DON BOSCO

DON BOSCO
"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

UN EXPERTO DE LA ONU

 

 propone imponer la antropología LGBT a las religiones

 

Javier García Herrería

 

Infocatólica, 27/07/23

 

¿Te imaginas que la ONU recomendara imponer el cristianismo en todo el mundo para que así cesaran los ataques contra esta religión? Aparentemente es inconcebible, pero este mismo argumento ha sido planteado por el experto responsable de asuntos de género en el Comité de Derechos Humanos de Ginebra. Eso sí, no argumenta a favor de evitar la discriminación contra los cristianos, sino contra el colectivo LGBT. En el informe, recientemente presentado, se sostiene que la antropología LGBT tiene que ser aceptada en la legislación y las leyes educativas de todos los países y, además, en el cuerpo doctrinal de todas las religiones. De lo contrario, no será posible acabar con la discriminación contra ese colectivo.

 

Estamos ante un informe que no representa oficialmente la opinión de la ONU, ni ha sido aprobado por los países. Sin embargo es interesante tenerlo en el radar porque marca cuál va a ser la línea argumental para justificar la imposición de la perspectiva LGBT a las religiones.

 

Este año se cumplen 75 años de la Declaración de Derechos Humanos de la ONU, una efeméride que ha sido celebrada de diversos modos. Pese a que su promulgación ha traído muchos avances a lo largo de estas décadas, en los últimos años también aumentan algunas críticas por los conflictos que se generan entre unos derechos y otros, y la falta de fundamentación que tienen, pues no existe un criterio al que acudir para decidir cómo priman unos derechos sobre otros.

 

Un ejemplo de cómo estos derechos entran en conflicto tiene que ver con la libertad sexual (artículo 2) y la libertad religiosa (artículos 2 y 18). En un mundo que cada vez acepta más la antropología LGBT, especialmente en los países desarrollados, las religiones constituyen uno de los bastiones más reacios a aceptar dicha antropología.

 

En las últimas dos décadas numerosos países han aprobado leyes antidiscriminación LGBT, que incluyen la eliminación de la criminalización penal de la práctica homosexual, la legalización del matrimonio entre parejas del mismo sexo, la adopción de los hijos de alguno de ellos por parte de la pareja, beneficios en diversos ámbitos aplicando una discriminación positiva, etc. Algunas de estas leyes eran sensatas y otras más discutibles.

 

Con el pasar de los años, la antropología LGBT ya no quiere ser vista como una opción respetable sino que cada vez más busca ser aceptada por todo el mundo. Por este motivo, sus reivindicaciones tienen cada vez mayor alcance. Por ejemplo, la adopción no solo debe extenderse a los hijos de un miembro de la pareja sino a cualquier niño que entre en un proceso para ser adoptado. Y es que en la medida en que se acepta que dos personas del mismo sexo educan igual que un hombre y una mujer, no pueden invocarse los derechos del niño a tener un padre y una madre.

 

De igual modo, no basta con que las personas heterosexuales acepten que otras personas tengan relaciones homosexuales, también es necesario que reconozcan que esa opción es igualmente buena y sana que la heterosexual. Mostrar desacuerdo contra esta perspectiva es vista como un signo de homofobia, que acabará desencadenando odio y discriminación. Por este motivo, debe persuadirse a los que no aceptan la antropología LGBT a que cambien de postura.

 

Tradicionalmente los mecanismos para hacerlo tenían que ver con la presión social, pero desde hace cinco años las leyes de género españolas -y de otros muchos países- impiden cada vez más discrepar respecto a la antropología LGBT. Por ejemplo, hoy día ningún profesional de la salud puede atender a personas que quieran cambiar su atracción hacia personas del mismo sexo o tampoco se permite a los colegios que enseñen una antropología distinta a la de género.

 

Por si este panorama no fuera suficientemente persuasivo, uno de los expertos de la ONU acaba de presentar un informe para dar un nuevo empujón a la agenda LGBT.

 

El nuevo informe de la ONU

El 14 de julio acabaron tres semanas de reuniones en Ginebra del Consejo de Derechos Humanos. En el congreso se presentó un informe del Experto independiente en orientación sexual e identidad de género de la ONU, es decir, la persona encargada en la institución de elaborar informes sobre estos asuntos para los diversos organismos. El experto de la ONU es el jurista costarricense Víctor Madrigal-Borloz, investigador del Programa de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de Harvard.

 

Su propuesta constituye una marcha más para impulsar la agenda LGBT, en este caso tratando de introducir la antropología de género en las doctrinas de las principales religiones del mundo. Para conseguirlo, el documento no plantea un ataque frontal contra la religión, sino que busca que el concepto de libertad religiosa incluya también el derecho a que la religión no vaya contra las ideas LGBT. Es decir, si una religión no admite la antropología de género, entonces atenta contra la libertad religiosa de las personas que sí la admiten y desean practicar esa religión.

 

Partiendo de este argumento, el relator de la ONU anima a presionar a los que no acepten los intereses LGBT, ya sean estos estados, empresas, personas y -también- tradiciones religiosas.

 

El estado no respeta la laicidad

El informe propone una injerencia por parte de los estados en el cuerpo de creencias de las distintas religiones, algo que llama particularmente la atención al no respetar la sana laicidad del estado.

 

También constituye una imposición de los valores de los países occidentales al resto de países del mundo. Basta pensar que solo 33 países del mundo reconocen el matrimonio homosexual, es decir, uno de cada seis.

 

Contra la ley natural

El autor del informe conoce bien las críticas que se suelen realizar desde la ley natural a la antropología de género. Para tratar de anularlas, el informe señala que el «concepto de un orden ´natural` como principio rector de la existencia humana y social también está presente en la doctrina conservadora. Este fundamento conceptual, propagado a través de algunas narrativas religiosas dominantes, puede restringir el pleno disfrute de los derechos por parte de las personas LGBT».

 

Aunque se intenta acabar con la argumentación de la ley natural, lo cierto es que no se presentan razones, sencillamente se descalifica identificando a sus defensores como creyentes conservadores. Como ocurre invariablemente, cuando se intenta atacar la ley natural, en el fondo el que lo hace siempre supone un orden natural que debe respetarse, aunque evidentemente sea distinto del que se trata de deslegitimar. Se ataca el concepto de ley natural pero al mismo tiempo se supone una idea natural del bien que incluye los derechos LGTB.

 

Discriminaciones LGBT hoy día

El relator de la ONU recoge un amplísimo elenco de ataques contra la libertad sexual y reproductiva. Incluyen cosas muy graves -como condenas a muerte o penas de cárcel contra personas homosexuales- y otras que se dan en algunos países -como la prohibición de hacer publicidad a la homosexualidad en Rusia-. Otras denuncias tienen que ver con la educación que se imparte en las escuelas, por ejemplo, cuando en algunos lugares de EEUU no se está alineado con la antropología de género.

 

El relator también denuncia que en Hungría no está permitida la adopción por parte de parejas homosexuales. Añade que en muchos lugares del mundo los colegios no contratan profesores si no aceptan la antropología de LGBT. También denuncia que algunos profesores de religión no pueden impartir clases si su vida sexual no se adecúa a la de los principios de la religión que enseñan.

 

No se olvida el informe de denunciar que algunas personas no ofrecen sus servicios comerciales en eventos contrarios a su visión de la sexualidad, por ejemplo bodas entre personas del mismo sexo. Por último, también se acusa a los profesionales sanitarios de utilizar la objeción de conciencia para negarse a llevar a cabo determinadas prácticas, ya sea dar acceso a la hormonación a las personas que quieren cambiar de sexo, o negarse a practicar abortos.

 

El documento no hace matices entre los diversos ejemplos que denuncia, pues considera todos estos casos como discriminaciones injustas que hay que combatir desde la legislación de todos los países.

 

Un aspecto que llama particularmente la atención en el informe es que, a pesar de señalar a decenas de países por la discriminación LGBT, nunca denuncia a los países de oriente próximo con petróleo y fuerte influencia en occidente, como Qatar, Emiratos Árabes o Baréin. Si se tiene en cuenta que la elaboración de este informe tuvo lugar justo después del Mundial de fútbol de Qatar, famoso por la polémica que generaron las leyes contra la homosexualidad del país, es todavía más llamativa la omisión.

 

La apertura a la diversidad LGBT en todas las religiones

«El Experto Independiente ha recibido testimonios de personas LGBT casi a diario. Con frecuencia, se han referido al momento (o sucesión de momentos) en que se dieron cuenta de que, si buscaban la felicidad abrazando su orientación sexual o identidad de género, la religión en la que habían nacido los consideraría pecadores, o malos; como inherentemente inmorales, o no dignos de trascendencia».

 

Y más adelante añade que el hecho de que algunas personas abandonen sus prácticas religiosas porque las enseñanzas de su religión son distintas a su visión de la sexualidad «puede tener importantes consecuencias para la identidad y el bienestar espiritual. En muchos casos, la dolorosa salida de su comunidad religiosa o espiritual tiene repercusiones de por vida en el bienestar mental; en otros, la opción no es sólo irse: puede ser quitarse la vida».

 

Teniendo en cuenta esta perspectiva, el documento muestra su preocupación por «la alienación de la religión organizada y sus repercusiones en la capacidad del individuo para buscar la felicidad a través de la espiritualidad». Para conseguir que las religiones acepten la diversidad LGBT recomienda prestar atención a las voces y prácticas discrepantes dentro de las religiones, de forma que se impulse una nueva narrativa que integre las ideas LGBT dentro de la libertad religiosa.

 

Para que se vea a qué tipo de ejemplos se refiere, el informe explica que «algunos estudiosos cuestionan la interpretación de los pasajes de la Biblia hebrea y del Corán que se utilizan para condenar las sexualidades e identidades LGBT modernas, y se ha argumentado que la aparente censura religiosa monolítica de las personas LGBT es un fenómeno reciente, informado en parte por el ´homocolonialismo` y como respuesta a las amenazas percibidas en torno a las estructuras familiares heterosexuales dominantes en la mayoría de las religiones».

 

Ahondando en esta idea, el informe hace un esfuerzo por mostrar que este tipo de discrepancias son habituales y cada vez mayores: «En todas las religiones hay personas que apoyan la igualdad de género y sexual como cuestión de derecho y como práctica religiosa. Autoridades, teólogos y laicos de varias confesiones religiosas abrazan las identidades LGBT y consideran la igualdad LGBT como parte integrante de sus creencias. Las comunidades budistas han respetado históricamente a las parejas del mismo sexo; el hinduismo no condena la sexualidad entre personas del mismo sexo si no afecta al matrimonio heterosexual, y las personas hijra tienen importantes funciones espirituales en la tradición. Los Primados de la Comunión Anglicana mundial han ´condenado los prejuicios homófobos y la violencia y han resuelto trabajar juntos para ofrecer atención pastoral y servicio amoroso con independencia de la orientación sexual, reafirmado su rechazo a las sanciones penales contra las personas atraídas por el mismo sexo`. La Iglesia Nacional de Islandia autoriza los matrimonios entre personas del mismo sexo, al igual que las Iglesias Episcopales de Estados Unidos y de Escocia».

 

También sostiene que está ocurriendo lo mismo en la religión católica: «Las autoridades religiosas han delimitado ámbitos en los que coinciden el pensamiento religioso y la libertad frente a la violencia y la discriminación por motivos de orientación sexual. Recientemente, el Papa católico criticó la penalización de las relaciones entre personas del mismo sexo por ser ´injusta` y contraria a las enseñanzas de Dios».

 

Además, añade que «incluso cuando la jerarquía de una comunidad religiosa no abraza explícitamente la diversidad, las instituciones religiosas, las escuelas, los consejos, las ONG, los movimientos y las redes (…) pueden buscar la reforma o ser inclusivos de facto. Las propuestas mencionan, por ejemplo, ramas de la Iglesia católica y grupos de oración gay en México, Estados Unidos y Alemania».

 

Dentro del judaísmo destaca que se está dando la misma tendencia: «Tres de las cuatro principales confesiones judías apoyan abiertamente la despenalización, e incluso dentro de la tradición judía ortodoxa, 104 líderes publicaron en 2010 una declaración conjunta en la que afirmaban que el acoso a las personas LGBT va en contra de los valores más profundos del judaísmo».

 

El informe hace un repaso por numerosas culturas minoritarias para asegurar que la diferencia sexual y los roles de género no son especialmente relevantes ni se expresan del mismo modo que en la cultura occidental.

 

Conclusión

La conclusión de toda la narrativa del informe es que como entre los creyentes y líderes religiosos hay diversas orientaciones sexuales y, al mismo tiempo, entre las personas LGBT hay variedad de creencias religiosas y no religiosas, lo adecuado es aceptar la diversidad de género en todas las religiones, de forma que nadie quede discriminado. En definitiva que, como todo el mundo tiene creencias y orientación sexual, lo razonable es tolerar esta doble diversidad en todas las formas en las que se exprese.

 

El informe critica a las iglesias y confesiones cristianas por haber fomentado la criminalización y discriminación LGTB, pues al hacerlo también han atacado la libertad religiosa de esas personas para practicar la religión que deseen sin sentirse discriminadas. Como se ve esta es una nueva interpretación de la libertad religiosa expresada en la Declaración de Derechos Humanos, pues impone que las religiones no puedan discrepar de la antropología LGBT.

 

El informe asegura que si no se acepta esta nueva perspectiva, seguirán existiendo «rincones oscuros en los que se considera a las personas LGBT como pecadores y ciudadanos de segunda clase a los que hay que despreciar y maltratar. Las leyes promulgadas con el objetivo de imponer normas de conducta supuestamente exigidas por interpretaciones del dogma religioso niegan de hecho a lesbianas, gays, bisexuales y personas trans y de otros géneros diversos el derecho a la igualdad y, a menudo, a un reconocimiento igual ante la ley».