de la
enseñanza social de la Iglesia
Documento de estudio para la elaboración de una
Constitución
Fecha: Jueves 25
de Marzo de 2021
Referencia: Prot. CECh Nº 32 / 2021
Pais: Chile
Autor: Comité
Permanente de la CECh
Este 8 de abril la Conferencia Episcopal de Chile ha
dado a conocer un documento que recoge las principales enseñanzas del
magisterio de la Iglesia católica en materia social, con la finalidad de
ofrecer ante las elecciones de mayo de 2021, elementos de discernimiento, tanto
a quienes buscan representar al pueblo chileno en la elaboración de una nueva
constitución, como a los ciudadanos que les elegirán y a todas las personas de
buena voluntad.
Introducción
El presente
documento recoge las principales enseñanzas del magisterio de la Iglesia en
materia social con la finalidad de ofrecer elementos de discernimiento, tanto a
quienes buscan representar al pueblo chileno en la elaboración de una nueva
constitución, como a los ciudadanos que les elegirán y a todas las personas de
buena voluntad. La Iglesia ofrece en su enseñanza social el tesoro de sabiduría
y de humanidad que ha recibido de Jesucristo, y lo ofrece a creyentes y no
creyentes con la convicción de que estas enseñanzas iluminan las problemáticas
sociales con la luz de Dios. En efecto, existen ciertos principios comunes e
inmutables que unen a todas las culturas, que son independientes de los
consensos(1) y que la Iglesia busca enseñar con su Magisterio. Por eso ella
espera que estas páginas sean un aporte al necesario diálogo constituyente en
la búsqueda del bien común.
El documento
recoge las principales enseñanzas de lo que se conoce como Doctrina Social de
la Iglesia. Es decir, las enseñanzas del magisterio de la Iglesia en materia
social, especialmente contenidas en las encíclicas sociales: documentos
pontificios que tratan la cuestión social, desde León XIII y su famosa Rerum
Novarum, pasando por todos los papas del s. XX y llegando a Fratelli Tutti del
papa Francisco en 2020. A este cuerpo doctrinal se han de sumar otras
intervenciones del magisterio a nivel local. Además, merece una mención
especial el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, documento elaborado
por el Pontificio Consejo Justicia y Paz en 2004.
La organización de
este material está sistematizada en principios y valores. Los principios son
máximas de la vida social que sirven como criterio de discernimiento o
“parámetro de referencia para la interpretación y valoración de los fenómenos
sociales”(2). Los valores son bienes de la vida social que, por una parte,
señalan aquello que es necesario custodiar con límites que protejan los ámbitos
de vulnerabilidad y, por otra, orientan el discernimiento social mostrando el
ideal hacia el que se debe tender. “La relación entre principios y valores es
indudablemente de reciprocidad, en cuanto que los valores sociales expresan el
aprecio que se debe atribuir a aquellos determinados aspectos del bien moral
que los principios se proponen conseguir”(3).
El texto ofrece
una amplia referencia bibliográfica para una profundización en las distintas
materias. Queda, asimismo, disponible para el estudio la rica enseñanza social
de la Iglesia fácilmente accesible en www.vatican.va.
EL COMITÉ
PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE
En la Solemnidad
de la Anunciación del Señor, 25 de marzo de 2021.
Principios de la
enseñanza social de la Iglesia
El Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia enumera cuatro principios permanentes en los que
se apoya la enseñanza social católica: la dignidad de la persona humana, el
bien común, la solidaridad y la subsidiaridad. A estos cuatro grandes
principios se agregan otros contenidos en el mismo cuerpo doctrinal: el destino
universal de los bienes, la opción preferencial por los pobres, la
participación y el diálogo.
Estos principios
tienen un carácter general y fundamental, que les permiten iluminar las
realidades sociales de distinto tipo, las más próximas y simples, así como las
más complejas y globales; tanto la dimensión personal en el plano individual,
como la dimensión estructural e institucional(4). A través de ellos se ha de
juzgar la realidad social y a su luz se han de abordar los desafíos antiguos y
nuevos que la cuestión social presenta a los cristianos y a todos los hombres y
mujeres de buena voluntad.
1. Dignidad de la
persona humana
GS 12-22; CDSI
105-159
“Cuidar la
fragilidad quiere decir fuerza y ternura, lucha y fecundidad, […] Significa
hacerse cargo del presente en su situación más marginal y angustiante, y ser
capaz de dotarlo de dignidad”.
Francisco, FT 188.
“Toda la doctrina
social se desarrolla a partir del principio que afirma la inviolable dignidad
de la persona humana”(5). La Iglesia reconoce el fundamento de esta dignidad en
Dios, dador de la dignidad del ser humano a quien ha creado a su imagen. Al
mismo tiempo ella anima a los discípulos de Jesús a colaborar en el cuidado de
la dignidad humana con todos quienes reconocen esta dignidad y se empeñan en
custodiarla.
Solamente
respetando esta dignidad humana puede realizarse una sociedad justa. Esto
implica que, para que una sociedad pueda llamarse justa, en ella no pueden
faltar a nadie las condiciones mínimas para desarrollar una vida verdaderamente
humana: “el alimento, el vestido, la vivienda, el derecho a la libre elección
de estado y a fundar una familia, a la educación, al trabajo, a la buena fama,
al respeto, a una adecuada información, a obrar de acuerdo con la norma recta
de su conciencia, a la protección de la vida privada y a la justa libertad
también en materia religiosa”(6).
En razón de su
dignidad, nunca el ser humano puede ser instrumentalizado ni considerado un
medio para ningún tipo de proyecto, sea este económico, social o político(7).
Asimismo, la compresión de su dignidad exige que su pleno desarrollo sea
considerado no solo en el ámbito material sino también espiritual y moral(8).
2. Bien común
CDSI 164-170; FT
156-158; CIV 7
“Junto al bien
individual, hay un bien relacionado con el vivir social de las personas: el
bien común. Es el bien de ese «todos nosotros», formado por individuos,
familias y grupos intermedios que se unen en comunidad social”.
Benedicto XVI, CIV
7.
El bien común es
el “conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las
asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la
propia perfección”(9). No consiste, por tanto, en la simple suma de bienes
particulares. Siendo de todos y de cada uno, es y permanece común, porque es
indivisible y porque solo juntos es posible alcanzarlo, acrecentarlo y
custodiarlo(10).
El bien común se
puede considerar la dimensión comunitaria del bien moral, por eso implica
exigencias y responsabilidades a todos los miembros de la sociedad(11). Cada
cual colabora desde sus propias capacidades y según el principio de la
subsidiaridad (como se verá más adelante); por ese motivo, quienes tienen
mayores capacidades de decisión en la vida social tienen una mayor
responsabilidad por el bien común. De ahí que la enseñanza social de la Iglesia
afirme que los gobernantes y políticos tienen como tarea principal la promoción
y el cuidado del bien común(12). Según esta lógica, comunicadores, empresarios,
líderes sociales y líderes religiosos se cuentan también entre quienes tienen
una mayor responsabilidad por el bien común.
El bien común
implica la promoción de cada uno de los seres humanos y de todas las
dimensiones del ser humano(13), entre las cuales no puede faltar la dimensión
trascendente(14).
3. Solidaridad
CDSI 192-196; FT
114-117
“El individualismo
no nos hace más libres, más iguales, más hermanos.
La mera suma de
los intereses individuales no es capaz de generar un mundo mejor para toda la
humanidad”.
Francisco, FT 105.
La solidaridad es
una virtud y, a la vez, un principio rector del orden social. Como virtud, es
mucho más que un mero sentimiento y consiste en “la determinación firme y
perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y
cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos”(15). Y
como principio rector “expresa en síntesis la exigencia de reconocer en el
conjunto de los vínculos que unen a los hombres y a los grupos sociales entre
sí, el espacio ofrecido a la libertad humana para ocuparse del crecimiento
común, compartido por todos. El compromiso en esta dirección se traduce en la
aportación positiva que nunca debe faltar a la causa común (...). El principio
de solidaridad implica que los hombres (...) cultiven (...) la conciencia de la
deuda que tienen con la sociedad en la cual están insertos (...). Semejante
deuda se salda con las diversas manifestaciones de la actuación social, de
manera que el camino de los hombres no se interrumpa, sino que permanezca
abierto para las generaciones presentes y futuras, llamadas unas y otras a
compartir, en la solidaridad, el mismo don”(16).
La solidaridad
tiene una dimensión estructural y una dimensión personal. Es estructural en
cuanto principio social ordenador de las instituciones; en esta dimensión la
solidaridad reclama la transformación de estructuras injustas y la búsqueda de
mecanismos (legislativos, económicos, políticos). Es personal en cuanto virtud
social, la cual, más que un buen sentimiento, exige la determinación por el
bien común(17).
Las exigencias de
la solidaridad alcanzan hoy un nivel global debido a la interconectividad
mundial. Esto exige pensarnos como comunidad humana: “pensar y actuar en
términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de
los bienes por parte de algunos” .
El cristiano
reconoce la cumbre insuperable de la solidaridad en la vida de Jesús de
Nazaret, el Hombre nuevo, solidario con la humanidad hasta la muerte(19).
4. Subsidiaridad
CDSI 185-188
“nos hace bien apelar
a la solidez que surge de sabernos responsables de la fragilidad de los demás
buscando un destino común”.
Francisco, FT 115.
La subsidiaridad
es una directriz constante de la enseñanza social de la Iglesia, según la cual:
“como no se puede quitar a los individuos y dar a la comunidad lo que ellos
pueden realizar con su propio esfuerzo e industria, así tampoco es justo,
constituyendo un grave perjuicio y perturbación del recto orden, quitar a las
comunidades menores e inferiores lo que ellas pueden hacer y proporcionar y
dárselo a una sociedad mayor y más elevada, ya que toda acción de la sociedad,
por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los miembros del cuerpo
social, pero no destruirlos y absorberlos”(20).
Este principio
custodia la originalidad propia de las personas, las familias y los cuerpos
intermedios, permitiendo que esa originalidad pueda ser ofrecida para
enriquecer a la sociedad. Asimismo, respeta la dignidad de la persona,
favoreciendo la libertad y la participación y la múltiple articulación de la
pluralidad de los sujetos en la sociedad(21).
Una correcta
comprensión de la subsidiaridad reconoce dos dimensiones: una dimensión
positiva, de necesaria colaboración y ayuda debida por parte de los cuerpos
mayores de la sociedad a los cuerpos menores, y una dimensión negativa, por la
que se impone un límite a esos cuerpos mayores en los ámbitos en que los
menores no deben ser suplantados(22).
El principio de
subsidiaridad debe mantenerse íntimamente unido al principio de la solidaridad
y viceversa porque, así como la subsidiaridad sin la solidaridad desemboca en
el particularismo social, también es cierto que la solidaridad sin la
subsidiaridad acabaría en el asistencialismo que humilla al necesitado(23).
5.Destino
universal de los bienes
CDSI 171-184
“Hoy creyentes y
no creyentes estamos de acuerdo en que la tierra es esencialmente una herencia
común, cuyos frutos deben beneficiar a todos”.
Francisco, LS 93.
El Concilio
Vaticano II define así la doctrina del destino universal de los bienes: “Dios
ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y
pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma
equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad. […]
Por tanto, el hombre, al usarlos, no debe tener las cosas exteriores que
legítimamente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el
sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás”(24).
El creyente
reconoce la raíz de este principio en Dios creador que “ha dado la tierra a
todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin
excluir a nadie ni privilegiar a ninguno”(25).
“Destino y uso
universal no significan que todo esté a disposición de cada uno o de todos, ni
tampoco que la misma cosa sirva o pertenezca a cada uno o a todos” . En este
sentido la enseñanza social cristiana ha sostenido siempre la propiedad privada
“absolutamente necesaria para la autonomía personal y familiar”(27).
6. Opción
preferencial por los pobres
CDSI 182-184
“la opción
preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios
que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Co
8, 9)”.
Benedicto XVI,
discurso inaugural Aparecida, 2007.
Fundada en el
Evangelio de Jesús -Dios hecho pobre-, esta opción preferencial es proclamada
por la Iglesia para todos los cristianos y ofrecida a todos los hombres y
mujeres, como criterio necesario para la construcción del bien común. Esta
opción, en efecto, “se refiere a la vida de cada cristiano, en cuanto imitador
de la vida de Cristo, pero se aplica igualmente a nuestras responsabilidades
sociales y, consiguientemente, a nuestro modo de vivir y a las decisiones que
se deben tomar coherentemente sobre la propiedad y el uso de los bienes”(28).
“Se satisfaga ante
todo a las exigencias de la justicia, y no se brinde como ofrenda de caridad lo
que ya se debe por título de justicia”(29); con estas palabras el Concilio Vaticano
II recoge las enseñanzas de la Iglesia que San Alberto Hurtado reclamó
proféticamente en Chile: la caridad comienza donde termina la justicia.
7. Participación
CEC 1913-1917,
CDSI 189-191
“Hace falta pensar
en la participación social, política y económica de tal manera que incluya a
los movimientos populares y anime las estructuras de gobierno locales,
nacionales e internacionales con ese torrente de energía moral que surge de la
incorporación de los excluidos en la construcción del destino común”.
Francisco, FT 169.
En razón de la
dignidad humana existe la necesidad de la participación en la promoción del
bien común. Esta participación se realiza en las tareas propias de cada uno (el
trabajo, la familia) y a nivel ciudadano esta participación exige la
responsabilidad de la activa participación en la vida pública(30). Se trata de
una participación amplia que incluye distintos ámbitos: cultura, trabajo,
economía, información y, muy especialmente, la vida política y social ; y que
incluya a todos los miembros de la vida social, para lo cual “es necesario
cuidar y exigir la participación de los más débiles”(32).
La lógica de la
participación debe permear toda la vida social a distintos niveles: la
participación política en la democracia, pero también niveles de participación
internacional(33) y niveles institucionales o de cuerpos intermedios en la vida
social(34). Además, esta participación no puede reducirse a la decisión inicial
sobre un proyecto, sino que implica también acciones de seguimiento o
monitorización constante(35). La principal herramienta para propiciar la
participación social es la educación(36) y una responsabilidad importante recae
sobre los medios de comunicación(37).
8. Diálogo
EG 238-258,
Ecclesiam suam 31-54, Gaudium et spes
“La falta de
diálogo implica que ninguno, en los distintos sectores, está preocupado por el
bien común, sino por la adquisición de los beneficios que otorga el poder, o en
el mejor de los casos, por imponer su forma de pensar”.
Francisco, FT 202.
La enseñanza
social católica invita al diálogo y ofrece elementos para este diálogo entre
los creyentes y la sociedad civil y política, así como entre los creyentes
entre sí(38). La Iglesia reconoce la necesaria colaboración de creyentes y no
creyentes en la edificación de este mundo, cosa que “no puede hacerse sin un
prudente y sincero diálogo”(39).
Este diálogo
sincero debe primar en la búsqueda del bien común con distintas expresiones y a
distintos niveles: dialogan los cristianos entre sí cuando legítimamente
sostienen distintas soluciones inspiradas en el Evangelio (GS 43), dialogan los
creyentes con quienes piensan distinto (GS 28); se dialoga a nivel social,
entre creyentes de distintas confesiones y también a nivel global entre los
estados (EG 238).
Valores de la vida
social
Además de los
principios, la enseñanza social católica indica también valores fundamentales
“inherentes a la dignidad de la persona humana, cuyo auténtico desarrollo
favorecen; son esencialmente: la verdad, la libertad, la justicia, el
amor”(40). Junto a estos cuatro grandes valores, se encuentran una serie de
bienes que la enseñanza de la Iglesia no se cansa de proclamar. “Valores
fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su
concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre
hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien
común en todas sus formas. Estos valores no son negociables”(41). Además,
tienen una especial incidencia social la comunidad política, los derechos
humanos, el medio ambiente, la paz, el trabajo, la comunidad internacional, la
vida económica, la propiedad privada.
1. La vida
EV 7-28; DP; EG
213-214.
“La defensa de la
vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho
humano”.
Francisco, EG 213.
El primero de los
derechos humanos es el derecho a la vida(42): “a cada ser humano, desde la
concepción hasta la muerte natural, se le debe reconocer la dignidad de
persona”(43).
A pesar de lo
fundamental de este principio, no pocas veces criterios eficientistas e
ideologías consiguen hacerse oídos en la sensibilidad de la cultura
contemporánea proponiendo soluciones superficiales al drama de la vida humana.
La inmoralidad del aborto(44) y la eutanasia(45) se encuentran entre las
enseñanzas constantes de la Iglesia en estas materias. El magisterio eclesial
nos explicita que este no es el camino del auténtico desarrollo humano y que
los graves problemas sociales en torno a estos temas no encuentran una
auténtica solución en el aborto, la eutanasia, ni en cualquier otra propuesta
que pase por instrumentalizar vidas humanas(46).
La cuestión de la
vida es una cuestión social: “la apertura a la vida está en el centro del
verdadero desarrollo. Cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la
supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía
necesaria para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre”(47).
2. La familia
CDSI Capítulo II
(209-254), AL capítulo II (31-57)
“(las familias)
constituyen el primer lugar en el que se viven y se transmiten los valores del
amor y de la fraternidad, de la convivencia y del compartir, de la atención y
del cuidado del otro”.
Francisco, FT 114.
“La fe lleva a su
plenitud el significado de la familia que, fundada en el matrimonio entre un
hombre y una mujer, constituye la célula primera y vital de la sociedad”(48).
Iluminada por la
luz del mensaje bíblico, la Iglesia considera la familia como la primera
sociedad natural, titular de derechos propios y originarios, y la sitúa en el
centro de la vida social: relegar la familia a un papel subalterno y
secundario, excluyéndola del lugar que le compete en la sociedad, significa
causar un grave daño al auténtico crecimiento de todo el cuerpo social(49).
Todo modelo social que busque el bien del hombre no puede prescindir de la
centralidad y de la responsabilidad social de la familia(50).
Corresponde a la
sociedad y a quienes tienen mayor responsabilidad en ella cuidar la familia
estimular la estabilidad de la unión conyugal, acompañar en su rol educativo,
ayudar a superar los riesgos que la amenazan(51). Bajo el principio de
subsidiaridad corresponde al Estado auxiliar a la familia en sus necesidades y
respetar su autonomía(52).
Algunos temas
específicos relacionados a la familia: educación de los hijos(53), trabajo y
salario familiar(54), ancianos(55), matrimonio(56).
3. La comunidad
política
CDSI 377-426
“También en la
política hay lugar para amar con ternura […] En medio de la actividad política,
«los más pequeños, los más débiles, los más pobres deben enternecernos: tienen
“derecho” de llenarnos el alma y el corazón”.
Francisco, FT 194.
La comunidad
política encuentra en la referencia al pueblo su auténtica dimensión: ella es,
y debe ser en realidad, la unidad orgánica y organizadora de un verdadero
pueblo. El pueblo no es una multitud amorfa, una masa inerte para manipular e
instrumentalizar, sino un conjunto de personas, cada una de las cuales tiene la
posibilidad de formar su opinión acerca de la cosa pública y la libertad de
expresar su sensibilidad política y hacerla valer de manera conveniente al bien
común”(57). En efecto, “el sujeto de la autoridad política es el pueblo,
considerado en su totalidad como titular de la soberanía”(58).
“Al Estado compete
el cuidado y la promoción del bien común de la sociedad. Sobre la base de los
principios de subsidiariedad y solidaridad, y con un gran esfuerzo de diálogo
político y creación de consensos, desempeña un papel fundamental, que no puede
ser delegado, en la búsqueda del desarrollo integral de todos”(59).
Algunos temas
específicos de la comunidad política: medios de comunicación social(60),
servicio público(61), penas proporcionadas(62), objeción de conciencia(63).
4. Los derechos
humanos
CDSI 152-159
“Si el derecho de
cada uno no está armónicamente ordenado al bien más grande, termina por
concebirse sin limitaciones y, consecuentemente, se transforma en fuente de
conflictos y de violencias”.
Francisco, FT 111.
Los derechos
humanos se fundamentan en la igual dignidad de todo ser humano, dada por Dios
creador. Por consiguiente, “la fuente última de los derechos humanos no se
encuentra en la mera voluntad de los seres humanos, en la realidad del Estado o
en los poderes públicos, sino en el hombre mismo y en Dios su Creador”(64). “El
movimiento hacia la identificación y la proclamación de los derechos del hombre
es uno de los esfuerzos más relevantes para responder eficazmente a las
exigencias imprescindibles de la dignidad humana”(65). “El respeto de estos
derechos es condición previa para el mismo desarrollo social y económico de un
país”(66). Dentro de ellos, como ya se ha señalado, tienen una clara
importancia la vida, los derechos de la familia -incluyendo el derecho y deber
de los padres de educar a sus hijos-, la libertad de las conciencias, el
derecho a profesar una fe, a organizarse en comunidad y la libertad religiosa.
Estos derechos
están inseparablemente unidos a los deberes del ser humano(67).
5. El medio
ambiente
CDSI 451-487; LS
“El desafío
urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda
la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral”.
Francisco, Laudato
Sí 13.
La tutela del
medio ambiente constituye un desafío para la entera humanidad: se trata del
deber, común y universal, de respetar un bien colectivo . La ciencia y la
técnica deben un respeto al ser humano que va acompañado de un respeto a las
demás creaturas(69).
El principio del destino
universal de los bienes se pone particularmente en juego frente al necesario
cuidado del medio ambiente(70). También el principio de solidaridad, que toma
un alcance intergeneracional(71).
Temas específicos:
pueblos originarios(72), agua(73).
6. La paz
CDSI 488-520
“La paz es fruto
de la justicia”.
Pablo VI, Mensaje
para la jornada mundial por la paz, 1972.
La paz es la meta
de la convivencia social(74). “Nadie puede desentenderse de una tarea de
importancia tan decisiva para la humanidad. Es algo que implica a cada hombre y
mujer, según sus propias competencias y responsabilidades”(75). La construcción
de la paz no puede reducirse a cuestiones técnicas (diplomacia, intercambio
económico y tecnológico), sino que exige el empeño de todo grupo humano desde
sus particulares identidades, así como el compromiso de cada hombre y cada
mujer(76).
Esta paz,
entendida como tarea constante de todos los miembros de la sociedad, implica no
solo la ausencia de violencia, sino el reconocimiento y garantía de la dignidad
de todos(77); con especial atención a los más desfavorecidos(78).
7. El trabajo
CDSI 255-322
“No existe peor
pobreza que aquella que priva del trabajo
y de la dignidad
del trabajo”.
Francisco, FT 162.
El trabajo tiene
una dimensión objetiva relativa a lo que el ser humano realiza con sus tareas y
tiene también una dimensión subjetiva que habla de la persona que se empeña en
un quehacer. Esta segunda dimensión subjetiva otorga la dignidad al trabajo,
que no puede medirse solamente por los resultados cuantitativos sino
primeramente por el quehacer humano que está involucrado. De ahí que el trabajo
no deba nunca ser reducido a simple mercancía(79). Tiene también una dimensión
social de trabajar con los otros y para los otros(80).
El trabajo es un
derecho fundamental y un bien para el hombre: un bien útil, digno de él, porque
es idóneo para expresar y acrecentar la dignidad humana(81). Así, el trabajo es
necesario, pero está ordenado al ser humano: “el trabajo es para el hombre y no
el hombre para el trabajo”(82). En este sentido la Iglesia enseña que en la
relación trabajo-capital el trabajo tiene la prioridad(83).
Temas: derechos de
los trabajadores(84), trabajo y mujer(85), descanso(86).
8. La comunidad
internacional
CDSI 428-450; CIV
53-67
“Hoy ningún Estado
nacional aislado está en condiciones de asegurar el bien común de su propia
población”.
Francisco, FT 153.
La centralidad de
la persona humana y la natural tendencia de las personas y de los pueblos a
estrechar relaciones entre sí, son los elementos fundamentales para construir
una verdadera comunidad internacional, cuya organización debe orientarse al
efectivo bien común universal(87).
La solución al
problema del desarrollo requiere la cooperación entre las comunidades políticas
particulares(88). Esta cooperación tiene distintos ámbitos: fortalecimiento de
instituciones globales(89), una autoridad internacional(90), el cuidado de los
acuerdos(91).
Todo ser humano
tiene derecho a encontrar un lugar donde pueda no solamente satisfacer sus
necesidades básicas y las de su familia, sino también realizarse integralmente
como persona. “Nuestros esfuerzos ante las personas migrantes que llegan pueden
resumirse en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar”(92).
9. La vida
económica
CDSI 323-376, EG
52-60
“No a una economía
de la exclusión y la inequidad. Esa economía mata”.
Francisco, EG 53.
La actividad económica
debe estar al servicio del ser humano y de la sociedad, no al revés. Por eso la
economía no está al margen de la ética(93) y por eso también no se puede
separar la gestión económica de la acción política(94).
La empresa realiza
un servicio importante al bien común de la sociedad; pero es necesario que en
ella, la legítima búsqueda del beneficio se armonice con la irrenunciable
tutela de la dignidad de las personas que ahí trabajan(95). En este sentido el
Estado tiene un papel fundamental en la vida económica de la sociedad, “debe
establecer límites a la autonomía de las partes para defender a la más
débil”(96), bajo los principios de subsidiariedad y solidaridad.
Referencias
bibliográficas
• AA Apostolicam
Actuositatem, Decreto sobre el apostolado de los laicos, Concilio Vaticano II,
18 de noviembre de 1965
• AL Amoris
Laetitia, sobre el amor en la familia, Francisco, 19 de marzo de 2016
• CA Centesimus
Annus, Juan Pablo II, 1 de mayo de 1991
• CDSI Compendio
de la Doctrina Social de la Iglesia, Pontificio Consejo Justicia y Paz, 2 de
abril de 2004
• CEC Catecismo de
la Iglesia Católica, 15 de agosto de 1997
• ChV Christus
Vivit, Francisco, 25 de marzo de 2019
• CIV Caritas in
Veritate, sobre el desarrollo humano integral Benedicto XVI, 29 de junio de
2009
• DP Dignitas
Personae, Congregación para la Doctrina de la fe, 8 de septiembre de 2008
• EG Evangelii
Gaudium, sobre el anuncio del evangelio en el mundo, Francisco, 24 de noviembre
de 2013
• ES Ecclesiam
Suam, Pablo VI, 6 de agosto de 1964
• EV Evangelium
Vitae, Juan Pablo II, 25 de marzo de 1995
• FT Fratelli
Tutti, Sobre la fraternidad y la amistad social, Francisco, 3 de octubre de
2020
• GS Gaudium et
Spes, Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, Concilio
Vaticano II, 7 de diciembre de 1965
• LS Laudato Si’,
sobre el cuidado de la casa común, Francisco, 24 de mayo de 2015
• OA Octogesima
Adveniens, Pablo VI, 14 de mayo de 1971
• PP Populorum
Progressio, Pablo VI, 26 de marzo de 1967
• QA Quadragesimo
Anno, Pio XI, 15 de mayo de 1931
• QAm Querida
Amazonia, Francisco, 2 de febrero de 2020
• RN Rerum
Novarum, León XIII, 5 de mayo de 1981
• SCa Sacramentum
Caritatis, Benedicto XVI, 22 de febrero de 2007
• SRS Sollicitudo
rei Socialis, Juan Pablo II, 30 diciembre de 1987
NOTAS
(1) CDSI 141.
(2) CDSI 161.
(3) CDSI 197.
(4) CDSI 163.
(5) CDSI 107.
(6) GS 26. Este
elenco concreto que ofrece el Concilio Vaticano II puede complementarse con
otras listas, como la que ofrece Juan Pablo II en CA 47.
(7) CDSI 133.
(8) “No hay desarrollo
pleno ni un bien común universal sin el bien espiritual y moral de las
personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo” (CIV 76).
(9) GS 26.
(10) CDSI 164.
(11) “El bien
común es un deber de todos los miembros de la sociedad: ninguno está exento de
colaborar, según las propias capacidades, en su consecución y desarrollo”
(CDSI, 167).
(12) “El bien
común es la razón de ser de la autoridad política” (CEC 1910).
(13) El desarrollo
no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico, debe ser
integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre. Cf. PP 14.
(14) “Se aliena el
hombre que rechaza trascenderse a sí mismo y vivir la experiencia de la
autodonación y de la formación de una auténtica comunidad humana, orientada a
su destino último que es Dios” (CA 41).
(15) Juan Pablo
II, SRS 38. Benedicto XVI, tomando esta enseñanza de su predecesor, concluía:
“Mientras antes se podía pensar que lo primero era alcanzar la justicia y que
la gratuidad venía después como un complemento, hoy es necesario decir que sin
la gratuidad no se alcanza ni siquiera la justicia” (CIV 38).
(16) CDSI 194-195.
(17) CDSI 193.
(18) FT 116.
(19) CDSI 196.
(20) Pio XI, QA
79. La lógica subsidiaria está referida ya por León XIII en RN 10 y acompaña la
enseñanza social de la Iglesia. Ver también CA 48, CIV 57.
(21) CIV 57.
(22) CDSI 186.
(23) CIV 58.
(24) GS 69.
(25) CA 31.
(26) CDSI 173.
(27) GS 71. Sobre
propiedad privada CDSI 176-181.
(28) SRS 42.
(29) AA 8.
(30) CDSI 189.
(31) SRS 44-45.
(32) CDSI 189.
(33) CIV 24, 42.
(34) CDSI 191, LS
79.
(35) LS 183.
(36) “La educación
está al servicio de ese camino para que cada ser humano pueda ser artífice de
su destino” (FT 187).
(37) “Los medios
pueden ofrecer una valiosa ayuda al aumento de la comunión en la familia humana
y al ethos de la sociedad, cuando se convierten en instrumentos que promueven
la participación universal en la búsqueda común de lo que es justo” (CIV 73).
(38) CDSI 534-537.
(39) GS 21. “La
Iglesia debe ir hacia el diálogo con el mundo en que le toca vivir” (ES 34).
(40) CDSI 197.
(41) SCa, 83.
(42) CDSI 155; Cf.
GS 27.
(43) DP 1.
(44) “el aborto
directo, es decir, querido como fin o como medio, es siempre un desorden moral
grave, en cuanto eliminación deliberada de un ser humano inocente” (EV 62).
(45) “la
eutanasia, esto es, adueñarse de la muerte, procurándola de modo anticipado y
poniendo así fin «dulcemente» a la propia vida o a la de otros” (EV 64).
(46) “un ser
humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa
de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras
dificultades” (EG 213).
(47) CIV 28.
(48) Carta del
Card. A. Sodano, 2, en CDSI.
(49) CDSI 211,
254.
(50) CDSI 214.
(51) AL 52.
(52) CDSI 214.
(53) “La familia
tiene una función original e insustituible en la educación de los hijos” (CDSI
238-241).
(54) “salario
familiar, es decir, un salario suficiente que permita mantener y vivir
dignamente a la familia. Este salario debe permitir un cierto ahorro que favorezca
la adquisición de alguna forma de propiedad, como garantía de libertad” (CDSI
250).
(55) AL 191, ChV
16, 195.
(56) La alianza
matrimonial entre un hombre y una mujer tiene los siguientes rasgos
característicos: totalidad, unidad, indisolubilidad, fidelidad y fecundidad.
Cfr. CDSI 217, AL 52.
(57) CDSI 385.
(58) CDSI 395.
(59) EG 240.
(60) Estos medios
de comunicación “se deben utilizar para edificar y sostener la comunidad
humana” (CDSI 415).
(61) “el poder
político, que constituye el vínculo natural y necesario para asegurar la
cohesión del cuerpo social, debe tener como finalidad la realización del bien
común” (OA, 46). Cf. FT 194-196.
(62) “la autoridad
pública legítima tiene el derecho y el deber de conminar penas proporcionadas a
la gravedad de los delitos” (CDSI 402-403).
(63) “El ciudadano
no está obligado en conciencia a seguir las prescripciones de las autoridades
civiles si éstas son contrarias a las exigencias del orden moral” (CDSI 389).
(64) CDSI 153.
(65) CDSI 152.
(66) FT 22.
(67) CDSI 156, GS
26.
(68) CDSI 466; “Es
deber del Estado proveer a la defensa y tutela de los bienes colectivos, como
son el ambiente natural y el ambiente humano, cuya salvaguardia no puede estar
asegurada por los simples mecanismos de mercado” (CA 40).
(69) CDSI 459; la
Iglesia enseña este cuidado del medio ambiente en un equilibrio con el cuidado
de la dignidad humana. Cf. CDSI 463.
(70) La doctrina
social de la Iglesia advierte sobre “el complejo y dramático nexo que une la
crisis ambiental con la pobreza. La actual crisis ambiental afecta
particularmente a los más pobres” (CDSI 482).
(71) Sobre la
solidaridad intergeneracional: “los proyectos para un desarrollo humano
integral no pueden ignorar a las generaciones sucesivas” (CIV 48); ver también
PP 17, CA 37; LS 159-162.
(72) CDSI 471; ver
también QAm.
(73) CDSI 485.
(74) CDSI 490.
(75) Juan Pablo
II, Mensaje para la jornada mundial por la paz, 1998.
(76) CIV 72.
(77) “La paz no
sólo es ausencia de guerra sino el compromiso incansable de reconocer, garantizar
y reconstruir concretamente la dignidad tantas veces olvidada o ignorada de
hermanos nuestros” (FT 233); ver también EG 218.
(78) “Si hay que
volver a empezar, siempre será desde los últimos” (FT 235).
(79) CDSI 270-271.
(80) CDSI 273.
(81) CDSI 287; El
trabajo es un bien de todos, que debe estar disponible para todos aquellos
capaces de él. Cf. CDSI 288.
(82) CDSI 272.
(83) CDSI 277. La
relación entre trabajo y capital se realiza también mediante la participación
de los trabajadores en la propiedad, en su gestión y en sus frutos. Cf. CDSI
281.
(84) A la justa
remuneración y a la distribución de la renta, a la legitimidad de la huelga
cuando constituye un recurso inevitable para obtener un beneficio
proporcionado, a la organización sindical. Cf. CDSI 304.
(85) Valorar el
genio femenino, reconocer y tutelar sus derechos, tener en cuenta su dignidad y
vocación. Cf. CDSI 295.
(86) Derecho al
descanso y al culto divino, CDSI 286.
(87) CDSI 433.
(88) CDSI 446.
(89) LS 175.
(90) CIV 57.
(91) FT 174.
(92) FT 129.
(93) CDSI 330-335.
“El sector económico no es ni éticamente neutro ni inhumano o antisocial por
naturaleza. Es una actividad del hombre y, precisamente porque es humana, debe
ser articulada e institucionalizada éticamente” (Benedicto XVI, CIV 36).
(94) CIV 39.
(95) CDSI 330-340.
(96) CDSI 351.