dice que no hay que tomar al pie de la letra
lo que enseña la Biblia sobre la homosexualidad
(Quotidiano/InfoCatólica)
14-7-23
Entrevista al
prefecto electo del Dicasterio para la Doctrina de la Fe:
¿Cómo promover la
fe en un Occidente cada vez más indiferente a la religión?
Es una
indiferencia relativa, porque siempre están surgiendo nuevas formas de
religiosidad y espiritualidad. En un momento dado, cuando uno siente la asfixia
de la superficialidad, vuelve a surgir la cuestión de la religión. Ese es el
momento en que, si estamos atentos, podemos entablar un diálogo fructífero.
¿Sigue percibiendo
en el mundo la necesidad de escuchar palabras de esperanza sobre el dolor, la
muerte, la vida eterna, y sigue siendo capaz la Iglesia de abordar estas
cuestiones, definidas en su día como «novísimos»?
Hoy todo es
inmediato, urgente, por lo que es difícil que surja una propuesta de vida
eterna. Sin embargo, ante el dolor, la muerte, el fracaso, el abandono, muchos
empiezan a mirar el horizonte más amplio de la existencia. Forma parte de
nuestro mensaje y no podemos dejar de hablar de la llamada a una vida plena e
interminable en el abismo del amor divino. A veces este mensaje es ignorado,
pero en otras circunstancias es escuchado.
¿Una comprensión
más profunda de la doctrina pasa también por superar la homosexualidad como
'objetivamente desordenada', una definición del Catecismo que sigue hiriendo a
quienes viven en una condición sexual no elegida y también a sus familias?
Este es un
problema del lenguaje teológico, que a veces ignora el efecto que puede tener
en el corazón de las personas, como si fuera indiferente al dolor que produce.
Pero, como sabéis, no es el caso del Papa Francisco, que sin duda utilizaría un
lenguaje distinto.
Bendecir a las
parejas homosexuales es un sacrilegio para los círculos tradicionalistas.
¿Citan la Biblia con conocimiento de causa?
Hay textos
bíblicos que no deben ser interpretados de manera 'material', no quiero decir
'literal'. La Iglesia ha comprendido desde hace tiempo la necesidad de una
hermenéutica que los interprete en su contexto histórico. Esto no significa que
pierdan su contenido, sino que no deben tomarse completamente al pie de la
letra. De lo contrario, tendríamos que obedecer el mandato de San Pablo de que
las mujeres se cubran la cabeza, por ejemplo.
¿Y qué le apetece
decir a los católicos decepcionados por el estancamiento de la reflexión sobre
el acceso de las mujeres al diaconado, aunque sea permanente, a pesar de un par
de comisiones ad hoc creadas por el Papa?
Digo que no nos
servirá de nada analizar este problema aisladamente. Lo que hay detrás y es
mucho más profundo es el discurso sobre el poder en la Iglesia y el acceso de
las mujeres a los lugares donde hay poder de decisión. Por eso es importante
que las mujeres empiecen a votar en el Sínodo.
La posible
ordenación de hombres casados, defendida por una gran mayoría en el Sínodo
sobre la Amazonia, ¿desvirtúa la doctrina o es una hipótesis posible para la
Iglesia?
Es una hipótesis
posible, como de hecho ocurre en Oriente. Pero es una decisión prudencial que
el Papa debe sopesar.
¿Qué espera del
Sínodo de los Obispos de octubre?
A diferencia de
otros Sínodos, en los que esperaba respuestas muy concretas, en este caso
prefiero esperar a ver adónde nos quiere llevar el Espíritu.
¿Le han marcado
las invectivas, también a nivel personal, que le han dirigido desde círculos
tradicionalistas?
Me las esperaba,
pero no son lo que más me preocupa. Hay otros ámbitos en los que se realizan
operaciones para dañar la imagen de las personas, cuando no responden a sus
intereses ideológicos y económicos. En estos casos, el mensaje social de
Francisco molesta. No son precisamente sectores tradicionalistas.