que critican la Pontificia Academia para la
Vida por la cuestión del aborto
Claudio Pierantoni
- Carlos Casanova
*Miembros del
Directorio Consultivo de la Academia Juan Pablo II por la Vida y la Familia
Brújula cotidiana,
10-09-2020
Un grupo de
pensadores católicos se quejan de que la Pontificia Academia para la Vida
utiliza un lenguaje ambiguo en su crítica a las nuevas directrices italianas
sobre el aborto en hospitales de día, omitiendo completamente la condena del
aborto: "Hay varias razones por las que quienes tienen normas morales
rectas deberían estar tristes y seriamente insatisfechos con este
documento".
El 12 de agosto de
2020, el Ministerio de Sanidad italiano, declaradamente en respuesta a la así
llamada “pandemia” del Covid-19.1, emitió los Lineamientos para la terminación
voluntaria del embarazo por medio de mifepristona y prostaglandina, que
permiten la administración de fármacos abortivos a mujeres embarazadas, hasta
la novena semana del embarazo y en la estructura hospitalaria ambulatoria, además de los
consultorios, de manera que las mujeres serán enviadas a casa a sufrir el
penoso y peligroso proceso de expulsar su bebé muerto. Hubo una reacción de algunos
articulistas publicados en L’Avvenire, el periódico de la Conferencia Episcopal
Italiana (según reporte de ABC News), que criticaban el aumento del riesgo para
la salud de la madre que estas nuevas directrices entrañan. En este contexto,
el 14 de agosto, la Pontificia Academia por la Vida (PAV) publicó una Nota
concerniente a esos Lineamientos. A esa Nota ha respondido un grupo de
intelectuales y académicos católicos ha respondido ahora por medio de un
documento que la Nuova Bussola Quotidiana está publicando hoy. (Aquì la version
integràl)
Los autores del
documento encuentran algunos aspectos positivos en la Nota de la PAV, pero
también apuntan que hay “varias razones por las que quienes defienden cánones
morales justos deberían entristecerse y mostrarse bastante insatisfechos a
causa de este documento”. Esas razones son las siguientes:
1. La PAV está
proclamando ambiguamente que la Ley 194 (1978) es la estructura que todos
tenemos que confrontar o tener en mente (“tutti dobbiamo misurarci”), y es
incluso –a causa de la parte en que menciona el apoyo a las mujeres embarazadas
que se encuentran en situaciones difíciles– el fundamento común sobre el cual
puede construirse una civilización compartida por quienes defienden la vida y
quienes defienden un supuesto derecho a abortar a los bebés no nacidos. Ahora,
obviamente la ley es la estructura positiva que debemos tener en mente, pero la
ambigua expresión italiana (“con cui tutti dobbiamo misurarci”, “with which we
have to measure ourselves”) sugiere que la Ley 194 es un status quo inevitable,
que es imposible criticar o alterar y, de hecho, la Nota de ninguna manera
critica o propone ningún cambio a la ley misma. Pero, obviamente, una ley que
removió los obstáculos jurídicos que impedían la matanza de innumerables seres
humanos inocentes, no es un status quo que puede ser aceptado o tolerado sin
crítica. Así, el nuevo documento de los intelectuales católicos dice que dicha
ley “no es la medida con que todos somos medidos y, por tanto, no puede proveer
la base para lo que la PAV llama ‘una idea de una civilización compartida’
(‘un’idea di civiltà condivisa’). Existe una Medida Divina que realmente nos
mide a todos. Y es una medida que no sólo condena todos los crímenes permitidos
por esta ley injusta, sino que también excluye el tipo de crítica blanda y
obsequiosa que ahora hace la Pontificia Academia.”
2. Una declaración
reportada por L’Avvenire (según ABC News), criticó el aumento del riesgo para
la salud de las mujeres que implican estas nuevas directrices, pero la PAV, en
lugar de apoyar a los autores, los ha criticado, aunque no duramente.
3. Aunque la Nota
de la PAV al menos ha mencionado el mayor riesgo que implican las directrices,
de otra parte omite aun la más leve mención de la extensión del tiempo en que
pueden ahora administrarse los fármacos abortivos a las mujeres embarazadas,
que, por supuesto, incrementará el número de bebes inocentes que serán
asesinados. Los autores del documento encuentran que es ésta una omisión
extremadamente grave en un documento publicado por una Academia conectada con
la Santa Sede y fundada por Juan Pablo II y Jerome Lejeune. Es como si el
aumento en las posibilidades de matar bebés fuera casi irrelevante al
considerar el estatus moral de las directrices del Ministerio.
4. Otro punto
grave es que la PAV habla alguna vez del aborto como de “un evento que es más
padecido que elegido” por la mujer o la pareja, debido a razones económicas. Al
hacer esto, la PAV está usando un lenguaje que suena misericordioso, pero que
realmente implica un desprecio significativo de la responsabilidad y dignidad
humanas. –Como si los seres humanos no pudieran comportarse moralmente y evitar
el pecado mortal (un homicidio en este caso), con la gracia de Dios, a pesar de
las circunstancias adversas
5. El último punto
criticado es que la PAV adopta un lenguaje eufemístico que puede causar
confusión entre los fieles. Algunos
ejemplos son los siguientes: (a) “interrupción voluntaria del embarazo”,
en lugar de “aborto”; (b) la PAV nunca menciona, en su entera Nota, la gravedad
del pecado de aborto, ni una vez en toda su Nota.
El documento acaba
con una reflexión muy interesante inspirada en la Ciudad de Dios, de san
Agustín: los últimos cincuenta años deberían habernos enseñado a los cristianos
que el sueño de Jacques Maritain de una nueva “Cristiandad secular” que pudiera
colaborar pacíficamente con el mundo, no era sino una ilusión peligrosa. El
pecado original y el poder de satanás fueron gravemente subestimados en los
cálculos de Maritain. De hecho, la “colaboración” de los católicos y el mundo
desde los años 1960s nos ha traído a esta bancarrota de la civilización en la
que decir la verdad sobre los rasgos más
esenciales de la creación divina (incluyendo, por ejemplo, la distinción entre
hombres y mujeres, o el respeto debido a la dignidad de todos los seres
humanos) se considera cada vez más como un delito.