Religión en
Libertad, 28 julio 2023
Índice de lo que
debes saber sobre el distributismo
¿Qué es el
distributismo?
¿Cuáles son los
principios del distributismo?
¿Cuál es el origen
del distributismo?
¿Quiénes son los
ideólogos del distributismo?
¿Cuál es la
influencia de la Rerum Novarum de León XIII en el distributismo?
¿Es aplicable el
distributismo hoy?
***
¿Qué es el
distributismo?
El distributismo
nació a principios del XX a raíz de la encíclica Rerum Novarum, en la cual el
Papa León XIII hizo en 1891 un repaso a la situación social de aquel momento,
donde llamaba la atención de las condiciones inhumanas en que se encontraban
los trabajadores. Esta propuesta se basa en la creencia de que el sistema capitalista
y el socialismo son defectuosos y conducen a la concentración del poder y la
propiedad en manos de unos pocos, lo que genera desigualdad y problemas
sociales.
Juan Manuel de
Prada, defensor del distributismo, explicaba que “Hilaire Belloc y G. K.
Chesterton consideraron siempre que el capitalismo era la gran plaga que
impedía la floración de una sociedad auténticamente cristiana, por haber
introducido la competencia en las relaciones conyugales, desarraigado al hombre
de su tierra y nublado las virtudes de nuestros mayores, convirtiendo a los
seres humanos en máquinas al servicio de la producción”.
Belloc señalaba
que “el capitalismo constituye una calamidad no porque defienda el derecho
legal a la propiedad, sino porque representa, por su propia naturaleza, el
empleo de ese derecho legal para beneficio de unos pocos privilegiados contra
un número mucho mayor de hombres que, aunque libres y ciudadanos en igualdad de
condiciones, carecen de toda base económica propia”.
Y para aclarar en
qué consiste, De Prada afirma que “el distributismo se funda en las
instituciones de la familia y la propiedad, pilares básicos de un recto orden
de la sociedad humana; no cualquier familia, desde luego, sino la familia
católica comprometida en la procreación y fortalecida por vínculos solidarios
indestructibles. Tampoco cualquier propiedad, y mucho menos la propiedad
concentrada del capitalismo, sino una propiedad equitativamente distribuida que
permita a cada familia ser dueña de su hogar y de sus medios de producción. El
trabajo, de este modo, deja de ser alienante y se convierte en un fin en sí
mismo; y el trabajador, al ser también propietario, recupera el amor por la
obra bien hecha, y vuelve a mirar a Dios, al principio de cada jornada, con
gratitud y sentido de lo sagrado, santificando de veras sus quehaceres
cotidianos”.
¿Cuáles son los
principios del distributismo?
Inspirado por la
doctrina social de la Iglesia y especialmente de la encíclica Rerum Novarum, el
distributismo tiene como base las instituciones de la familia y la propiedad,
pilares básicos de la sociedad. Son tres los grandes principios en los que se
basa esta vía alternativa al capitalismo y al socialismo: propiedad privada,
subsidiariedad y solidaridad.
-Propiedad
privada: a diferencia del capitalismo, donde la propiedad puede y en muchos
casos está en manos de un pequeño grupo de personas, en el distributismo se
aboga porque muchos tenga una pequeña propiedad productiva, que sea equitativa
y esté justamente distribuida. El objetivo es que cada familia sea dueña de su
hogar y de su medio de producción, pudiendo así ser autosuficientes y tener una
vida digna. El escritor Juan Manuel de Prada, distributista confeso, explica que
“el trabajo, de este modo, deja de ser alienante y se convierte en un fin en sí
mismo; y el trabajador, al ser también propietario, recupera el amor por la
obra bien hecha, y vuelve a mirar a Dios, al principio de cada jornada, con
gratitud y sentido de lo sagrado, santificando de veras sus quehaceres
cotidianos”.
Al haber un gran
número de productores de mismos bienes y servicios el mercado sería más
competitivo, no existirían empresas con grandes cotas de poder o influencias
políticas o sociales, y el mercado se autorregularía evitando los monopolios y
situaciones económicas injustas.
-Subsidiariedad:
El distributismo tiene como gran pilar también el principio de subsidiariedad.
Frente a un socialismo que encumbra al Estado, el distributismo afirma que una
autoridad debe limitarse a ejercer tan sólo aquellas funciones que no pueden
ser desempeñadas a un nivel más bajo. Es decir, aquellas cosas que pueda hacer
el individuo no deberían hacerlas el Estado o las grandes empresas. Esta idea
sintetiza magistralmente la tradición escolástica y el sentido cristiano de la
propiedad privada, y en él y su reflejo en la encíclica Rerum Novarum se basó
el pensamiento económico de Chesterton y Belloc. Este principio se podría
resumir, en términos del economista E.F. Schumacher, con la expresión “lo
pequeño es hermoso”.
-Solidaridad:
Igual de importante que los aspectos anteriormente citados, la solidaridad se
convierte en un aspecto fundamental del distributismo. Pero hay que entenderlo
como una solidaridad basada en la virtud teologal de la caridad. En
Distributism Review, Pedro Jiménez de León señala que en esta corriente “el
trabajo no debe buscar nuestro lucro personal, sino el bien común. Así, el
Estado debe trabajar de manera subsidiaria para el bien común de cada
comunidad. No importa si se pierde eficiencia en muchas cosas, lo importante es
trabajar para y hacia el bien común, lo que es, tomar aquellas medidas que
promuevan la virtud entre las personas y de esa manera su felicidad. El Estado
debe asegurar la propiedad del sistema de producción de cada individuo o
establecer empresas copropieatarias. El distributismo no rechaza que ciertos
servicios como podría ser la seguridad social, la policía o el ejército se
releguen al Estado y que éste asegure su correcto funcionamiento. Hay servicios
que por sus características no son viables de llevar a cabo por la pequeña
propiedad, por lo que deben relegarse al Estado, respetando siempre el
principio de subsidiariedad”.
¿Cuál es el origen
del distributismo?
El origen del
distributismo se sitúa en los inicios del siglo XX de mano de los intelectuales
ingleses Hilaire Belloc y G.K. Chesterton. En su tesis doctoral Gilbert Keith
Chesterton y el distributismo inglés en el primer tercio del siglo XX, Daniel
Sada explica que fue el propio Chesterton quien atribuyó a Belloc el haber sido
el primero en formular las tesis distributistas, aunque quizás pudo decirlo
porque fue el primero en utilizar el término distributismo en su obra El Estado
servil.
De este modo, los
primeros escritos que hablan de las tesis distributistas, aunque todavía no
eran citadas con tal nombre, provienen de una disputa que entre 1907 y 1908
mantuvieron Belloc y Chesterton en la revista New Age del socialista A.R. Orage
en la que los dos autores discutieron con G.B Shaw y H.G. Wells sobre
capitalismo, socialismo y distribución de la propiedad. Fue aquí donde se
sentarían las bases del distributismo.
En los años
siguientes se fue desarrollando primero de manera más sencilla en la revista
The Eye Witness y después con mucha mayor intensidad en el semanario G.K.`s
Weekly.
Según explica
Daniel Sada en su tesis, la primera obra propiamente distributista fue escrita
por Chesterton, Lo que está mal en el mundo, que fue publicada en 1910. Sin
embargo, suele citarse como primera obra de referencia distributista otra de
Belloc tres años posterior: El Estado Servil. En Lo que está mal en el mundo,
Chesterton ya deja planteada su postura sobre los temas esenciales del
distributismo: familia, propiedad, capitalismo y socialismo, plutocracia,
parlamentarismo, Edad Media y cristiandad como referentes distributivos, etc.
Hasta ahora nos hemos referido a los orígenes de la formulación de las ideas
distributistas.
Aunque Sada habla
del origen el distributismo a inicios del siglo XX, lo hace desde un punto de
vista filosófico. Las ideas distributistas venían siendo expuestas desde
entonces, habiendo surgido como respuesta aplicada al llamamiento que hiciera
León XIII a los católicos en la Carta Encíclica Rerum novarum de 1891, para
desarrollar alternativas válidas que sirvieran de corrección a los errores del
capitalismo y del socialismo denunciados por la encíclica. En cuanto a cuanto
movimiento social no toma cuerpo hasta que en 1925 Chesterton comienza a editar
el semanario G.K.'s Weekly, en torno al cual se erige la Liga Distributista el
17 de septiembre de 1926.
¿Quiénes son los
ideólogos del distributismo?
El distributismo
no se podría entender sin la encíclica Rerum novarum de León XIII, punto de
partida del que surgirá esta corriente cuyas bases pusieron dos grandes
intelectuales en Reino Unido, Chesterton (1874-1936) y Belloc (1870-1953), que
además de grandes amigos tuvieron muchas cosas en común, como su fe y su amor
por la literatura.
Ambos se
influyeron mutuamente intelectualmente, lo que facilitó las bases del
distributismo. Se cree que se conocieron personalmente en el año 1900, aunque
es probable que ambos tuvieran conocimiento del otro desde antes.
Los dos eran
cristianos devotos, también poetas, ensayistas, novelistas, críticos sociales,
y apologistas religiosos. Según explica Daniel Sada en su tesis doctoral,
curiosamente cada uno escribió, aproximadamente, unos cien libros. La principal
diferencia entre sus carreras era que Belloc tenía más de historiador y
Chesterton más de crítico literario.
“Las ideas
históricas y políticas de Belloc influyeron a Chesterton, mientras que Belloc
se tenía a sí mismo por un ignorante de la literatura inglesa, y decía que
había aprendido de Chesterton lo que sabía de ella. Por otro lado, la obra de
ficción de Chesterton fue mejor y más conocida que la de Belloc. Los dos eran
tan elocuentes hablando como escribiendo, y eran también excelentes en los
debates; pero Belloc era bastante mordaz y falto de humor, mientras que
Chesterton era indefectiblemente jovial. El pensamiento de Belloc era claro,
lógico y sistemático; el de Chesterton romántico y paradójico”, explica.
¿Cuál es la
influencia de Rerum Novarum de León XIII en el distributismo?
Como ya se ha
dicho anteriormente esta encíclica publicada por León XIII en 1891 y que pone
las bases de la doctrina social moderna impresionó sobremanera a Chesterton y
Belloc, padres del distributismo, para el que aplicaron elementos importantes
de los planteamientos sugeridos por el Papa en este texto magisterial.
La encíclica Rerum
Novarum de León XIII establece los fundamentos de la doctrina social de la
Iglesia, resaltando la dignidad humana, la justicia social, el papel del
Estado, los derechos de los trabajadores, la subsidiariedad y el bienestar de
la familia como elementos centrales en la búsqueda de una sociedad más justa.
Puntos, la mayoría de ellos, que de una manera más clara y otras más implícita,
influirían enormemente en el distributismo.
El Papa resaltó la
dignidad humana inherente de cada persona en un momento en el que muchos eran
explotados al límite, de ahí que destacara la importancia de reconocer los
derechos fundamentales de los trabajadores, con salarios y condiciones
laborales justas. También promovía en la encíclica la justicia social y la
importancia de garantizar el bien común para todos.
En cuanto al papel
del Estado, León XIII abogaba por una intervención limitada del Estado en la
economía, reconociendo y defendiendo la propiedad privada, pero no la
acumulación desmedida de las riquezas. Además, introduce el principio de
subsidiariedad, uno de los pilares en los que después se sustentaría el
distributismo, sosteniendo que los asuntos deben ser manejados por la autoridad
más cercana al nivel en el que pueden ser resueltos efectivamente. Igualmente,
el texto enfatiza la importancia de la familia como base de la sociedad, y por
ello promueve el derecho a que los trabajadores tengan tiempo libre para
descansar y pasar tiempo con sus familias.
¿Es aplicable el
distributismo hoy?
Una de las grandes
preguntas que se hacen hoy acerca del distributismo, pero que también se
hicieron en el origen de esta “tercera vía”, es si es realmente aplicable hoy,
dada la coyuntura actual, el avance de la tecnología, o la influencia de ésta
en los medios de producción. Sin embargo, el intelectual Juan Manuel de Prada,
admirador de Belloc y Chesterton, considera que sí es aplicable hoy. Pero se
centra a la hora de afirmarlo no tanto en la tecnología sino en las personas
que estén dispuestas a llevarlo adelante.
De Prada explicaba
que “el distributismo no postula una sociedad de individuos iguales, empachados
de una libertad que acaba destruyendo los vínculos comunitarios, sino una
sociedad verdaderamente fraterna, regida por los principios de dignidad y
jerarquía, en la que mucho más que el bienestar importa el bien-ser. Algunos la
juzgarán una sociedad utópica; yo la juzgo perfectamente realizable, en un
tiempo como el presente, en que el capitalismo financiero y el llamado
cínicamente Estado social de Derecho se tambalean, heridos de muerte. Sólo
hacen falta católicos radicales e intrépidos, con poco que perder (el soborno
del mundo) y mucho que ganar (la vida eterna)”.
Por su parte,
Daniel Sada, rector de la Universidad Francisco de Vitoria, y experto en el
distributismo señalaba igualmente que la propuesta distributista podría
inspirar nuevos esfuerzos para superar tanto el actual sistema como “la
filosofía que en él subyace”.
Según considera,
en el capitalismo, “junto a un fin muy loable y necesario, como es la
generación de riqueza, viene indisolublemente pegada una filosofía de fondo en
la que el consumo es la lógica que parece invadirlo todo, y la persona no es
fin en sí misma, sino un instrumento”. Frente a esto, el distributismo ofrece,
“más que una propuesta económica concreta, una reflexión desde la centralidad
de la persona”. Esta centralidad “sólo puede producirse desde la libertad», y
para ello es necesario, “en el orden social y económico, una correcta
distribución de la propiedad”. Así, cada hombre tendrá algo suyo sobre lo que
poder actuar de forma creativa.