se ve interrumpida por el caos. Y es distorsionada por el caos, en opinión de Cristin, sobre todo por el triunfo de las doctrinas socialistas (o socialista) y el consiguiente colapso de dos conceptos clave de la Doctrina Social de la Iglesia, la propiedad privada y el principio del espíritu de iniciativa personal, conectado a la misma.

Y, de hecho, antes de hablar del orden social, hay un juicio aguas arriba de Santo Tomás de Aquino, que Cristin considera "el alfa y el omega de toda la doctrina social de la Iglesia": "[...] es posible pero también es necesario para la vida humana que el hombre tiene la titularidad de los bienes [...] "[5]. La propiedad privada, de hecho, - añadió el altavoz - "estimula un mayor cuidado de los bienes de sus propietarios y promueve una mayor iniciativa individual" y "una mayor responsabilidad personal."

La propiedad privada y la iniciativa individual son, por lo tanto, el "núcleo teórico, moral, política y también la belleza de la doctrina social de la Iglesia." El cuidado de los bienes, también es la base del  orden, de acuerdo con Aquino, "[...] los asuntos humanos se llevó a cabo con más orden, si los miembros tienen la responsabilidad de mantener a una cosa determinada a través de su cuidado personal, mientras no habría confusión si todo el mundo sin distinción poseyese cada cosa "[6].

Todavía hay algo mal, sin embargo, no está claro. Es fácil entender mal la doctrina social, ya que cada texto es susceptible de interpretación. Por esta razón, Cristin habla de una correcta interpretación, por el cual el acceso a los textos, con referencia a la Revelación, también en su componente de la tradición: la distinción "interpretación de la doctrina social es el Evangelio y la tradición milenaria." Y, en el caso del libro Crepaldi, que "contiene el mejor canon" hermenéutico.

La propiedad privada y el destino universal de los bienes
En ausencia de tasas apropiadas, cada concepto se entiende mal. Si subsidiariedad, por ejemplo, se lee con el criterio del espíritu de la iniciativa humana, toda la atención se desliza sobre la ayuda, que se convierte en el asistencialismo. O bien, si la justicia es independiente del criterio de la verdad, la solidaridad se convierte en la redistribución, así dice Crepaldi. Y es precisamente Crepaldi que, en su libro, define subsidiariedad reclamo de espacios de libertad responsable ".
En este sentido, añade Cristin, "subsidiariedad no está garantizada la ayuda, pero despierta en cascada el sentido activo de responsabilidad y productiva". Si la subsidiariedad correspondió a ayuda, sería verdad mortificado que "la pobreza se supera tanto con su trabajo y con la conciencia de la productividad." Estos, de hecho, son "las dos condiciones de posibilidad para cualquier bienestar social, en una circularidad virtuosa entre la dimensión espiritual de la esfera material."

El trabajo, en particular, está estrechamente relacionado con '' espíritu empresarial 'y la conexión de la materia y el espíritu, ya que 'transfiere la idea de trascendencia en el plano histórico, en un impulso a la realización concreta.' El orador insistió en la necesidad del espíritu de iniciativa y la economía de mercado, no es en absoluto en conflicto con la doctrina social. Estatismo y la redistribución son las enfermedades de la sociedad, incluyendo Crepaldi, y escribe sustancia: 'la mercancía no se les da a todos en igualdad de rebanadas, pero están a disposición de todos para que todo el mundo tenga acceso a través de su trabajo, por lo que mediante el acceso al la propiedad privada". 

Nada que ver - dice Cristin - "con la colectivización forzada y la redistribución de la propiedad." ¿Es cierto, entonces, que Dios ha preparado el "destino universal de los bienes", pero la propiedad individual nace con la obra humana será entonces el individuo que, a través de la solidaridad y de la caridad, participará (de forma espontánea y voluntaria) de sus sustancias todo el cuerpo social, como es requerido por la vocación particular de los cristianos.

En cuanto a la justicia, entonces, disponer de la propiedad significa que tiene acceso a través del trabajo. Con respecto a la caridad, que la justicia completa, que posee más (y tal posesión es real) que es desafiado por Dios para socorrer a los que menos tienen o los que no son dueños de nada.

La doctrina social como un antídoto al caos
Es dado que el bien común es que esto sólo en vista de un fin sobrenatural y [7], todo el sistema secular teleológica (mano de obra, la economía de mercado) no está excluido, pero es parte de este bien. Cristin demuestra, en su informe, "la inviolabilidad y la necesidad de la propiedad privada" para el pauperismo predicado de la planta de teología de la liberación ideológica socialista-comunista o. Y, aunque "no todos los sistemas económicos salvaguardar los principios necesarios para el logro de la orden", no da bien común en ausencia de duro trabajo, la productividad y el impulso al crecimiento. El propósito de la doctrina social de la Iglesia es precisamente para hacer un enlace - dice Cristin - "entre las reglas de la economía y las leyes de Dios." La doctrina social, como "factor de segundo orden" es "un faro en la noche", así como "el antídoto al caos de la enfermedad."

Hay una reunión entre el cristianismo y la economía de mercado, en opinión de Cristin, que no creen que la experiencia negativa del catolicismo liberal y dell'ordoliberalismo [8], especialmente Nell'accezione dado por Ludwig Erhard y Wilhelm Röpke. Cristin también considera la historia del cristianismo social como el conflicto entre dos tradiciones: la liberal (aceptable) y el Socialista (debe ser rechazada). Hay que decir, sin embargo, que el Magisterio considera faltas de ortografía ambas tradiciones. Entre los diversos pronunciamientos, se podría citar a Pablo VI en este sentido: "el cristiano [...] no puede, sin contradecirse adhieren [...] ni la ideología marxista, [...] ni a 'ideología liberal que cree que exalta la libertad individual privar a todos los límites, estimulándola con la búsqueda y el poder exclusivo, y considerando las solidaridades sociales a medida que más o menos automáticas de iniciativas individuales, no como un criterio objetivo, y más amplia organización social validez "[9].

Existe, pues, siempre ha habido una oposición de la Iglesia a la vez lo social-comunismo, el liberalismo. Incluso Pablo VI, que resume: "[...] a su misma raíz del liberalismo filosófico es una afirmación errónea de la autonomía del individuo en su negocio, su motivación y el ejercicio de su libertad. Esto significa que incluso la ideología liberal exige que ellos [los cristianos, ed] un atento discernimiento "[10]. Queda por explorar, en nuestra opinión, el informe de la doctrina social de la Iglesia no sólo el socialismo, sino también con el liberalismo, tolerada por la Iglesia, pero no aceptó.
Muy válida, por último, las referencias a la defensa de las raíces cristianas de Europa y la necesidad de un diálogo que no anula la identidad cristiana.

Silvio Codpiece

[1] Profesor de la hermenéutica filosófica y autor de varias publicaciones, incluyendo la más reciente: Los maestros de caos, Liberilibri, Macerata en 2017.
[2] "Del caos al orden. Hermenéutica metapolítica de la Doctrina Social de la Iglesia ".
[3] Seminario Episcopal de Trieste, 10/12/2019. Intervienen: el obispo de Trieste, Mons Giampaolo Crepaldi, el presidente del Consejo Regional de Friuli Venezia Giulia Arco Mauro Zanin, Prof. Renato Universidad de Trieste Cristin, Don Samuel Cecotti, vicepresidente del Observatorio Cardenal Van Thuan...
[4] Giampaolo Crepaldi, la Doctrina Social de las enseñanzas de la Iglesia, Ignatius Press, San Crepaldi 2018. Las citas son siempre se refirió a este libro.
[5] s.th., II-II, q. LXVI, a. 2.
[6] Ibid.
[7]. Varios Autores, Las Claves de la cuestión social. subsidiariedad y el bien común: la historia de un malentendido, editado por S. Fontana, fe y cultura, Verona 2018.
[8] El ordoliberalismo es una variante alemana del pensamiento neoliberal, que se opone a la competencia desenfrenada entre los empresarios y la injusticia social. Se exige un mayor intervención del Estado, que debe estabilizar la moneda, garantizar un mínimo de asistencia social y evitar la destrucción de la propiedad privada.
[9] Paul VI, Carta Apostólica Octogesima adveniens, 05.14.1971, n.26.
[10] Ibid., N. 35.