ya no hay Justicia y Paz
Stefano Fontana
Brújula cotidiana,
30-04-2021
El Pontificio
Consejo para la Justicia y la Paz no solo ha sido absorbido por el nuevo
Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, sino que su herencia ha sido
anulada. Lo que fue el buque insignia de Juan Pablo II para promover la
Doctrina Social de la Iglesia fue transformado en una especie de ente
asistencial.
El Pontificio
Consejo para la Justicia y la Paz ya no existe. Por supuesto, los espacios del
Palazzo San Calisto en Trastevere están allí, el personal trabaja todavía, el
centro de documentación se puede consultar... pero el Pontificio Consejo ya no
está, absorbido en el vasto y, para muchos, inmanejable, nuevo Dicasterio de Desarrollo
Humano Integral. La nueva aglomeración decidida por Francisco incluye,
además de Justicia y Paz, los Consejos Pontificios para la pastoral de los
emigrantes e itinerantes, el de la pastoral de los operadores sanitarios y el
Cor Unum, dedicado a la caridad del Papa, que han sido suprimidos.
Justicia y Paz
nació en 1967, por voluntad de Pablo VI, como Comisión pontificia, luego
transformada en Pontificio Consejo por Juan Pablo II en 1988. Según el Santo
Pontífice, el Pontificio Consejo “profundiza la doctrina social de la Iglesia,
comprometiéndose a difundirla ampliamente y traducirla a la práctica entre las
personas y las comunidades, especialmente en las relaciones entre trabajadores
y empresarios para que estén cada vez más impregnados del espíritu del
Evangelio”. La actividad del Pontificio Consejo era, sin duda, realizar
investigaciones empíricas sobre los contornos de los diversos problemas
sociales, proporcionar herramientas a los operadores pastorales en un diálogo
con los verdaderos protagonistas de la vida económica, social y política...
pero todo esto en el claro contexto de la Doctrina Social de la Iglesia, sin la
cual, o con una visión reducida de la misma, Justicia y Paz habría dejado de
ser en sí misma.
De hecho, el
Pontificio Consejo trabajó en los proyectos de las encíclicas sociales
Centesimus annus (1991) de Juan Pablo II y Caritas in veritate (2009) de
Benedicto XVI. Le correspondía, como práctica consolidada, elaborar el borrador
de los Mensajes para la Jornada de la Paz del 1º de enero de cada año. Al
pontificio consejo se le encomendó la tarea de preparar el Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia (2004), compromiso asumido por el cardenal Van
Thuân y su sucesor, el cardenal Martino, con la activa ayuda del secretario Mons.
Crepaldi.
La centralidad de
la Doctrina Social de la Iglesia, entendida como corpus doctrinal, ha sido
siempre la característica de Justicia y Paz, incluso bajo la presidencia del
Cardenal Etchegaray, durante mucho tiempo presidente desde 1984 hasta 1998, a
pesar de su característica personales más “espirituales” y “proféticas” que
científicas o políticas. La acción de los Observadores de la Santa Sede en los
organismos internacionales de Nueva York, Ginebra o Viena se inspiraba en las
indicaciones del Pontificio Consejo y, además, naturalmente, de la Secretaría
de Estado.
Los obispos en
visitas ad limina de todo el mundo no dejaron de hacer escala en San Calisto.
El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, de hecho, fue traducido a más
de 150 idiomas. El congreso, siempre de ámbito internacional, organizado por el
Concilio, se inspiraba en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia y
en 1991 Juan Pablo II pidió al cardenal Etchegaray y al vicepresidente Mons.
Jorge Mejía, que organizaran una conferencia para el centenario de la Rerum
novarum, dedicándolo al principio del destino universal de los bienes.
La acción del
Pontificio Consejo inspiró indirectamente muchas iniciativas tanto de la Santa
Sede como de las Iglesias nacionales en el campo de la doctrina social de la
Iglesia. Se creó por primera vez un curso de grado en Doctrina Social en la
Universidad Lateranense, un Máster en el Angelicum, el Centro Universitario
para la Doctrina Social de la Iglesia en la Universidad Católica de Milán e
incluso se logró a hacer producir a los profesores de la Universidad Católica
de Milán un Diccionario de la Doctrina Social de la Iglesia, empresa que jamás
se repitió, ni siquiera de forma análoga.
Con su eliminación
tras el nacimiento del nuevo Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral,
¿qué queda del Pontificio Consejo Justicia y Paz? ¿Dejó un legado que sigue
vivo, aunque hayan cambiado las placas en las puertas de las oficinas del
Palazzo San Calisto? El cambio no fue solo organizativo sino también de
dirección. La doctrina social de la Iglesia ha pasado ahora a un segundo plano.
En el Estatuto de éste viene apenas mencionada: “El Dicasterio promueve el
desarrollo humano integral a la luz del Evangelio y en la estela de la Doctrina
Social de la Iglesia”. Los objetivos son principalmente de ayuda a la
marginación.
En la Carta Motu
proprio de Francisco que lo instituyó, se enumeran los siguientes: “...las
migraciones, los necesitados, los enfermos y los excluidos, los marginados y
las víctimas de los conflictos armados y desastres naturales, los presos, los
desempleados y las víctimas de cualquier forma de esclavitud y tortura”. Un
Dicasterio que ya no trabaja por la fisiología cristiana y humana de la vida
comunitaria sino para intervenir en sus heridas. La nueva intención, más
pastoral y sectorial y cada vez menos doctrinal y global se puede ver en las
iniciativas, centradas en la ecología, la migración, la biodiversidad, el
clima, el Día Mundial de la Salud, la urgencia de la vacunación, la transición
energética, los objetivos de la ONU 2030.
No hay referencias
a iniciativas basadas en la vida, en la familia, en la biopolítica… y en los
principios clásicos de la Doctrina Social de la Iglesia.