«La doctrina social de la Iglesia no es una
ideología entre capitalismo y socialismo»
Ana Campos
El Debate,
16/10/2022
¿Soy libre?
¿Existe la justicia? ¿Tener hijos va en contra del planeta? Estas y otras
preguntas centrarán los episodios de Luz del Mundo, un nuevo podcast de la
Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y el Instituto CEU de Humanidades
Ángel Ayala. Conducido por la periodista Ana Campos, el programa busca ahondar
en las respuestas que da la doctrina social de la Iglesia (DSI) a cuestiones
como la defensa de la vida, la economía o la relación con la naturaleza.
Los capítulos de
Luz del Mundo se publicarán cada dos semanas en plataformas como iTunes,
Spotify o el canal de YouTube de la ACdP. En el primer episodio, el secretario
general del Instituto, Juan Ignacio Grande, dibuja las líneas básicas de la DSI
y lamenta que esta no sea más conocida: «Constato un gran desconocimiento de la
doctrina social de la Iglesia, incluso entre los propios católicos».
–¿De qué hablamos
cuando decimos «doctrina social de la Iglesia»?
–De que a lo largo
de la historia la Iglesia ha ido forjando un pensamiento abundantísimo como
respuesta a los problemas sociales que iban surgiendo. El fruto de esta
reflexión profunda es la doctrina social de la Iglesia. Pero atención: no se
trata de una doctrina política ni económica, y tampoco es una ideología
intermedia entre el capitalismo y el socialismo, sino una reflexión sobre qué
necesita una sociedad para que podamos llevar una vida plenamente humana. Una
existencia donde prime la dignidad de las personas y predomine la caridad
evangélica.
–Algunos pensarán
que la Iglesia no debe meterse en temas sociales.
–En la exhortación
apostólica Evangelii Nuntiandi, San Pablo VI hablaba de la fuerte conexión
entre evangelización y desarrollo humano. Este Papa decía que entre ellos hay
un vínculo antropológico -porque el hombre que hay que evangelizar no es un ser
abstracto, sino un hombre concreto, con problemas cotidianos- y uno de orden
teológico: el plan redentor de Dios debe llegar a situaciones muy concretas, a
injusticias que hay que combatir para restaurar la justicia. Por eso la Iglesia
a veces se ve obligada a denunciar todo lo que pudiera haber de inhumano o
contrario a la dignidad de la persona y sus derechos. Todo lo que no coincida
con el proyecto de Dios para el hombre.
–¿Cuándo nace la
doctrina social de la Iglesia?
–Esta nace
realmente del llamamiento de Jesucristo, de la misión que nos da Dios: que
pongamos su amor en acción, ocupándonos de las pobrezas de nuestros hermanos
-materiales y espirituales- y dando preferencia a los más vulnerables, los más
frágiles y los más necesitados. La predicación de Jesús acerca del Reino nos ha
dejado claro la dignidad de todas y cada una de las personas, desde su
concepción hasta su muerte. Todos somos hijos de Dios, hechos a su imagen y,
por tanto, hermanos.
La DSI es dar
existencia concreta a las decisiones coherentes con los valores del Reino de
Dios
–¿La doctrina
social de la Iglesia se dirige solo a los cristianos?
–Como decía, esta
doctrina es el fruto de una atenta reflexión por parte del magisterio de la
Iglesia sobre la vida del hombre en sociedad, y lo hace a través de la fe, sí,
pero también de la razón natural. Precisamente por esto último, la doctrina
social de la Iglesia tiene un carácter universal, se dirige a todos los
hombres: todos podemos entender que la verdad, la justicia, la libertad, la paz
o la caridad son valores que han de encarnarse en nuestra cultura y creencias.
–En este sentido,
razón y fe se complementan
–Lo decía muy
claro San Juan Pablo II, cuando explicaba que la razón y la fe son las dos alas
con las que se eleva el espíritu humano para contemplar la verdad. La fe
ilumina y completa nuestra razón, que es limitada, pero la doctrina social de
la Iglesia se sirve también de las ciencias sociales. Eso sí, con cautela,
porque muchas veces estas incluyen aspectos hostiles, que no son neutrales o
que asumen visiones antropológicas distintas a la cristiana.
–¿Qué metodología
sigue la doctrina social de la Iglesia?
–Se resume en tres
palabras: ver, juzgar y actuar. «Ver» es percibir la realidad con sensibilidad,
y preocupación, atentos a los rostros humanos. Es percibir con la inteligencia
de la razón y la fe las situaciones de injusticia y los sistemas que se
convierten en estructuras de pecado. «Juzgar» es valorar esta realidad,
interpretando qué es y qué no es proyecto de Dios. «Actuar», por último, es
comprometerse en actuaciones concretas, dar existencia concreta a las decisiones
coherentes con los valores del Reino de Dios.
–¿Qué se incluye,
en concreto, dentro de la doctrina social de la Iglesia?
–Primero, una
serie de valores fundamentales de la vida social, como la verdad, la libertad,
la justicia o la caridad. También se recogen una serie de principios de
reflexión que deben presidir la construcción de una sociedad digna del hombre:
están los principios originarios sobre Dios, Jesús o la dignidad humana- y
luego los que se desprenden de estos, como el principio de solidaridad, el de
subsidiariedad, el de justicia social o el del destino universal de los bienes.
Encontramos también criterios de juicio para analizar la realidad social
–prudencia, capacitación profesional, experiencia, una conciencia formada…–y
directrices para orientar la acción, como el respeto a la persona, el
compromiso con la paz o el ejercicio del diálogo.
–¿Dónde se
encuentra la doctrina social de la Iglesia?
–Se ha ido
sistematizando en una serie de documentos, comenzando por la encíclica Rerum
Novarum del papa León XIII, que estudia los problemas sociales que surgieron a
finales del siglo XIX. Este texto abrirá un modelo que continuarán los
pontífices posteriores hasta nuestros días, con el magisterio social del papa
Francisco.